Con profundas
raíces en la tradición inglesa del “Common Law”, donde las leyes y
valores éticos y sociales se respetan en siglos de obediencia a las
decisiones de los tribunales de justicia, los Padres Fundadores incluyeron
en la Constitución, aprobada en Filadelfia (1787), la independencia
del poder judicial, añadiendo posteriormente las 10 enmiendas
conocidas como “The Bill of Rights” que garantizan las libertades y
los derechos individuales del ciudadano norteamericano.
En 1803, la Corte
Suprema, presidida por el Presidente del Tribunal John Marshall,
estableció, en el caso de Marbury vs Madison la supremacía
constitucional sobre el poder Ejecutivo y el Congreso, con autoridad
conocida como control de Constitucionalidad o “Judicial Review” donde
se dictaminó que ninguna ley o acción ejecutiva puede contradecir los
dictados de la Constitución que es la ley suprema de la nación, con
un marcado énfasis en los límites de poder del Presidente y del
Congreso.
De esta forma la Constitución y
el “Judicial Review” que descansa en su última instancia en la Corte
Suprema, limitan posibles decretos radicales de la mayoría,
protegiendo los derechos de las minorías para disentir y criticar en
las tribunas públicas, a esa mayoría, al propio presidente, a los
políticos y funcionarios de estado, sin que esta minoría sufra
represalias o privación de libertad. El resultado es una
democracia legítima, y profundamente respetuosa de los preceptos
jurídicos de la Constitución y las limitaciones políticas del poder
transitorio.
Incluso, leyes
aprobadas por el Congreso, pudieran ser rechazadas por la Corte
Suprema como inconstitucionales, evitando que, en un desbordamiento
de pasiones, una exaltada mayoría siguiendo las predicas de un líder
carismático o una ideología populista pretendieran aplastar los
derechos y libertades de las minorías. Este Control de
Constitucionalidad es hasta el día de hoy la mejor garantía que tiene
la libertad en los Estados Unidos.
Afincada en el “common law” el
sistema jurídico norteamericano cuenta con el sólido respaldo de
varias generaciones que aceptan las decisiones de las cortes de
justicia sin recurrir a la violencia. Las reglas legales
prevalecen sobre los intereses en conflicto. El sistema
jurídico establece que los ciudadanos, sin consideración a la
jerarquía social, son iguales ante la ley.
Un saludable
efecto del respeto a la judicatura es que genera confianza al capital
en el marco del sistema de mercado libre y propiedad privada,
brindándoles seguridad a los inversionistas y a los trabajadores.
Estos factores de inversión, producción y trabajo exigen un
grado razonable de garantías en el cumplimiento de los contratos que
son rigurosamente procesados en los tribunales. De forma que
esta tradición de independencia jurídica ha sido un componente
esencial en el extraordinario éxito y desarrollo económico del
capitalismo y consagra la libertad como el ideal supremo de los
Estados Unidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario