Pedro Corzo periodista e historiador
Las propuestas populistas en América Latina están
enfrentando una seria crisis por los altos niveles de corrupción de quienes las
han interpretado y los múltiples fracasos de sus líderes, que han
pretendido gobernar como si estuvieran asistidos por una vara mágica capaz de
resolver todos los problemas.
Cierto que la derrota de los partidarios de
Cristina Fernández en Argentina, los escándalos por corrupción en el
Partido de los Trabajadores de Brasil con su gurú Luis Inacio da Lula da Silva
a la cabeza y la baja popularidad de Evo Morales, evidencian la crisis del
populismo, no obstante, afirmar que esa serpiente ha sido decapitada, es
incurrir en una ingenuidad extrema.
Los
demagogos tienen todavía futuro en el hemisferio, no solo porque el continente
es pródigo en gestarlos, también, porque el nivel de frustración y desencanto
de la ciudadanía es caldo de cultivo para que esos personajes puedan acceder al
gobierno sin necesidad de recurrir a la fuerza como intentaron en la segunda
mitad del pasado siglo.
No es
prudente garantizar que los fracasos del presente aseguran su final. Cuando la
Unión Soviética se desintegró y se esfumaron las mal llamadas repúblicas
democrática, a excepción de Corea del Norte y Cuba, muchos se convencieron
que el marxismo y todo lo que se nutre de esa utopía desaparecerían del
escenario político.
No fue
así, se reinventaron, su increíble capacidad de metamorfosis hizo posible que
sobrevivieran en diferentes países del mundo, con particularidad en América
Latina, donde el Foro de Sao Paulo, un engendró de Fidel Castro y Lula da
Silva, ha sido la mejor herramienta a disposición de los enemigos de la democracia
después de la desaparición del poder soviético.
El
Foro funciona en base a los factores que unen a sus integrantes, gobiernos y
organizaciones. Identifican objetivos comunes y en base a esa consideración
actúan. Son efectivos en sus prácticas solidarias y tienen capacidad y
disposición para desestabilizar a sus enemigos y hasta sus adversarios, si las
circunstancias lo demandan.
Nunca
renuncian a sus aliados ideológicos. No importan errores o abusos, su divisa
clave es la unidad, como se aprecia en una reciente declaración de 60
agrupaciones miembros del Foro en la que expresan un respaldo irrestricto
al despotismo de Nicolás Maduro, rechazo a las actividades de la Organización
de Estados Americanos en relación a Venezuela y su soporte a la suspendida
presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
Sus
integrantes, en el gobierno o la oposición se conducen en base a intereses
compartidos, pero evidentemente son más efectivos en la oposición que en el
gobierno.
El
Foro de Sao Paulo tuvo su XXII Encuentro, en El Salvador. El presidente
Salvador Sánchez Cerén, antiguo guerrillero comunista del Frente Farabundo
Martí para la Liberación Nacional, inauguró el evento, todavía más, consecuente
con los postulados y estrategia de esa entidad, calificó a todos los que rechazan
las propuestas de la agrupación de golpistas y reiteró lo provechoso de las
fórmulas política que promueve la organización.
Desde
su constitución los dirigentes asumieron la necesidad de crear líderes
políticos. Aprobaron estrictas normas para el funcionamiento de la
organización. Montaron una red de Fundaciones, Escuelas y Centros de
Capacitación en los que formarían ideológicamente a sus militantes.
El
Foro tal y como ha acordado en este encuentro tendrán que buscar nuevos
paradigmas, porque evidentemente la Escuela de Formación Política ha sido
incapaz de crear dirigentes con la voluntad suficiente para evitar
“desviaciones”, entiéndase corrupción, como califica uno de los profesores de
dicha academia.
Este
encuentro es particularmente importante si la entidad aspira a seguir
siendo un factor clave en la política latinoamericana. Algunos de sus
miembros han confirmado tener habilidad y entereza para alcanzar el poder, pero
cuando lo han conquistado, han demostrado ser más ineficientes que
los gobernantes que han sustituido y estar más corrompidos que sus
predecesores.
No
obstante los escándalos de corrupción que han caracterizado a los gobiernos del
Foro, no extingue el favor de quienes quieren soñar o viven en la ciénaga del
resentimiento. Es preciso trabajar contra lo que significa el engendro de
Castro y Lula, pero también contra las condiciones que hacen posible que
todavía haya tontos que creen que a la luna se llega por una escalera.
Una vez más, el periodista e incisivo estudioso Pedro Corzo pone los puntos sobre las íes -con un lenguaje accesible a todas las entendederas, sin que por ello rebaje el rigor de sus análisis- en la disección de las maniobras del actual populismo latinoamericano, que -a la vista del descrédito de los regímenes comunistas cuya vía de instalación en el Poder ha sido hasta ahora la violencia en el asalto al Estado- se disfraza con la piel de cordero del "progresismo" trasnochado que adopta hoy en día el caudillismo de toda la vida, para cuyos epígonos no es ya necesario promover desembozadamente la ideología marxista-leninista ni su amanuense la Teología de la Liberación sino sencillamente predicar y azuzar el odio social -apelando al lado más oscuro y cainita del espíritu humano-.
ResponderEliminarLa tesis del Sr. Corzo se resume en la siguiente píldora de sabiduría que regala a sus lectores: "Los demagogos tienen todavía futuro en el hemisferio, no solo porque el continente es pródigo en gestarlos, también, porque el nivel de frustración y desencanto de la ciudadanía es caldo de cultivo para que esos personajes puedan acceder al gobierno sin necesidad de recurrir a la fuerza como intentaron en la segunda mitad del pasado siglo.No es prudente garantizar que los fracasos del presente aseguran su final. Cuando la Unión Soviética se desintegró y se esfumaron las mal llamadas repúblicas democrática, a excepción de Corea del Norte y Cuba, muchos se convencieron que el marxismo y todo lo que se nutre de esa utopía desaparecerían del escenario político...No obstante los escándalos de corrupción que han caracterizado a los gobiernos del Foro, no extingue el favor de quienes quieren soñar o viven en la ciénaga del resentimiento. Es preciso trabajar contra lo que significa el engendro de Castro y Lula, pero también contra las condiciones que hacen posible que todavía haya tontos que creen que a la luna se llega por una escalera."
De la vigilancia que ejerza cada ciudadano responsablemente alerta, en cada sociedad y en cada uno de nuestros países, y de la corrección de las injusticias y desigualdades en el acceso a las oportunidades de las que cada ser humano debe disfrutar, dependerá que los malvados no aherrojen a la presente y a las futuras generaciones -como lo han venido haciendo en la Cuba mártir sometida al castrocomunismo (que es más castrotiranía que comunista, pero de alguna manera hay que llamarle)-.