La socialista italiana Federica
Mogherini, jefa de la diplomacia europea, afirmó en La Habana que ese
bloque regional quiere aumentar las operaciones económicas con Cuba.
Mogherini dijo: “Frente a los que levantan muros y cierran puertas,
nosotros los europeos queremos tender puentes…” (con el régimen que
tiraniza a los cubanos desde 1959). Cabe preguntarse si ella habría
mostrado tanto entusiasmo por tender puentes y tanta felicidad como la
mostrada en las fotos tomadas en Cuba si su contrapartida hubiese sido
Augusto Pinochet en Chile o Frederik de Klerk en África del Sur.
Mientras la militante
socialista europea arribaba a la isla, una entidad independiente de
derechos humanos informaba que en 2017 hubo en Cuba 5,155 arrestos por
motivos políticos, con palizas incluidas. También ese día esbirros del
Ministerio del Interior detenían a la líder nacional de las Damas de
Blanco, Berta Soler.
Como si no hubiese ya
suficientes evidencias para convencer a un europeo de que una parte de la
población cubana es perseguida y discriminada por su credo político, se
agregaron la pasada semana nuevas regulaciones migratorias. Esta vez para
despojar a los hijos de cubanos nacidos en el exterior de su derecho
constitucional a la ciudadanía en aquellos casos en que sus padres
profesen ideas contrarias al régimen de La Habana.
La conclusión es obvia:
para la Sra. Mogherini un régimen totalitario monopartidista quizás
sea inaceptable en Europa, pero resulta tolerable en el llamado tercer
mundo, sobre todo si dice ser progresista y anti estadounidense.
Muy oportuno resultó el
contundente editorial del diario The Washington Post cuyo
título por sí mismo fue elocuente: “Cuba no necesita un clon
de Castro”. El influyente diario hizo un recuento de
brutales violaciones de los derechos humanos por parte de la dictadura
castrista, y destacó que lo que necesitan los cubanos es tener la “oportunidad
genuina para decidir su propio futuro”. Por ser un
editorial del Post, esa denuncia llegó a todos los rincones del planeta,
coincidiendo con las fotogénicas sonrisas dispensadas por la Sra.
Mogherini a los dictadores cubanos. Vergüenza ajena.
Fundación
para los Derechos Humanos en Cuba (FHRC)
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