Prevalece en esta era, una visión que
afirma que las leyes pueden resolver cualquier problema. Esta falacia se ha
instalado, no solo en la política sino también en buena parte de la sociedad
que las demanda. Parece que jamás se ha comprendido, con claridad, la
naturaleza y la esencia de las normas.
Muchos dirigentes políticos depositan abundantes energías en imaginar novedosas reglamentaciones que modifiquen la calidad de vida de todos, sin entender que las conductas no se transforman artificialmente. Ellos adhieren a esta necia postura de suponer que una ley todo lo puede.
Muchos dirigentes políticos depositan abundantes energías en imaginar novedosas reglamentaciones que modifiquen la calidad de vida de todos, sin entender que las conductas no se transforman artificialmente. Ellos adhieren a esta necia postura de suponer que una ley todo lo puede.