FUNDACION DERECHOS HUMANOS EN CUBA
(FHRC)
Cuando no ya
la política y la ideología, sino el sentido común indica a
gritos que el pueblo cubano necesita urgentemente libertad económica para
no hundirse más en la pobreza y poder iniciar la
reconstrucción del devastado país, el nuevo "gobierno"
decide hacer exactamente lo contrario: impone más restricciones al
incipiente sector privado, que es el motor que mueve toda economía en el
mundo moderno.
Ello revela
el divorcio que existe en Cuba entre los generales, coroneles,
comandantes, la alta nomenklatura civil del Partido Comunista y
el Estado, y el resto de los 11.2 millones de sus habitantes, o sea, el
pueblo que ellos dicen representar como gobernantes. Esos
dirigentes “revolucionarios” viven en una burbuja capitalista de Estado
para ellos solos, disfrutan de la vida como gente muy rica, o hasta
millonarios. Al resto de sus connacionales que los parta un rayo. Eso es,
a fin de cuentas, el socialismo.
En esta
ocasión las nuevas zancadillas a los cuentapropistas rayan en la
criminalidad, dada la profunda crisis económica como
consecuencia de la inviabilidad de un modelo absurdo, y el
cataclismo socioeconómico ocurrido en Venezuela.
Las nuevas
trabas al quehacer económico del país entrarán en vigor en
diciembre de 2018, y agravarán la crisis
nacional. La dictadura prohibirá que un cuentapropista pueda operar
más de un negocio. Un ejemplo sencillo: si alguien alquila parte de
su casa a un turista extranjero y a la vez le ofrece desayuno y almuerzo,
o cena, yo no lo podrá hacer, irá a la cárcel. Y quien tiene hoy un “paladar”
en El Vedado y otro en La Habana Vieja tendrá que cerrar uno de las dos.
¿Resultado? Esos
emprendedores tendrán menos clientes, y
como obtendrán menores ingresos en vez
de pagar más al Estado en impuestos pagarán menos. Todo el mundo perderá y
la pobreza social aumentará.
El colmo es que entre las
nuevas trabas está la de prohibir que haya personas que aparezcan en
papeles como dueñas de un negocio pero que realmente solo representan al
verdadero propietario, para que no haya “concentración de riquezas”.
También les exigirán que muestren documentadamente de dónde provienen los
fondos para abrir el negocio.
Se trata de una burla.
Los jerarcas del régimen tienen en el extranjero millones de dólares y
boyantes negocios a nombre de testaferros, que incluyen en
muchos casos a sus propios hijos, nietos y sobrinos, incluso dentro de
Cuba. Todos son ricos, pero con la diferencia de que hicieron sus
inversiones con divisas robadas al Estado.
Y esto lleva a otra gran
burla. Se argumenta que con las nuevas medidas se evitará que
se usen productos y “materiales de procedencia ilícita”. Si no hay un
mercado mayorista, y el mercado minorista tampoco tiene esos insumos y
materiales, la gente los consigue como puede: soborna a
directores, administradores, jefes de almacenes y policías, o los sustrae
directamente de los almacenes.
Lejos de
hostigar al sector privado el gobierno debe apoyarlo
y facilitar que se expanda. Solo así se puede disminuir la pobreza
que agobia a la sociedad cubana. Actualmente, según cifras oficiales de
mayo último, hay en el país 591,456 cuentapropistas, que emplean a unos
700,000 trabajadores. En conjunto, en ese asediado mundo privado ya
labora el 12% de la fuerza de trabajo de la nación.
Por razones
político-ideológicas la dictadura se niega a informar qué
proporción del Producto Interno Bruto (PIB) genera ese 12% de los
trabajadores cubanos, que lamentablemente, también por razones
ideológicas, no pueden producir bienes industriales ni
tecnológicos, sino solo prestar ciertos servicios primarios, y no
profesionales.
Solo un dato: en China,
gobernada por el mismo Partido Comunista de Mao Tse Tung, el sector privado genera
casi el 70% del PIB mayor del mundo luego del de EE.UU.
Por otro lado, ¿qué
significa la propuesta de reconocer "el papel del mercado y las
nuevas formas de propiedad, entre ellas la privada" en la reforma
constitucional? ¿El camino a las piñatas de la nomenklatura o
entregar el país a la inversión extranjera antes que a los cubanos? ¿O
ambas cosas?
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