Albert Camus tuvo pocos amigos y un numero reducido de enemigos...'
Por Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
El
próximo 7 de noviembre de 2017 se cumplirán 57 años de la muerte de Albert
Camus. Este hombre singular e inconformista, erudito y aislado, es considerado
actualmente, siempre lo fue, como un incansable y valiente paladín de los
derechos humanos en un mundo totalmente henchido hasta sus más intrínsecos rincones
de manipulaciones, patrañas, embrollos, injusticias…
Albert Camus tuvo pocos amigos y un número reducido de enemigos, la mayoría
de ellos solapados. Su hija Catherine dice: “Estaba solo porque pensaba que la
ideología debía de estar al servicio del hombre y no al revés. Por eso luchaba
contra cualquier tipo de totalitarismo, incluido el comunismo. Esa posición
hacía que la izquierda le considerara demasiado a la derecha, y que la derecha
no le viera dentro de su ideología. Por eso nunca tuvo un apoyo político tras
él”. Marginado, pues, por el mundo de la política y por el de las ideologías,
Camus entabló amistad con los exiliados en Francia, tras la guerra civil
española, Santiago Casares Quiroga (ministro de Marina, de la
Gobernación, de Obras Públicas y último presidente del Consejo de Ministros de
la Segunda República Española) y con su hija, María Casares, gran actriz del
cine y del teatro franceses, “que era la verdad y
la vida, refiere Catherine Camus, y tenía una fuerza extraordinaria”. María Casares,
la segunda hija del político español, dijo de Camus que “era un hombre
apasionado por vivir y encontrar la verdad”.
Albert nunca acató la disciplina de ningún partido político. “No camines
delante de mí, manifiesta el escritor francés, puede que no te siga. No camines
detrás de mí, puede que no te guíe”. Durante su caminar por los mundos de la
filosofía y de la literatura, Camus se declaró totalmente contrario a los
absolutismos de derecha e izquierda. Atacó férreamente al fascismo en todos sus
campos, rechazó al comunismo hasta sus raíces más profundas y opuso un sinfín
de reparos al socialismo paupérrimo de su época. “Me decían, escribió Camus,
que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría”,
pero para el adalid del sinsentido el fin nunca justifica los medios. “El
éxito, refiere Albert, es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo”.
En 1943, año en el que se conocieron Jean Paul Sartre (París, 21 de junio de 1905-ibíd., 15 de abril de 1980) y Albert Camus (Mondovi (actualmente llamada Drean), departamento de Constantina,
Argelia francesa, 7 de noviembre de 1913-Villeblevin, Borgoña, Francia, 4 de
enero de 1960), comenzó a fructificar en ellos una
amistad ciertamente prolífica e inmaculada. Ambos son filósofos y escritores,
existencialistas y ateos… Además, las creaciones filosóficas-literarias de los
dos pensadores conmocionan y alborotan a la Europa de las décadas de los 40 y
50. Sartre publica La náusea (1938), El ser y la nada (1943), La puta respetuosa (1946). Camus escribe
El mito de Sísifo (1942), Calígula (1945), Estado de sitio (1948), Los
justos (1949). Para ellos, el hombre se halla incrustado en la realidad de
la vida hasta que deja de existir. Una realidad nacida de la nada y abocada a
la misma, donde lo vano y lo irracional, arraigados al desánimo, a la desidia y
a la debilidad, reinan por doquier. Asimismo, el azar, totalmente incierto y
fortuito, dictamina y conduce la existencia de cualquier ser humano,
solventado, desde la negación absoluta, cada uno de sus problemas, dudas e
incógnitas.
La amistad entre Sartre y Camus se fue debilitando a partir de 1948 a causa
de ciertas divergencias que surgen entre ellos. Discrepancias estas sobre temas
tan propios de la época como el capitalismo y el comunismo reinantes, la
construcción de Europa en los años de la posguerra, la abolición de los
regímenes dictatoriales en determinados países del orbe, las hostilidades
-encubiertas o no- entre los Estados Unidos (EE UU) y la Unión Soviética
(URSS), la involucración del tejido intelectual en la política mundial y en la
de sus respectivas naciones…
Ya en 1951 Albert Camus publica El hombre rebelde. En esta obra, su
autor arremete contra una izquierda que, encasillada en su propio credo de
ideas obstinadas y despóticas, se ha vuelto más tradicionalista que la derecha
a la que rechaza y ataca con su palabra y su modus vivendi. En el número 82 de
la revista Les Temps Modernes,
cofundada por Maurice Merleau-Ponty y Jean Paul Sartre en 1945, se critica con
una crueldad extrema el libro El hombre
rebelde. A raíz de este riguroso texto se entabla un duro cruce de
recriminaciones entre Camus y Sartre que afianza aún más la muerte de una
amistad, que ya se encontraba enferma y desahuciada.
Ciertamente, “la educación, refiere Mauricio Macri, es el mejor instrumento
para luchar contra la pobreza, para construir una sociedad mejor, con igualdad
de oportunidades… Sin educación no hay libertad…”, y “la libertad, manifiesta
Manuel Azaña, no hace ni más ni menos felices a los hombres; los hace
sencillamente hombres”.
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