lunes, 25 de julio de 2016

UN VIAJE JUVENIL A CUBA

Ramiro Gómez Barrueco                                                                                       
 Expreso político. Escritor. Empresario.


No me asombra el asombro de los jóvenes cubanos que visitaron a Cuba en el programa Cuba One; tampoco me asombran sus contradicciones y su ingenuidad.  La visita, expuesta en El  Nuevo Herald (7/5/16), fue narrada principalmente por Miranda Hernández; es a tí, Miranda, a quién escribo directamente. Lo hago con amor aleccionador porque entiendo la pureza de tu idealismo. Yo también tuve 20 años. Ante todo recordarte que si hoy estás  tratando de suavizar las relaciones entre ambas orillas (Cuba-USA) es porque fue el gobierno castrista el que prohibió a los cubanos viajar, escribirles o hablarles a sus familiares en el extranjero.
Miranda, ustedes hablan de escuchar lo que dicen 11 millones de cubanos, eso es imposible; por eso existen los muestreos estadísticos. Pero ustedes no los hicieron; no hablaron con ninguno de los miles de opositores, no vieron las palizas a las damas de blanco ni a muchos otros, no conversaron  con ninguno de los miles de emigrantes pedestres, desde Ecuador hasta México, ni con los balseros. Todos ellos eran, o son, parte de esos 11 millones de cubanos. Ellos, al igual que tus abuelos, vencieron el miedo para tratar de ser libres. Y todos ellos, ayer y hoy, manifestaron la razón fundamental de su éxodo en una célebre frase: “esto está muy malo”; frase que tu niegas y es como la piedra angular de tu relato. Tienes que leer la estigmatizada prensa de Miami, que tan poco te agrada, porque nada de esto lo aprenderás en Berkeley University. Tu muestreo estadístico, conceptual y prácticamente, es inexistente, y eso califica las conclusiones de tus vivencias en Cuba como inaceptables.
           Cuba y Corea del Norte tienen similitudes y diferencias, observaste algunas diferencias antropológicas, nosotros somos música y risas, pero ignoraste múltiples similitudes sistémicas en tu relato. No hablaste de que son dos tiranías totalitarias hereditarias. No existe  libre información, incluyendo internet, para los nacionales. No existe prensa libre ni libertad de expresión. Ellos viven como viviste tú allí: mal informados. Hasta es un delito poseer La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Continúan las ejecuciones extrajudiciales como las dos del caso Payá; a veces son más de diez, como las realizadas para ocultar la también ejecución extrajudicial del líder revolucionario Camilo Cienfuegos. Existe y existió trabajo forzado, esclavitud contemporánea, con su secuela de tortura y muerte. La UMAP y El Presidio Político, entre otros, son evidencias inocultables que ni el gobierno comunista niega. La tortura se instauró desde el inicio de “La Revolución”. Las más famosas son la muerte por asfixia (el caso de la rastra),”Las Cabañitas”, “Las Gavetas”, ”La Mojonera”, “Las Leoneras”, “Las Bartolinas”, “Las Celdas de Castigo”, “Los Electrochoques”, especialmente en los genitales; o las muertes por hambre, sed y golpes como el reciente caso de Zapata Tamayo. Esto son sólo botoncitos de muestra.   
              Estamos de acuerdo que Cuba no es Corea del Norte.  Ellos usan distintas herramientas aterrorizantes. Ellos atan a un palo a “los traidores” para que se lo coman los perros; en Cuba los fusilan. Sólo usan animales cuando ametrallan en el mar a los desertores, o les hunden sus maltrechas balsas, para que sean devorados por los tiburones. Por cada coreano comido por perros hay cientos de cubanos comidos por tiburones. A veces son 40 los muertos, incluyendo 20 niños, como en el caso del Remolcador 13 de Marzo. La inmensa lista crece diariamente.
        Miranda, no supiste descubrir  el inmenso dolor de un pueblo, oculto tras la careta de la sobrevivencia. Ni siquiera descubriste la careta de tu tío cuando cayó destrozada ante tus ojos, al final de tu reveladora  experiencia, cuando dices que la gente está feliz y que tu tío se pasó todo el tiempo haciendo chistes.  A veces los chistes son los parches de la tristeza. Ese era el caso de los chistes de tu tío cuando finalmente admite con los ojos inundados de lágrimas: “he estado aguantando este dolor pero desde que llegué a este lugar (el apartamento que le expropiaron a tus abuelos) ha sido muy emotivo”. “Son los recuerdos”…  
                                      Miranda, no lo dudes: las apariencias engañan.   

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