"La misma desazonada defensa de opiniones extremas brotaban, de unos y otros..."
Era medio día cuando jadeante por el esfuerzo, llegó
don Sindulfo a la Carreta Restaurant de la calle 40 y la 87 avenida, donde,
como era habitual, bajo el techado del portal se protegían del sol un numeroso
grupo de parroquianos, parloteando como era costumbre, sobre múltiples temas y
además en voz alta, lo que hacía difícil poder entenderse correctamente; unos y
otros.
Don Sindulfo observó a su alrededor en busca de
una de las columnas del edificio, que le resultara idónea para atar su
bicicleta. Con semblante paciente, busco con la vista al señor director, aunque
presentía que, como era manía, el señor director llegaría atrasado a la cita
que habían convenido.
Don Sindulfo pasó la cadena entre las ruedas de
la bicicleta, le colocó un candado y se acomodó la bufanda, resignado a
esperar, mientras se deleitaba del olor de las croquetas que algunos, clientes,
degustaban afanosamente recostado al reducido mostrador.
Dentro del desordenado palabreo, don Sindulfo
creyó entender que en uno de los pequeños grupo en que estaba constituida la
clientela, se discutía sobre la proclamación de independencia de Catalunya de España. Habían independentistas y constituyentes defendiendo, apasionadamente sus puntos de vistas, siguiendo el mismo patrón de otras discusiones,
donde el tema giraba sobre supuestos cambios, o no, del gobierno castrista en
Cuba. La misma desazonada defensa de opiniones extremas, brotaban, de unos y
otros, y don Sindulfo sintió que la discrepancia era el elemento primario en
todas las opiniones, lo cual le produjo una profunda pesadumbre, convencido de
que no había mucho que hacer para rectificar la conducta de la gente, incluido
él, que igualmente se reconocía tan intransigente como cualquiera de aquellos contertulios que entre mordisco y mordisco a los pastelitos, no
cesaban de defender apasionadamente, sus puntos de vista.
Había transcurrido más de un cuarto de hora,
cuando finalmente llegara el señor director, que como de costumbre, iba a
disculparse por la demora.
– ¡Don Sindulfo,..! Cuanto lo siento, pero que le
voy a decir, el tráfico en Miami nos sobrepasa, y nuestro políticos no hacen
nada al respecto…
–Tal vez la solución está en no vender más
carros.
– ¡¿Pero qué habla usted?! Eso es imposible
– ¡Ya lo sé, señor director… era una broma. Pero
veo más posibilidades en dejar de vender autos, que en que se cumpla la promesa
de Joe Carollo…
– ¿Cuáles promesas?
– ¡Pero ¿no lo escuchó usted prometer, que cuando
él sea concejal del distrito 3, va a construir 10 mil nuevas viviendas, a
precio modesto, que va a acabar con la delincuencia, descontinuar las camaritas
de transito, y no sé cuantas cosas más.
¡Vaya!... que desde el distrito 3 de la
Ciudad de Miami, él tendrá más poder, que el
gobernador de La Florida… Solo le quedó prometer que resolvería la controversia de Trump con Corea del Norte y me imagino que también controlaría a Putin y a los chinos…y quien
sabe y hasta ayudaría a resolver la discusión entre Catalunya y el Estado
Español...
–Usted exagera don Sindulfo… recuerde que los
político prometen cualquier cosa con tal que voten por ellos, es estrategia y
ésta nunca está vinculada a lo ético y lo moral.
– ¡Si ya lo sé! Pero no me acostumbro a la falta
de respeto de estos con los inocentes votantes, que, creo yo obran así, por lo
agobiado que están por las frustraciones. Y se embelesan así mismos aceptando cualquier
cosa que le prometan…
– ¡Así es don Sindulfo! Pero no hay mucho que
podamos hacer. Hay infinidad de otros que prefieren vivir soñando, hay algo así como adición a creer en lo imposible. Es como si tuvieran
la mente atrofiada, es una especie de mantra que lo ayuda a vivir con poco
desánimo.
–Pero señor director, me niego a aceptar que un
discurso electoral produzca el mismo efecto que el mantra. Porque si es así…qué
va a ser el futuro de la sociedad…
–Lo mismo que ha sido siempre… un grupo de
secuestrados bajo el control del líder populista del momento…
–Señor director, usted me asusta.
¡Realmente! ¿Cree usted que eso es lo que podemos
esperar?
– ¡No es, lo que yo quiero! Don Sindulfo. Es lo
que me temo que va a ocurrir, y los resultados de la mayoría de las elecciones
dan muestra de ello.
Salvo contadas excepciones, gana el que más grite, el que más prometa,
aunque sean mentiras flagrantes. Al final a la mayoría
de estos estafados cuando no
le queda más remedio que aceptar que
han sido engañados, lo que hacen
es vender el sofá…
–(…)
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