"A lo engañoso de sus palabras hay que sumar el cinismo..."
Los hijos no tienen
responsabilidad de las acciones de sus padres, sin embargo, cuando se
identifican y apoyan las comisiones de sus progenitores con gestiones propias,
se transforman en cierta medida en sus cómplices y hasta en coautores de
sus depredaciones.
Ese fue el caso de los
hijos de los verdugos que sin haber derramado sangre alguna cargaban con el
estigma de sus padre, motivo por el cual esa
tarea perversa se transfería de padres a hijos o entre miembros de
la familia, además, como consecuencia de la pésima reputación de trabajo tan
infame, los matrimonios se celebraban entre familias de verdugos, un notable
ejemplo fueron los "Sansón" en Francia, quienes prestaron servicios
de carniceros durante seis generaciones, casi 200 años, en París.
Mariela Castro Espín y
Aleida Guevara, son hijas de dos de los verdugos más sanguinarios del
totalitarismo cubano. Las dos, en sus actividades dentro de Cuba como en sus
frecuentes periplos internacionales defienden la tiranía y pretenden
justificar o encubrir con sus declaraciones la infinidad de crímenes y
violaciones en los que ha incurrido el régimen que defienden, incidiendo
en lo que afirma el novelista José Antonio Albertini que hay quienes con declaraciones
y escritos también matan y encarcelan.
En la Cuba de Fidel y Raúl, la que ayudaron a destruir
Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y Ramiro Valdés, entre otros, solo los
hermanos Castro se aproximan al record de Charles Henri Sansón, quien personalmente
o con sus seis asistentes, ejecutó a 2.918 personas, incluidos el rey Luis XVI,
Danton, Robespierre, Saint-Just, Hébert y Desmoulins, revolucionarios que
terminaron en el cadalso, ninguno de los verdugos cubanos tuvo que sacar a su
hijo de la escuela como le ocurrió a Henri Sansón, cuando descubrieron que un
muchacho del mismo nombre era su hijo.
Lamentablemente los verdugos en Cuba han sido muchos,
entre ellos están quienes literalmente se mancharon las manos de sangre, otros
que con tinta y declaraciones exhortaron y festejaron los fusilamientos,
las infames condenas a prisión y quienes aplauden después de 58 años de abusos
y fracasos las olas represivas y la conculcación de los derechos de los
ciudadanos.
Cuando Mariela Castro afirma en una entrevista que
Fidel fue un referente de soñador, que hizo todo lo posible por el bienestar de
su pueblo, por la justicia y equidad social, miente descaradamente, engaño que
reitera cuando afirma que el pueblo de Cuba participa en las decisiones
nacionales y que en el país no hay probabilidad de que se establezca una
dinastía ni sucesión lo que en la actualidad es un hecho no una quimera,
pero esa falsedad trasciende las fronteras al comentar que el gobierno de
Nicolás Maduro es víctima de un complot de una derecha cruel, cuando es la
autocracia venezolana la que está reeditando los abusos y la vesania que los
Castro han hecho padecer al pueblo cubano desde hace 58 años.
A lo engañoso de sus palabras hay que sumar el cinismo
cuando comenta que el pueblo cubano tiene lo que quiere, que el Partido
Comunista no postula para los mandatos electos, sino que es el pueblo en los
barrios quien decide el candidato, pero todo palidece cuando se dirige al
exilio y les dice que “abran su corazón y vayan a descubrir y sentir la
nación que les dio origen”, cuando la realidad es que en el exilio se mantienen
más vivas las tradiciones y el patriotismo que en la Cuba del verdugo de su
padre y tío.
Algo similar ocurre con Aleida Guevara, al decir que el
pueblo cubano determina la base de su gobierno, que si quisieran que gobernaran
otras personas los elegirían desde la base porque es el pueblo el que
determina. De Venezuela, como autora de un libro sobre Chávez explica que el
petróleo venezolano "va hoy a escuelas, hospitales, viviendas",
servicios "gratuitos" y antes iba, "a las familias que EEUU
sostenía". La hija de su padre, un verdugo de fusil ametrallador, critica
también a los que deciden vivir fuera de Cuba, pero termina su cuestionamiento
diciendo, "tengo que salir continuamente y cuando llevo 15 días fuera
me entra un gorrión extraordinario".
Que
dirían o escribirían estas hijas de verdugos si hubieran sufrido el
escarnio de Henri Sansón por ser hijo de quien era. Si las señalaran
públicamente como hijas de asesinos, porque sus privilegios provienen del
régimen que defienden edificado con la sangre que sus padres derramaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario