La campaña de satanización falló. A pesar de
los millones invertidos en desinformar a la población, de repetir las mismas
mentiras y algunas medias verdades venenosas diariamente, los electores no les
creyeron, Estos métodos, sumamente eficientes cuando son la única fuente de
información, no tienen la misma fuerza en una democracia con libertad de
expresión, y mucho menos en la era digital.
Los votantes, al final decidieron elegir a
quien le ofrecía un mejor futuro.
Atrás quedaban las anécdotas picarescas y las
expresiones groseras de Donald Trump, las mentiras y la corrupción evidente de
los Clinton.
Donald Trump planteaba rebajar los impuestos
y reducir la perisología, para impulsar el desarrollo de la economía con el
consiguiente aumento de los empleos. Deportar de inmediato a todos aquellos que
tuvieran record criminal y analizar después lo más recomendable con los demás
indocumentados. Revisar los tratados comerciales para mejorar los contratos o
eliminarlos cuando fueran perjudiciales a Estados Unidos. Liquidar el
terrorismo islámico y evitar la entrada al país de los musulmanes que no
estuvieran escrupulosamente chequeados. Eliminar el fatídico Obama Care y
sustituirlo por un sistema eficaz y asequible a las masas trabajadoras. En el
plano internacional reducir los gastos no imprescindibles. Fortalecer nuestras
fuerzas armadas y establecer alianzas con Rusia y otras naciones que compartan
nuestra civilización y nuestros enemigos.
Hillary Clinton proclamaba continuar la
política del presidente Obama, que no escatimó gastos ni tiempo para apoyarla.
O sea, continuar con el fatídico Obama Care que ha engrosado de un modo
gigantesco las arcas de las compañías de seguros y los laboratorios médicos. Ha
creado una nueva clase que es la de los sub-empleados que trabajan
aproximadamente entre 15 y 25 horas, casi siempre salario mínimo, pero que
ayudan a maquillar extraordinariamente las cifras de desempleo. Aumentar el
ingreso indiscriminado de refugiados musulmanes. Continuar engordando la ya mas
que duplicada deuda del gobierno federal para seguir la regaladora de dinero
interna y externa. Seguir el contubernio con Irán y otros enemigos que solo
desean nuestra destrucción.
Aunque estoy convencido que la proyección
hacia el futuro de los planteamientos de Trump fue el factor decisivo de su
triunfo, en una decisión tan importante como la elección del presidente de los
Estados Unidos otros elementos entran en juego. La credibilidad es sin duda uno
de los más importantes, no basta que gusten las promesas, es necesario creer en
la factibilidad del candidato en llevarlas a la realidad. Aquí la secretaria
Clinton se encuentra en franca desventaja, mintió en el Congreso, mintió al FBI
y le mintió al pueblo americano cuando permitió que masacraran a nuestro
embajador en Benghazi. Entre los innumerables pecados que la gran prensa
atribuyó a Trump no se encontraba el mentir.
Por último, y no menos importante. La actitud
hacia el obrero norteamericano, no solamente blanco, de todos colores y etnias.
Desde que comenzó el proceso de globalización se han esfumado más de siete
millones de empleos manufactureros, la mayoría ha tenido que tomar empleos peor
pagados y el resto ha ido a engrosar la nueva clase de sub-empleados o están
desempleados. Poca atención y no precisamente positiva recibió esta situación
en la campaña de Hillary. Los ingresos reales de estos obreros han ido
disminuyendo a pesar de que su productividad ha seguido aumentando
constantemente. Trump ha prometido revertir esta situación que solo ha sido
escandalosamente beneficiosa para los dirigentes de las grandes compañías que
ganan en un día lo que un obrero en un mes, y algunos hasta mas.
Definitivamente el pueblo americano no se
dejó engañar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario