"El sindrome de Estocolmo tiene sus variantes..."
Por Santiago Cárdenas MD.
Si Ud. desea conocer el pensamiento de la iglesia
isleña en la era del post deshielo debería leer desapasionada y des prejuiciadamente al menos tres documentos. "Los
nuevos escenarios" publicado en
Vitral al calorcito de las campanas tocando a rebato en el cumpleaños de
su Santidad el 17 de diciembre del 2014. Luego, el
comunicado de la última reunión de una
élite laical en el Cobre y por último la emotiva epístola del obispo Emilio de
la diócesis de Holguín cuando el nombramiento de Juan de la Caridad como
pastor de San Cristóbal de la Habana.
Esta última es una joyita literaria museable acerca de la visión pastoral, "los
sufrimientos" y preocupaciones en la historia del episcopado cubano durante los últimos años. Por cierto muy
ajena a las aspiraciones libertarias del
Pueblo de Dios. Léala (léalos) y juzgue por usted mismo. No se deje impresionar mas por la
visión "intolerante" de
algunos en Miami, empeñados en
su rol de cheerlíderes desde
sus casas asépticas en la seguridad de la Calle 8. ¡Ah! Miami, siempre generosa, con sus
billeteras abiertas, prestas a ayudar desinteresadamente el viajeteo, las
vacaciones y a las iglesias. Pero, hasta
ahí; ni voz, ni voto. Cero interferencias.
El síndrome de Estocolmo tiene sus variantes,
diríamos que versiones modernas. No se
trata de admirar al secuestrador, más
bien es
la sordomudez del episcopado ante los llamados de " no tengan miedo
" de san Juan Pablo II. Esta no era
una consigna como las del mono partido, sino un llamado desde el evangelio. Tampoco lo era la denuncia del cambio–fraude de Payá. El pobre: siempre expurgado del léxico eclesial. Oswaldo: que en paz no descansa.
"Traicionar
el pobre es traicionar a Cristo ", le espetó el Comandante en Jefe, a los dignísimos obispos de antaño durante la
cúspide de la cruenta persecución religiosa en los sesentas cuando los torcidos inicios de la involución
cubana.
En el
actual entorno de amnesia católica en
que vivimos, recordar la frase es de mal gusto. En definitiva, en Cuba no
existen pobres, según los dictados
franciscanos durante la visita. Recuerden que La Habana, la del río Almendares es la capital de la paz mundial, vista desde
el Tíbet. Por consiguiente, Caritas y los comedores de la orden de Malta
parecen ser innecesarios o son un
paripé. Y es que la caridad cristiana en el
marxismo duro necesita de la aprobación oficial o hay que aplicar la
misericordia (selectiva) como a los cubanos varados de Centro América.
No se
preocupen mucho. Al final de esta historia: "mi reino no es de este
mundo". Y una iglesia "nacional" a la china con variantes
caribeñas, forma parte del "arreglo". Del "cuadre”, como
diríamos en Manajanabo.
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