"La suerte del periodista Kashoggi es para ellos un mero instrumento para atacar a Trump, a su política y a Israel...."
Por Hermann Tertsch
ABC /M3Sobre las mentiras y las víctimas como arma de guerra
Son espeluznantes los datos que llegan desde Turquía sobre el final del
periodista saudí Kashoggi, supuestamente desmembrado en vida cuando tuvo la
pésima idea de pisar el consulado de su país en Estambul. Pero le ha salido muy
mal esta bárbara operación al hombre fuerte y heredero Mohamed bin Salman, si
fue él quien lo ordenó. La campaña electoral en EE.UU. ha convertido a Kashoggi
en protagonista con todo el mundo pendiente de un periodista que no conocían.
El Partido Demócrata intenta «colocarle el muerto saudí» al presidente. De ahí
que Donald Trump muestre genuino interés por aclarar el caso que se quiere
utilizar contra él. Otra vez demuestra que su carencia de resabios ideológicos
le permite buscar soluciones a un problema objetivo con una honradez
desconocida para todos los que usan el caso con oportunismo y mezquindad.
La suerte del periodista Kashoggi es para
ellos un mero instrumento para atacar a Trump, a su política y a Israel, de los
que Arabia Saudí es crucial aliado. Lo de siempre. Resulta delirante la sobreactuación de
quienes desprecian por sistema los terroríficos informes sobre los calvarios
sufridos por hombres y mujeres inocentes torturados y ejecutados en mazmorras
en Irán, en esa otra teocracia en guerra con Arabia Saudí. A Teherán le pasa
como a Oriol Junqueras, que es el mayor delincuente de todos, pero tiene a
todos haciéndole honores y favores. Todo hacia Teherán son simpatías de los obamistas
en EE.UU. y de la UE representada por la peculiar «pija progre» Federica
Mogherini, que reparte sus amores entre el castrismo y los ayatollahs. También
son pro iraní los lobbies de la industria. Se prometían un festín en Irán y
Trump con un nuevo embargo lo ha estropeado.
Al final, Kashoggi, más allá del horror de
las circunstancias, es otra víctima más de la gran guerra interna del mundo
musulmán que libran esos dos regímenes islamistas.
El reino feudal saudí es igual de despiadado que el iraní. Pero no más.
Y el enemigo de Occidente es hoy la dictadura clerical iraní, que somete a su
pueblo desde hace 40 años. Los persas son una nación sofisticada. Infinitamente
más que esos pastores árabes saudíes venidos a más. Sus tiranos, como Xerxes en
las Termopilas hace 2.500 años, despliegan un afán imperialista imparable en
Líbano, Siria, Afganistán o Iberoamérica, aliados con movimientos comunistas y
socialismo siglo XXI. Financian con el chavismo tanto a los comunistas
españoles de Podemos como a los terroristas de Hamas. Y cooperan en el
narcotráfico mundial. Controlan medios de comunicación con bien pagadas
simpatía por Teherán y hostilidad hacia Arabia Saudí.
El martes imaginé yo que el asesinato de Oswaldo Payá en 2012 hubiera
tenido la cobertura informativa y la presión investigadora del caso Kashoggi.
Quizás Cuba hoy sería distinta. Pero a aquél gran héroe cristiano, al que
liquidó la dictadura por lo mucho que lo temía, se le negó hasta la condición
de víctima. El gobierno de España, y era el del PP, ayudó miserablemente a
encubrir aquel asesinato de Payá y Cepeda. Europa otro tanto. La editorial
Hypermedia, su viuda Ofelia y su hija Rosa María presentaban en Madrid su libro
póstumo. «La noche no será eterna», es el bello titulo de esta historia de Cuba
y especie de amorosa autoayuda para cubanos, sin ápice de rencor, con lucidez
tremenda y omnipresente esperanza. Kashoggi es una víctima convertida en
bandera por intereses ajenos, Payá fue una víctima que quisieron ignorar los
cobardes. Los cómplices con su asesinato y su ocultación han hecho mucho para
que se prolongue la noche en Cuba y se extienda a Venezuela y hoy se muestre procaz
y amenazante en España. Payá revela tanta y tan inaudita valentía que confiere
no ánimo, certeza de que la verdad profunda triunfará sobre esa noche de la
cobarde mentira.
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