Por Fernando J. Milanés MD
"Es imposible escapar a la impresión de que las personas comúnmente usan estándares falsos de medición, que buscan el poder, el éxito y la riqueza para sí mismos y los admiran en los demás, y que subestiman lo que es de verdadero valor en la vida". Sigmund Freud
Casi siento pena por la reportera de The Miami
Herald, Mimi Whitefield, a quien se le asignó la tarea de vender todo y cualquier
cosa desde Cuba a los lectores locales. Si ella realmente cree que las
falsedades sobre las que escribe o no es imposible de determinar, pero incluso
si el contenido de sus artículos merece una F, su esfuerzo califica una A. Su
último artículo extenso de la primera página intenta convencernos de que
nuestro país podría beneficio de las drogas y medicinas desarrolladas por los
científicos en Cuba.
Los pocos que promueve en la pieza están
diseñados para combatir enfermedades crónicas como la diabetes o letal como el
cáncer. Sus intentos de demostrar su valía se ven atenuados por premisas lindas
como "potencial" y "prometedor", que de hecho le dan a los
tratamientos el mismo valor que cualquier "falsa curación" promovida
por estafadores. No hay duda de que Cuba cuenta con excelentes científicos y
expertos médicos. El hecho de que el país esté dirigido por déspotas no niega
la posibilidad de contar con expertos inteligentes e ingeniosos disponibles en
un campo determinado.
De hecho, es razonable suponer que existe el
desarrollo de drogas y medicamentos, algunos con capacidades únicas. Lo que es
pura fantasía es que cualquiera de estos logros no tiene igual en nuestro país
y / o sería una mejora de lo que ya ofrecemos. Incluso si la pobre Mimi intenta
dejar en claro que la política es la razón de la falta de interés, la verdad es
que vender nuevos "beneficios médicos" en EE. UU. Es como vender
refrigeradores a los esquimales.
La única razón para la promoción de Mimi y The
Herald en el artículo de la primera página es tratar de abrir una puerta para
el enriquecimiento de Castro y Crony, y nada más. Los productos farmacéuticos
son extremadamente caros de producir, pero tienen un mercado lucrativo. Se
requieren muchos ensayos fallidos para desarrollar uno que sea efectivo. En el
último estudio, el costo de un medicamento comercializable en este país es de $
1.4 mil millones, lo que resulta en una duplicación de las ganancias después de
20 años. Por supuesto, este costo es mucho menor en países tiránicos como Cuba sin
regulaciones ni derechos humanos u otras naciones que compran y copian
principalmente nuestros productos finales, ahorrando todo el dinero de
investigación y produciéndolos en laboratorios mal supervisados, lo que les
permite vender a bajo precio.
En Cuba, la paradoja es que la fortuna gastada
en estos esfuerzos se toma de la atención médica de la población. Las medicinas
ordinarias en ese país son difíciles de encontrar para la mayoría de la gente y
la tan pregonada atención médica, con la excepción de los turistas y la élite,
es tan mala que, según todas las medidas, es inhumana. El otro hecho que Mimi y
The Herald no nos dicen, es que los beneficios de las vacunas y las drogas
exportadas van directamente a los gobernantes para no mejorar la calidad de
vida de las personas. Es una pena que con muchos problemas que enfrentamos en
2018, que ese periódico use su primera página y Mimi siga tratando de vendernos
el "aceite de serpiente" cubano. ¡La charlatanerias no son nuevas!
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