Por, Delia Fiallo Pascual
Para presidente de los Estados
Unidos de América voy a votar por Donald Trump. ¿Quién iba a decírmelo? Al
principio de las nominaciones tuve preferencia hacia Ted Cruz por su brillante
inteligencia y la firmeza con que mantenía sus criterios a pesar del costo
político que podría ocasionarle, puesto que creía en ellos. Me atrajo también
la juventud promisoria de Marco Rubio, su elocuencia, sus ideales. No pudo ser
y ahora mi candidato es este hombre que con su actitud prepotente parece
pretender en todo momento resultar desagradable y odioso.
Confieso que lo que no me agrada
de Trump es su estilo. ¿Pero no será preferible esa forma de expresarse de
alguien que dice su verdad con franca rudeza, a los planteamientos rebuscados
de un discurso hipócrita que calculadamente busca engañarnos? Además, yo no
creo que Trump sea tan fantoche como aparenta. Pienso que sencillamente
capitalizó la desilusión, la frustración y la indignación del pueblo americano,
se creó un personaje contestatario y desafiante y le salió bien. Si así logró
quedar a la cabeza de los aspirantes y conquistó los millones de partidarios
que tiene, no puede echarse atrás. Ese personaje tendrá que mantenerlo hasta el
final.
En cuanto a los votantes
republicanos, opino que por salvar orgullosas dignidades personales no podemos
cometer el tremendo fallo de sacrificar la unidad del partido, porque con eso
caeríamos en el entreguismo y rozaríamos la traición. El que se abstenga de
votar le está concediendo un voto a los demócratas y nuestro deber es elegir a
un presidente republicano. Si la gran mayoría de muestro partido ha postulado
al señor Trump, tenemos que respetar esa voluntad. Por mi parte, además,
dejando a un lado “sus maneras” yo sí estoy definitivamente de acuerdo con su
plataforma política, porque me cuento entre los que desean que los Estados
Unidos de América “vuelvan a ser lo que fueron”
¿Y que fueron? Pues el país de
los derechos individuales inviolables, el país de las oportunidades, con una populísima clase media muy bien
acomodada que podía viajar, tener ambiciones, superarse. El país con un
estricto sistema judicial que no le permitía ni al personaje más poderoso
faltar a la ley impunemente. Un país con fronteras seguras para recibir a una
inmigración razonable a la que se le pueda ofrecer ayuda social y económica, no
a una verdadera invasión de ilegales imposible de asimilar, cuyo costo cae sobre
las espaldas del propio pueblo americano. Y para resumir, un país sin tantos
odios, sin tanta inseguridad adonde todo el mundo quería venir y que era
respetado internacionalmente.
Como si los argumentos que acabo
de exponer no bastaran, parece que la situación se ha hecho evidente, pues
según una encuesta actual el 65% de la ciudadanía cree que vamos por un camino
equivocado y que los Estados Unidos de América “ya no es lo que fue”. Lo malo
es que no saben que vamos por un camino peor de que piensan. Porque “la cosa”
de los ocho postulados de Saúl Alinsky, (inspirador de Hillary Clinton y Barak
Hussein Obama), para transformar a una democracia en una sociedad comunista, va
como sigue:
Postulado 1) Controla el cuidado
de la salud y controlarás a la gente. (Ahí está el Obamacare, impuesto por el
Estado y hasta con multas) LOGRADO YA.
Postulado 2) Aumenta cuanto
puedas el nivel de pobreza, la gente pobre es más fácil de manejar. (No hay
suficientes empleos, la gente depende de programas sociales, 148 millones
reciben ayuda gubernamental, sellos de alimentos) LOGRADO YA.
Postulado 3) Aumenta la deuda
nacional. (Tenemos una deuda de 20 trillones de dólares) LOGRADO YA.
Postulado 4) Control de armas.
Quítenle al pueblo la posibilidad de defenderse. CASI LOGRADO.
Postulado 5) Bienestar Social o
Welfare: Controla todos los aspectos de la vida de los ciudadanos:
alimentación, vivienda, etc. LOGRADO YA.
Postulado 6) Educación: Controla
lo que la gente lee y escucha y lo que los niños aprenden en la escuela. CASI
LOGRADO.
Postulado 7) Religión: Destruye
la fe en Dios, retira símbolos y rezos del gobierno y las escuelas. LOGRADO YA.
Postulado 8) Despierta odio entre
las clases: Divide a la gente en ricos y pobres, divídelos racialmente. LOGRADO
YA.
¿Será posible que los demócratas
nos lleven a unos Estados Unidos de América Comunista? ¡Cuidado! Cuba era un
país alegre, próspero, amante y defensor de la libertad, donde se pensaba que
jamás podría caer el comunismo, y cayó y ahí está. Otro riesgo es la pretendida
idea de nacionalizar a 14 o 20 millones de indocumentados, cuando estudios
demográficos están anunciando que en una o dos generaciones vamos a tener aquí
mayoría étnica latina y con el poder del voto van a ser ellos los que decidan
quién será el presidente de este país y las leyes que lo gobernarán. ¿Es justo
que los que nacieron en esta tierra la pierdan a manos de aquellos a quienes
les abrieron las puertas? De ahí nace el primer odio del nativo hacia el
extranjero, pues en vez de recibir gratitud lo que oye es el impertinente
grito: “¡Sí se puede!”
En todas partes hay
confrontaciones sociales, pero nunca hubo en este país un odio de clases tan
grande como ahora. Se ha exacerbado el rencor del que no tiene hacia el que
tiene. Ser rico es como un delito, no importa que lo que alguien tenga lo haya
obtenido honestamente con su trabajo, su esfuerzo, su inteligencia, sus
sacrificios. Hay un deseo mezquino de quitarle, de arruinarle. Y ahí tenemos al
IRS, un organismo parásito con cientos de oficinas y miles de empleados prestos
a meterle las manos en los bolsillos a cualquier infeliz triunfador.
La esclavitud quedo atrás, las
diferencias entre negros y blancos se fueron superando. Aunque aún hubiera
cierta discriminación íbamos bastarte bien, hasta que un guardia nocturno tuvo
que matar a un desdichado joven negro que le estaba destrozando la cabeza
contra el suelo. Fue juzgado con todas las de la ley y absuelto al probarse que
actuó en defensa propia. Entonce, el señor Obama declaró públicamente: “Si yo tuviera
un hijo varón, quisiera que fuera Trayvon” Y con eso levantó una oleada de odio
racial incalculable.
Lo mismo fue imprudente el señor
presidente cuando hizo una increíble confesión pública de su pacifismo: “Yo no
enviaré soldados americanos a pelear a ningún lugar del mundo.” Eso fue como
una patente de curso para el terrorismo internacional, que desató su barbarie
con plena impunidad al saber que no serían castigados ni combatidos por el
único ejército que podría derrotarlos. Y aquí pudiera haber un odio flotando
por todas las víctimas que lejos y cerca, está causando ese terrorismo
desatado.
Faltaría mencionar la rabia y el
dolor que siente mucha gente ante tantos abusos, mentiras y escándalos
encubiertos, porque en el Ministerio de Justicia, primero Eric Holder y después
Loretta Lynch han sido peones de ajedrez manejados por las manos del señor
presidente. Y la señora Clinton, (bautizada como “Lady Liar” por Roberto Luque
Escalona, como “Mrs. Chanchullo” por Anolan Ponce y “La Reyecita” por mí) ha resultado
intocable a pesar de todos las cosas oscuras en las que ha estado involucrada.
Por todo lo anterior, no voy a
votar demócrata. Además, ¿qué les debemos los cubanos americanos a los
demócratas? Primero, la traición de Kennedy en Playa Girón, que si hubiera dado
la ayuda que prometió nos hubiéramos ahorrado tanto dolor, tantas muertos y
hasta la destrucción de nuestra hermosa y amada patria que aun los Castros no
habían consumado. Después la orden de Clinton de la sacar de casa de sus
abuelos a punta de ametralladoras al niño Elián, cuya madre murió por traerlo a
un país libre para entregárselo al padre que se lo llevó a Cuba donde le
lavaron el cerebro y lo convirtieron en una cacatúa repitiendo las consignas
del sistema: “ Seremos como el Che” etc. Y por último, la más cruel de las
leyes, también firmada por Clinton, de pies secos pies mojados, que a los que
arriesgan sus vidas lanzándose al mar en busca de libertad los devuelven al
infierno de donde trataron de escapar, para allí ser castigados sin piedad.
Yo deseo la recuperación de los
principios morales y religiosos que hicieron grande esta nación y también ver
rescatado el respeto internacional que tradicionalmente tenían los Estados
Unidos de América y que se ha perdido. Por eso no quiero que en la señora
Clinton se prolongue una continuidad del señor Obama.
A los votantes indecisos y
temerosos les recuerdo que no estamos en una dictadura en la que gobierna un
solo hombre. Existe un Congreso y una Cámara de Representantes, fuertes
instituciones que controlan el poder, se rigen por la opinión pública y pueden
ponerle camisa de fuerza a cualquier loco que pierda la chaveta. Además, Trump
no alardea de “político”, él se va a dejar asesorar. La otra, como siempre, va
a hacer “lo que le salga”, que corrientemente no ha sido muy bueno que digamos.
En todo caso, Donald Trump es una incógnita y en toda incógnita caben
esperanzas. Mientras que de Hillary ya todo lo sabemos, no hay nada que
descubrir. Fría, calculadora, mentirosa, arrogante, arrastrada por una ambición
desmedida que no la detiene ante nada. Una certeza
aterradora.
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