"Por otra parte es relevante comentar que la naturaleza vulgar de estos sujetos es un factor que les conduce..."
Venezuela se encuentra sometida
por un régimen despótico y violador de los derechos humanos y como si fuera
poco, la cuadrilla del crimen organizado que corona el
gobierno, es liderada por un sujeto que ejemplifica la incompetencia
y la ordinariez. Nicolás Maduro al igual que su predecesor Hugo
Chávez, es un patán con poder, un fanático de la publicidad, siempre
listo para hacer desaparecer a quienes disientan de sus caprichos.
Es preciso admitir que los
mandatarios del denominado Socialismo del Siglo XXI, léase el reinventado
Socialismo Real estalinista, aparte de la común afición al enriquecimiento
ilícito, se han caracterizado por su fuerte apego al show, su recurrencia a las
groserías y comentarios absurdos, a veces con el único objetivo de
llamar la atención, por tal de ser el foco de la atención pública nacional e
internacional.
Por otra parte es relevante comentar
que la naturaleza vulgar de estos sujetos es un factor que les conduce
espontáneamente a los improperios y a la falta de respeto a otras
personas, una función en la que se destacó
particularmente el desaparecido Hugo Chávez, aunque hay que admitir
que el comandante golpista nunca se encontró con pajaritos místicos ni
confundió los panes con penes como le ocurrió a su heredero político.
En la larga lista de mandatarios
latinoamericanos, presidentes o dictadores, es poco probable encontrar un
gobernante que transite del insulto más grosero y soberbio a la genuflexión más
repugnante como acostumbra el gobernante venezolano Nicolás Maduro,
que después de proferir un sinnúmero de improperios contra el presidente Donald
Trump, dijo que estaba deseoso de estrecharle las manos, cuando hace
menos de un año manifestó dirigiéndose a la misma persona: “saque sus manos
cochinas de Venezuela”.
Nicolás Maduro tiene grandes semejanza con su
par Evo Morales. Los dos son ordinarios, de notable incapacidad, de
vulgaridad sorprendente y no como consecuencia de falta de academia, porque un
aliado de ambos, el condenado a prisión por corrupción,
el ex mandatario brasileño Luis Inacio Lula de Silva
se comportó durante su mandato con ecuanimidad y prestancia, con excepción
en lo que atañía al erario público de su país.
Maduro, al parecer, gusta comportarse como un
abusador de barrio que amenaza a diestra y siniestra. Es un
bravucón de malas maneras que se cree infalible y poseedor de la
verdad absoluta, otra característica muy propia de los déspotas que gustan
ofender y amenazar en la certeza de que intimidaran a sus rivales o porque
tienen la convicción de que el objeto de sus ataque no responderá a sus
diatribas, por lo tanto no tendrán que sufrir las consecuencia de
sus provocaciones.
La situación de Venezuela es particularmente
compleja porque la pandilla más poderosa del país es desorganizada y
extremadamente ineficaz.Maduro tiende
a acentuar su discurso populista y de extremo nacionalismo con vista a las
próximas elecciones. Su uso constante de los medios de comunicación
busca catequizar al país, en particular a los partidarios del chavismo.
Identificarse como la nación es un recurso al que los autócratas
recurren con particular frecuencia, Fidel Castro gustaba presentarse como Cuba
y la revolución, se vendía como la santísima trinidad de la nación cubana la
que desaparecería si en algún momento tenía que abandonar el poder.
Estos
son tiempos difíciles para las bandas criminales de Miraflores y del
fuerte Tiuna. El sicariato afronta una crisis estructural generada por sus
deficiencias. El respaldo a Maduro es muy bajo, la cifra de quienes quieren un
cambio asciende al 77 por ciento y más del 75 por ciento rechaza su
mandato, las fuerzas armadas están también en crisis en lo que respecta al
favor de la población.
Por
otra parte nunca antes en el hemisferio se había visto a un régimen más aislado
por sus vecinos y los organismos internacionales como el de Nicolás
Maduro. Un aislamiento que no responde a una política específica de una gran
potencia sino a la voluntad de autodestrucción que ha demostrado el madurismo.
El prontuario criminal de las gobernanzas
chavistas es voluminoso, solo comparable a la ineficiencia, corrupción y
groserías que ha caracterizado un régimen que avergüenza a quienes
cargan con orgullo el gentilicio de venezolano, la realidad es que Maduro es un
patán con las manos anegadas en sangre.
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