domingo, 13 de noviembre de 2016

GOBIERNO CASTRISTA PONE COTO AL PROGRESO ECONOMICO DE LOS CUBANOS

Tomado de: Primavera Digital

Vedado, La Habana, León Padrón,

Con el reciente anuncio de una serie de disposiciones para “normar” el funcionamiento de los restaurantes privados o paladares, el gobierno de la Habana pretende poner coto una vez más al progreso económico del sector cuentapropista.
Nadie se haga ilusiones, parece estar diciendo la dictadura de Birán, acomodada a no permitir el acopio de capital en manos privadas desde su llegada al poder. Y la razón más obvia es el temor a que, posterior a esta coyuntural libertad económica, se les cruce en la cabeza a los cuentapropistas la idea de buscar libertad política.
Ya en el VII Congreso del Partido Comunista, Raúl Castro y su comparsa apuntalaron la restricción de concentración de riquezas en manos de personas naturales o jurídicas no estatales, perfiladas dentro de la actualización del modelo económico y social cubano. De ahí, que no sea irrazonable pensar que todas aquellas concepciones tan animosas y audaces, como la autorización de compra-venta de viviendas y automóviles, el permiso de pequeños negocios, y cualquier medida de buena fe de la Casa Blanca para apoyar a los comerciantes privados, estén condenadas a los embates de las fuertes ráfagas del huracán de Birán.

Recordemos que en la década del 90, con la caída de los patrocinadores del bloque comunista, Fidel Castro concedió ciertas libertades para emprender negocios privados que había aniquilado desde el principio de su reinado. Pero tan pronto como la capacidad emprendedora de los cubanos se disparó hasta niveles impensables, y tempestivamente apareció el satélite salvador de Hugo Chávez, comenzó a satanizar aquella incipiente “economía de mercado”, que obligadamente licenció en pleno Periodo Especial.
La paladar Amor, ubicada en la popular calle 23 del Vedado, y La Casa de los Tres, en el mismo barrio, pero en la calle B esquina a 29, se levantan como testigos de aquella contraofensiva que barrió como hormigas toda la bravura empresarial privada que floreció en la década del 90.
En el caso de Amor, logró tanta eficiencia económica en esa época que muchos franceses reservaban los turnos desde su país, para ir allí tan pronto ponían pies en la Isla, debido a la variada gama culinaria que ofrecía. Pero al cabo de dos años, el fabuloso restaurant tuvo que cerrar a causa del acoso permanente de un enjambre de inspectores estatales que les hizo la vida imposible a base de controles excesivos, multas, chantajes y alza de impuesto, ordenada por la casta gobernante.
La misma suerte correría la Casa de los Tres. Esta cafetería, que era administrada por dos hermanas, llegó a brindar un servicio tan aceptable, rápido y con calidad, que muchos médicos, enfermeras y trabajadores de los hospitales ubicados en las inmediaciones del lugar, y por supuesto, los residentes de la zona, la frecuentaban diariamente. Allí, a precios módicos se podían adquirir humeantes discos de queso, coctel de fruta, flan, tostadas con mantequilla y café con leche, entre otras ofertas. Pero de pronto, su gestión económica y social se vio ahogada cuando aparecieron los fiscalizadores con un paquete de restricciones que les hicieron disminuir las sillas dentro del local, después deshacerse de ellas y finalmente la incoherente exigencia de los vales de compra de todas las materias primas, lo que unido al alza de los impuestos y constantes inspecciones, les hizo claudicar.
La multiplicación de empleos y la germinación de riquezas son incompatibles con el régimen marxista. Y aunque el tiempo parezca que se le acaba, la insólita jerarquía cubana sigue insistiendo en los mismos métodos para frenar el desarrollo económico de los ciudadanos.
Mientras tanto, continúan con su afán de responsabilizar al embargo norteamericano con todo lo que sucede en la Isla. Hace unos días, nuevamente la litúrgica votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas apoyó el informe presentado por la representación cubana. Para esta ocasión, hasta los EEUU y su gran amigo Israel se abstuvieron.
La gente que piensa con cabeza propia se pregunta: ¿cuándo la Asamblea General de la ONU, o el bloque de los países latinoamericano, o la acicalada Europa, o algún país asiático o del Medio Oriente, o tal vez algún grupo sideral -si existe-, levantará su voz contra el bloqueo interno que el castro-comunismo impone al pueblo cubano desde hace más de medio siglo?
A no dudar, y creo que hablo en nombre de un sinfín de cubanos, a pesar de la confusión que se genera dentro de la opinión nacional cada vez que llega la dichosa votación del mes de octubre en la ONU, los cubanos que viven con un ingreso que no rebasa los 20 dólares al mes, estarían muy agradecidos si este gesto se desencadenara también en cualquier parte de ese mundo que hoy condena, con razón o sin ella, el embargo norteamericano.
Y sería racional, pues está más que demostrado que el régimen, mientras no encara las verdaderas transformaciones que necesita Cuba, se ocupa eficientemente de culpar al embargo norteamericano de todas las adversidades por la que ha pasado nuestro pueblo a largo de este último medio siglo, pero oculta de gran manera, el bloqueo interno que impone a los propios cubanos.
leonpadron16@gmail.com        @leonlibredecuba
               

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