"El atropello a la Constitución ha motivado una enérgica respuesta del único poder del estado que cuenta con legitimidad, la Asamblea Nacional..."
Por
Pedro Corzo.
La situación que padece Venezuela no
tiene precedentes en el hemisferio. Poderes públicos enfrentados,
represión política, crisis alimentaria y de producción, alta inflación y una
elevada criminalidad junto a otros factores negativos que
sumados a la corrupción existente, amenazan con agudizar los graves problemas
de gobernabilidad que padece el país, que de concretarse, podrían conducir a
una guerra civil, al caos y hasta el quiebre del Estado, porque la corriente golpista
tiene más de pandilleros que de fuerza política.
A Nicolás Maduro no le ha sido
suficiente el régimen de corrupción que ha entronizado y ha usurpado la
Presidencia, propinando un golpe a la Constitución con el respaldo de las
fuerzas armadas. El déspota honra la tradición de su mentor Hugo Chávez y del
fuhrer Fidel Castro, que derrocó al presidente Manuel Urrutia a menos de siete
meses de gobierno.
El atropello a la Constitución ha
motivado una enérgica respuesta del único poder del estado que cuenta con
legitimidad, la Asamblea Nacional, que en sesión ordinaria el pasado
martes 15 de enero aprobó declarar que la Presidencia de la República ha sido
usurpada, recurriendo a lo establecido en la Carta Magna que dispone que la
Presidencia corresponde al diputado que presida la legislatura, en este
caso el asambleísta Juan Guaidó.
Otras disposiciones
como rendirle un minuto de silencio a la memoria de Oscar Pérez, muerto junto a
seis de sus hombres en un ataque del despotismo, igualmente
declarar que los actos y decisiones de Maduro y sus ministros son
nulos y legislar una amnistía para aquellos funcionarios, incluido militares,
que se rebelen contra el régimen, son factores que elevan el nivel
de rebeldía de la legislatura.
El escenario demandaba una pronta
actuación de los líderes de la oposición ya que el chavismo y su
mayoral Nicolás Maduro, han demostrado tener una obsesiva vocación
autoritaria junto a la intención de conducir el Socialismo del Siglo
XXI a replicar el socialismo real castrista, un método que instrumenta férreos
mecanismos de control con el fin de establecer una rígida dictadura.
Además la influencia y manejo del
castrismo sobre los cuerpos represivos, institutos armados y la administración
general del país, es una aberrante realidad equiparable con las que
imponen los ejércitos de ocupación. Venezuela esta supeditada a la voluntad del
gobierno de Cuba, una situación que ha sido numerosas veces
denunciada. El propio arresto de Guaidó, verdadero presidente de la
República, más allá de quien ordenó su detención, cae en la práctica
castrista de “represión de baja intensidad”, al igual que el creciente control
que el chavismo intenta imponer en las redes sociales para limitar
más los derechos de la ciudadanía a la libre expresión e información.
Maduro, a pesar del despotismo de su
gobierno y de una represión continua contra la sociedad civil, no ha sido
capaz de impedir que el país se sumerja inexorablemente en la
anarquía, mientras la comunidad internacional insiste consistentemente en
proclamar a la Asamblea Nacional como el único Poder que representa
legítimamente al Pueblo venezolano.
Por su parte la Asamblea Nacional,
criticada por ciertos sectores de la oposición por no haber instrumentado
acciones más drásticas contra el ejecutivo, está actuando en
consecuencia con sus prerrogativas, afectando al chavismo en su
raíz, motivo suficiente para que la banda que hasta el momento usurpa el poder,
recurra a la fuerza para acabar con sus retadores.
Es de suponer que las recientes amenazas
del golpista de que quienes vayan en su contra enfrentaran a la justicia, no
sean triviales. Son muchos los intereses en juego y los problemas que
enfrentaría el chavismo si pierden el poder, razón por la cual la ciudadanía
venezolana debería estar en alerta máxima para respaldar a los diputados que
están dispuesto a rescatar la soberanía popular de manos de los depredadores
que por casi 20 años han explotado al país a fondo.
La reacción internacional contra los
desmanes de Nicolás Maduro tampoco tiene precedentes. La comunidad de naciones
demuestra estar empachada de este peligroso patán, y sin restarle importancia a
un respaldo tan significativo, es válido reiterar que el pueblo debe
alistarse para enfrentamientos cruentos que ojala no se produzcan, pensando
qué, en guerra avisada, la derrota del enemigo es más segura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario