"Ya, curado de tentaciones hereditarias, sin voltear la cabeza ni mirar a los lados..."
Por: J. A. Albertini
OLVIDO
Entonces me pregunté si sería el olvido,
la primavera bajo el rayo
o la premonición de algun desastre.
+ Rina Lastres
De la obra Voces con acento
Al nacer nadie le adelantó la
despedida. Desconcertado por la ordinariez, en el instante en que le cortaban
la tripa umbilical y profería el primero de muchos reclamos de alarma, decidió
recorrer la senda de su existencia lineal sin detenerse en los paraderos de los
adioses. Sitios chupadores de energía y almacén de lágrimas rancias.
También, en medio de las
contingencias del trayecto, creyó que cabellos encanecidos, arrugas corporales,
fragilidad ósea y anímica se incuban en las despedidas. Y supo por experiencia
empírica, desgraciadamente poco difundida, que la única forma de eludir las
muescas del tiempo es evitando la contaminación de los adioses. Asimismo,
descubrió por experiencia empírica, desgraciadamente poco difundida, que los
adioses, aliados de la efímera vida humana, son hitos que como aderezo, en su
faceta de ogro, emplea el parricida Cronos.
Tropezó, a contrapelo del propósito, en algún
tramo de vía digerida, con la tramposa nostalgia. Y aunque por experiencia
empírica, desgraciadamente poco difundida olfateó el peligro, la herencia
tribal le hizo desandar un buen número de pisadas. Y aunque la vereda sabía de
dónde venía y a donde iba, no delató vestigio de huellas. Sin embargo, un
paisaje había engullido al otro en fotografía de colores sepia que le rogaba el
autógrafo de un adiós. Pero conocedor por experiencia empírica,
desgraciadamente poco difundida, de los ardides de los adioses, echó a un lado
la cartulina comprometedora y, aferrándose a un saliente de respiración, retomó
la marcha en un recodo de futuro que se hizo actual, alimentado por el lapso de
presente que sacrificó en la tembladera de la añoranza.
Ya, curado de tentaciones
hereditarias, sin voltear la cabeza ni mirar a los lados, se afianzó en el
renglón que de existencia le restaba por agotar. Y al calor de la andadura,
asimiló el engaño de lenguas y palabras. Se puso al tanto, en la soledad de su
yo, por experiencia empírica, desgraciadamente poco difundida, que entre
múltiples vocablos, el adverbio de tiempo, en español, siempre, inglés, always, francés, toujors, italiano, sempre, alemán, inmer, polaco, zawsze, malayo sentiasa... con
invariabilidad se acogía a la mala pasada idiomática de La Torre de Babel.
Fantasía de cuerpos finitos y mentes desesperadas.
Casi al final de la ruta,
la posible realización del amor carnal y espiritual, con rostro femenino, le
saltó al cuerpo. Pero sabedor, por experiencia empírica, desgraciadamente poco
difundida que en todo disfrute se agazapa el garfio esclavizante del adiós
inevitable, de un manotazo mental deshizo la incitación e imitando al Galileo,
por experiencia empírica, desgraciadamente poco difundida, afianzó los pies
desnudos en las arenas calientes de la voluntad.
Y arribado al extremo
opuesto de la cinta existencial, por experiencia empírica, desgraciadamente
poco difundida, se congratuló por la frescura incólume de su cuerpo, donde el
ombligo aún conservaba la morbidez infantil. Y por experiencia empírica,
desgraciadamente poco difundida, verificó que la brevedad de su vida feliz,
alejada de la vejez, era el logro de haber esquivado el fierro candente de los
adioses.
Entonces, pletórico de
dicha, volteó la cabeza para contemplar el itinerario de hazaña realizada.
Pero, fallándole la experiencia empírica, desgraciadamente mal concebida, con
estupor contempló que el camino pensado había desparecido en tinieblas;
aniquiladoras de paraderos, casetas o estaciones de adioses.
Confundido, bajó la
mirada y comprobó que lo que le quedaba, o desde el inicio tuvo de conciencia,
era el pedacito de camino inseguro en el que se paraba. Y en aquel momento que
se deshacía, ya carente de experiencias empíricas, sintió el llamado, cargado
de adioses anticipados, del retorno. Y aconteció que, en busca del cordón
umbilical, se zambulló en la corriente acuosa de la matriz universal
Miami Dade.
Enero de 2016.
NOTA: Relato tomado de la
obra Siempre
en el entonces: Dos noveletas y ocho cuentos
No hay comentarios:
Publicar un comentario