"Pero cuando uno espera que los cuentos siguientes sean tambien de cierta extensión, Cueto retoma el microrrelato y nos regala tres joyas del género..."
El cuento, como género
literario, ha caído en desuso. A las editoriales no les interesa. Sostienen que
el público prefiere obras de más largo aliento, como las novelas. Quizás tengan
razón. No es de extrañar, entonces, que cada vez menos escritores lo cultiven.
Por suerte, hay autores que los siguen escribiendo y editoriales que continúan
publicándolos. Una prueba de ello es Las
confesiones de María Tibisí y otros cuentos (Editorial Silueta, 2018) el más reciente libro del escritor
cubano Juan Cueto, una magnífica colección de relatos en los que aparecen,
intercalados con los inéditos, algunos de sus más conocidos, como Mira
la hora que es, Los
nichos vacíos y otros.
La mayoría de los cuentos de Cueto casi siempre son cortos, contados en apenas
un par de páginas; algunos en una frase, como su famoso Capitoné de solo ocho palabras: "Palpando el capitoné comprendió
que lo habían sepultado". Sin embargo, su nuevo libro comienza con uno un
poco más extenso, el titulado Dos pájaros de un tiro, un relato de varias páginas con un argumento sencillo, pero con
todos los elementos del género: introducción, desarrollo y desenlace. Está
escrito, eso sí, con su acostumbrada precisión (ni una palabra de menos ni una
de más) y su gran sentido del absurdo: "De repente, un hombre entró
corriendo a la platea y saltó con brusquedad al proscenio. Él mismo abrió el
telón y ordenó: Si alguien no ha desactivado su teléfono móvil, hágalo ahora
mismo". Lo que sigue es una historia que se balancea, hasta el inesperado
final, entre la alienación y la sorpresa.
Pero cuando uno espera que los cuentos siguientes sean también de cierta
extensión, Cueto retoma el microrrelato y nos regala tres joyas del género.
Ninguno, por su brevedad, necesita ser explicado; les basta su propio tono y
estilo. En el primero de ellos, Sueño eterno, nos dice: "Soñó que soñaba y soñaba y no despertaba. Y no
despertó". En el titulado Playa, dos docenas de palabras convierten una anécdota en tragedia:
"-Ve, pero prométeme que al primer trueno sales del agua-. Pocos minutos
después de que la madre escuchara el primer trueno, llegaba a la orilla el
cuerpo del muchacho". El tercero, Un
ramo de flores, nos hace reflexionar sobre el
desamor y los desencuentros: "Segundos antes de estrellarse contra el
pavimento vio en la acera, con un ramo de flores en la mano, a quien había sido
el causante del suicidio".
Pero no todos los cuentos son fugaces imágenes de cotidianeidad. En algunos,
Cueto se aventura en la temática cubana, como en Oda
a la cebolla, en la que narra la deserción
(ya no tienen necesidad de hacerlo; ahora van y vienen) de un intelectual de la
isla: "Clara, ¿eres tú? Soy Luis, tu primo. Estoy aquí en México. Vine a
recibir el premio a mi última novela". O la titulada Fe
de vida, en la que aborda con humor el
tema del envío de remesas a los familiares en Cuba: "Durante las últimas
décadas del siglo pasado, cinco miembros de una ilustre y numerosa familia
habanera que había optado por permanecer en Cuba, comenzaron a morirse en
perfecto y natural orden cronológico, excepto la más joven, que en los albores
del siglo XXI decidió vivir indefinidamente". Sí, pero solo hasta que el
hijo de uno de los exiliados decide visitar la isla para comprobar si la prima
tercera todavía estaba viva. Lo que descubre es puro realismo mágico a la
cubana: hay que resolver; tú sabes cómo es eso.
Las
confesiones de María Tibisí es un estupendo libro de
cuentos. Todos están escritos con ese lenguaje conciso (aunque no exento de
imágenes de alto vuelo literario) al que Juan Cueto nos tiene acostumbrados. Y
ha hecho bien en publicarlo. Los cuentos, como género, merecen una segunda
oportunidad. No importa lo que algunas editoriales
digan.
Las
confesiones de María Tibisí se presentará el sábado 13 de octubre a las 3:00
p.m. en West Dade Regional Library, 9445 Coral Way, Miami. El acto estará
auspiciado por el PEN CLUB de Escritores Cubanos en el Exilio.
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