"LA ERA TRUMPIANA COMENZO MUCHO ANTES DEL 8 DE NOVIEMBRE.."
Por
Santiago Cárdenas MD.
La
prensa, "el cuarto poder del estado “, este es desde el siglo XVIII el mas famoso
apotegma del irlandés Edmund Burke, un clásico de la sociología, acérrimo
enemigo de la revolución francesa.
¡¡NO!! Me decía Don Eduardo García Moure en una tertulia nocturna en la Caracas del
siglo pasado. En realidad es el
"primer " poder; conforma y manipula la pública opinión, quita
y pone presidentes; se auto protege con indulgencia y un etcétera
prolongado que proponía este
sindicalista emérito para consolidar sus
argumentos.
Primero
o cuarto, me da igual, la erosión de
este poder que dejó de ser un servicio (he ahí el meollo del asunto), fue una desfloración social lenta, con vaselina.
Primero la aparición de la radio, luego la televisión y actualmente las
inefables redes sociales. Hoy, muy pocos
compran periódicos en estanquillos que desaparecieron o en
gasolineras esotéricas. Aún menos se suscriben a los periódicos y muchos
se dan de baja. Casi todos le hacen poco o ningún caso a las páginas de
opinión y /o a los editoriales sin
sopa. Algunos diarios
quiebran, reducen sus tiradas o contraen sus páginas. Nuestro Miami es
un buen ejemplo.
Que si la falta al pueblo el menudeo para
comprar "baratijas”; que la decadencia de la lectura como hábito; que si
la politización de los editores, que si
el tacañeo de los anunciantes.... En fin, se ha especulado mucho y se seguirá
debatiendo acerca de la crisis al parecer insoluble. Eso se lo dejo a las nuevas elucubraciones; al
papeleo explicativo de los expertos
acerca de la media y a los gurúes de las
comunicaciones, ya que en
definitiva las indagaciones científicas
de este desastre constituyen el centro
de su trabajo.
La
era trumpiana comenzó mucho antes
del 8 de noviembre de 2016. El
aspirante comprendió, tal vez
intuitivamente, que la prensa plana no
le quedaba bien, que continuaba en decadencia y que la revolución que él prometía (le llamó "movimiento" en el magistral
discurso de toma de posesión) nunca sería del agrado de los mogules
del periodismo plano. Ahora, como
presidente ha recogido los frutos
de su pensamiento profético.
Estaba en lo cierto.
Casi
el ciento por ciento de los periódicos
se dedican a denigrarlo: matón; patán,
etc. desde los cotidianos editoriales de odio. No le valió su visita de cortesía al decano y
orientador nacional , el New York Times,
ni las nuevas facilidades para los
reporteros que por vez primera acuden a
la Casa Blanca, ni la entrevista diaria con la
prensa , ni el tono mas mesurado
contra sus atacantes impíos, que francotiran desde los santuarios acerca
del largo de sus corbatas o el perfume de Ivanka. No lo quieren; no lo tragan. Es el clásico síndrome del Boniato. Lo mastican; no lo tragan.
Resignado
el presidente ha considerado a la prensa como " el verdadero y
nuevo partido de oposición; ella nunca, nunca, va a cambiar ", ha dicho. Al
descansar en sus tuíteres y en las nuevas redes sociales para su comunicación, –que
inició desde su exótica campaña–, el presidente ha dado en el clavo. Se trata ahora de la
opinión pública en su estado primigenio; millones de personas con acceso; con
capacidad de expresarse, ser leídas y criticadas por otros millones de personas en un universo
casi infinito. Lo mas parecido a la
democracia directa ateniense en el Agora balbuceante de nuestra
prístina civilización.
Si algo
pudiéramos adelantar del legado de Donald Trump es que al
mismo tiempo que le dio el tiro de gracia a la prensa plana,
liberándonos de dos siglos y medio
de opresión, sacó de este desmerengamiento por arte de prestidigitación política, una forma muy
novedosa de expresión: las redes. Éstas
facilitan la democracia moderna y popular, indetenible para los tiranos y
gratificante para todo hombre de buena voluntad.
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