lunes, 17 de abril de 2017

SEMANA SANTA - LA RESURRECION: DE ALEJANDRO EL GRANDE A SAN PABLO

"PARA LOS JUDIOS EL CUERPO LO ERA TODO. POR ESO LA MUERTE ERA UN DESASTRE.."

Por, Santiago Cárdenas MD


Alejandro se bañó en el Indo. Pero los ecos de la vida eterna de los filósofos griegos no tuvieron impacto en el  oriente que continúa en  su prestidigitación esotérica hasta nuestros días. La difuminación del helenismo fue un éxito sólo en los alrededores del Mediterráneo: el occidente. Aquí tienen un botón pa' la muestra.  Alejandría, llamada así por su fundador; su faro y su Biblioteca, la más grande del mundo en su época. Los cinco libros de la "biblia", que allí se guardaban, el Pentateuco, o sea, La Ley, La Torah, fueron traducidos del hebreo al griego por los LXX  sabios judíos de varias ciudades  entre ellas  el Cairo y Jerusalén. Esa traducción  fue hecha para los cientos de miles de judíos dispersos –la diáspora– en los alrededores del  Mare Nostrum  luego de la destrucción del  primer Templo por Nabucodonosor. Esa fue la biblia que leyó  San Pablo en Tarso, actual Turquía, donde vivíaento judío circuncidado, guardando el sábbatoh  y nada de carne ‘puerco, el intelectual estrella  del cristianismo unos años  después–, llega  a Jerusalén para estudiar a  los pies de Gamaliel  utiliza, por supuesto, la "biblia" hebrea. Pablo era bilingüe y bicultural, como  somos en Hialeah. Si supo algo del alma aristotélica y de la otra vida como decía el preceptor de Alejandro, citando a Platón en su sensacional diálogo "Phaedro"  –le resbaló en el  tímpano–.

Es que un filósofo o religioso judío seguía al pie de la letra la tradición de los  pueblos  abrahámicos y  mosaicos, precursores culturales de Sócrates. Los  judíos ubicaban el alma o principio animado del ser humano dentro del mismo cuerpo  (corazón, intestinos, riñones, genitales),  que, claro está, desaparecía junto a la corrupción del  mismo, como sucede en el mundo físico, corporal. Más sencillo, para los judíos no había separación del alma del cuerpo y mucho menos vida eterna, tal como entendemos  actualmente los cristianos influenciados por el piquete neoplatónico de san Agustín y san Ambrosio desde Milán a finales del siglo IV. Pero, ésa es otra historia.
Para los judíos el cuerpo lo era todo. Por eso la muerte era el desastre total; el acabose; la catástrofe definitiva. No había esperanza como en el infierno de Dante. Y la muerte del Xto no fue la excepción. Algo durísimo. No puedo imaginarme los ayees terribles  de dolor de las santas mujeres mientras limpiaban ese  cadáver. Era el fin de todo. Inefable el cuidado exquisito con que trataron ese cuerpo, con bálsamos y aromas; el llanto inconsolable. ¡Qué horror!... El abatimiento y  la depresión de los pendejos apóstoles que escondidos y a la debandada estaban en angustia y  en total desolación ¡¡Que sábattoh más triste!! .....¡El más triste de la historia! Como para suicidarse. Imagínense a Pedro, el analfabeto pescador de Galilea en la capital, sin dinero y sin entender ni pitoche de lo que sucedía a su alrededor. Ese sábado le roncó el mango.
Hablarle de la resurrección, la vuelta a la vida verdadera, a un judío era la cosa más absurda que Ud. puede imaginar. Totalmente  estúpido e incomprensible. Perder el tiempo. Una tomadura de pelo. Nadie en Palestina, ni remotamente, podía  imaginar ese disparate. Ese retorno a la vida nunca se había mencionado en las escrituras; ni tenía cabida en una cabeza semita (los griegos sí estaban en esa "onda" desde que Homero escribió acerca del último suspiro exhalado por un guerrero al caer de su carro;  entonces, el "alma" se evaporaba  integrándose en el universo).Pe Sigo.
Por eso los relatos de la resurrección del Cristo son  contranaturales en un contexto cultural, radicalmente hostil. Y también por eso costó tanto tiempo para ser aceptados por algunos judíos, los más cercanos a Jesús. Los otros  aún no lo aceptan en nuestros días.
 San Pablo escribió las primicias de la resurrección  unos veinte años  antes que los evangelios y  su versión no puede ser otra que la de un Cuerpo, con mayúscula; insisto, el Cuerpo "espiritual" de Jesús el resucitado.  Increíble, pero cuerpo al fin.
 Los relatos evangélicos mas tardíos acerca  prodigio más grande de la historia que hoy celebramos, son altamente contradictorios. Por eso la Santa Madre Iglesia nos hace un ajiaco pastoral de ellos, que es muy válido y piadoso. El asunto  fue (es)  tan "fuerte" que en el Cenáculo el apóstol Tomás el Dídimo o Mellizo, no creyó hasta que tocó, o casi,  la carne fresca y las llagas de Jesús en  su cuerpo resucitado. ¡Señor mío y Dios mío!, exclamó.
"No soy un fantasma; no tengan miedo" dijo Jesús de Nazaret textualmente y  entonces comió pescado ante ellos. Ante esa evidencia: "¡se cayó el billete!”. 
En la Pascua Florida del 2017.
                

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