"Estos individuos eran fanaticos del régimen dispuestos a cometer las tropelias mas extremas aun sin que les dieran la orden correspondiente..."
Por
Pedro Corzo.
El
Reclusorio Nacional para Varones de Isla de Pinos aunque solo sirvió a los
fines del castrismo ocho años, 1959-1967, fue sin dudas el que más reclusos
albergó y escenario de muchas de las mayores atrocidades cometidas por los
esbirros del totalitarismo en un predio carcelario.
Sobre ese
Presidio escribió Tomás Fernández Travieso, “imagínate el Coliseo Romano pero en vez de gradas eran unos
anillos de celdas, 5 pisos y arriba el 6to piso, todo hecho de concreto. El
sótano era un túnel por el que iban los guardias”. Es una
construcción impresionante con sus incontables rejas y el gris
oscuro de las construcciones.
A este ambiente hay que sumar
los miles de hombres encarcelados y una numerosa guarnición
compuesta por verdugo por vocación que distaban mucho de actuar como carceleros
de oficio. Estos individuos eran fanáticos del régimen dispuesto a cometer las
tropelías más extremas aun sin que les dieran la orden correspondiente.
Según José Luis Fernández “La
Pacifica”, la requisa más violenta y cruenta del presidio político, fue una
revancha del director del Penal por la exitosa huelga de hambre que
protagonizaron los reclusos pocos meses atrás, cuenta, “ llevábamos seis meses
a cabeza de pescado y agallas hasta que un día en el momento que ingresaban
aquel caldo un preso gritó que se la lleven, en pocas horas se inicio la
primera huelga de hambre colectiva de presidio que impresionó tanto al régimen
que negociaron la solución del conflicto, agrega el relator que unos meses después
la situación alimenticia empeoró y se efectuó una nueva huelga que dio origen a
la famosa Pacifica".
Para Raúl Pérez Coloma, “El Queso” la brutal
golpiza que le propinaron a Ángel Alfonso Alemán fue otro de los detonantes de
aquel aquelarre del castrismo. “Fue una más de las tantas palizas que
frecuentemente nos daban en grupo, sólo que esta vez era a un solo hombre y
estaba siendo presenciada por toda una circular y parte de otra, por lo que
comenzamos a gritar de todo a la guarnición”, la situación cobró tal
nivel de exaltación que los presos decidieron declararse en huelga de hambre.
Dice
Jorge Gutiérrez Izaguirre, “El Sheriff”, que ante aquel nuevo
“Plante” el Jefe de Orden Interior, dijo, “Ustedes van a tener la requisa más
pacífica de la historia” y para cumplir su promesa al día
siguiente las circulares amanecieron rodeadas con tanques de guerra
y efectivos del ejército equipados con armas de alto calibre entre las que
destacaban varias ametralladoras pesadas .50 montadas en trípodes
arrimados a cintas repletas de balas.
Juan
Antonio Muller, dice que la
causa aparente fue la huelga de hambre, sin embargo, no descarta otros motivos
considerando que la brutal requisa ocurrió unas semanas antes de la crisis de
los Misiles de 1962. Considera que la presencia masiva de tropas fuertemente
armadas, la movilización de tanquetas, la colocación de ametralladoras calibre
50 en las torres de las circulares y de cañones cuatro bocas en los alrededores
del penal, además de la violencia ejercida contra los presos durante la
requisa, dejan pensar que existían otras razones de mayor relevancia e
importancia.
En este
ambiente amenazante, continua Izaguirre, la guarnición entró a las circulares 1
y 2, obligó a todos los presos bajar al piso inferior iniciándose una
requisa en la que destruían y botaban todo lo que había en las celdas, en
particular libros y comida, a la vez que repartían golpes a diestro y siniestro
y conducían a muchos a las celdas de castigo. De las circulares mencionadas
marcharon para la 3 y la 4 donde repitieron la misma operación de saqueos y
golpizas.
Dice
Abel Nieve, “en un rapto de desesperación,
los presos comenzamos a lanzar colchonetas o sacos encendidos y todo lo
inflamable hacia los lugares de las circulares donde habían colocado las cargas
de explosivos, lo que provocó que los custodios gritaran están locos, vamos a
volar todos”, en conclusión, la brutal requisa, con sus terrible secuelas de
heridos y destrucción terminó, no obstante siguieron durmiendo varios meses más
sobre la dinamita ignorando que la amenaza del brutal trabajo forzado se cernía
sobre ellos.
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