LOS HEROES ESTAN FATIGADOS: DEL EXILIO HISTORICO AL FOLKLORICO.
Asistimos a la muerte lenta de los
héroes. Están más que fatigados: acabados. La
biología, el paso de los años y la involución, doblegaron a los robles. La demencia es
patente. Ni una sola propuesta política viable en muchos años y el poco caso
que en la isla generamos son la mejor prueba de la nadie dad. Primero fueron los largos
decenios del anodino impasse luego de la muerte de Mas Canosa; luego
la mordida del anzuelo envenenado del pacifismo a ultranza. Ahí están
los resultados.
Nada de esto desmerita la sangre, el
sudor y las lágrimas de varias generaciones de cubanos patriotas anónimos que dejaron una impronta indeleble (una deuda
nunca saldada) en la historia con mayúscula de la Patria.
Liquidados y fuera del juego político, insensiblemente, inconscientemente,
hemos ido buscando el acomodo en sucedáneos pacíficos y folklóricos
que hacen las delicias de la involución cubana que ya no es
retada desde el exterior. No molestamos. Nos hemos convertido en un exilio
cultural. Los otrora "duros" mueven a compasión con sus desayunos, memoriales, conferencias,
peñas, lanzamientos, blogs, selfies, homenajes,
publicaciones y un etcétera largo que no voy a mencionar porque no estará
exento de cierta crueldad.
No. No es "culpa" de nadie. La falta de creatividad y de energía es
propia de la senectud. Pero, lo importante: el meollo del asunto sigue siendo válido:
van, vamos, a morir como buenos y de cara al sol. Con la alegría del deber
cumplido.
La jubilación colectiva y los santos óleos deberían administrarse sin demora al exilio "coherente",
antiguamente llamado: histórico, derechista,
intransigente, reaccionario, combativo.... Su coherencia continuará siendo válida si pudiera pasar el batón simbólico, sin
sobresaltos, a las nuevas generaciones que van entendiendo mejor las actuales circunstancias
y las maneras más inteligentes de
afrontarlas.
Estos pinos nuevos fueron mencionados en un artículo precedente de este
autor, sin la más mínima intención de
hacer un juicio de valor de alguno de ellos, ni de todos como un conjunto. Rosa Payá, Orlando Gutiérrez, Lilo
Vilaplana y Marcell Felipe forman un
cuadrilátero de notable
posibilidades. Y no son los únicos.
El exilio coherente debería tenerlos muy en cuenta en el traspaso, sin
fanfarrias, de nuestras responsabilidades hacia otra generación. Repito
con candor, que no es mi intención
calificar a algunos de los
mencionados anteriormente. Sé muy bien
que los juicios de valor sobre los líderes son inevitables y
pronto comenzarán los murmullos. Pero, sigo
siendo optimista; confío en las nuevas generaciones y conozco que el optimismo
es más contagioso que el flú.
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