"Lo mas importante es que pretenden legitimar todo en un llamado "referendo" en el que solo está permitido votar votar SI, porque cualquier otra alternativa, se considera un sabotage..."
Se
aproxima el 24 de febrero sin que hasta ahora ningún jefe de Estado, hacedor de
opinión, o sala de redacción de algún medio global haya puesto un foco de
atención en la flagrante violación a los derechos universales que está a punto
de perpetrarse en Cuba.
El poco interés
que las instituciones mundiales le dispensan a Latinoamérica se destina casi
todo a Venezuela dejando a salvo que todo el desbarajuste producido en este
país ha sido planeado y escrupulosamente ejecutado desde un centro de
operaciones que precisamente se ubica en La Habana.
Al principio del
proceso de reforma constitucional los medios globales esparcieron una serie de
mentiras haciendo ver que representaba una apertura del régimen, que abandonaba
el avance hacia una sociedad comunista, introducía la propiedad privada e
incluso el denominado matrimonio igualitario, lo que fue saludado por Amnistía
Internacional como “un gran avance”.
Es el caso que
después de la “discusión” del proyecto con “las masas”, se insertó en el
artículo 5 junto a la construcción del socialismo “el avance hacia la sociedad
comunista”; se reformuló la propiedad privada “con un papel complementario en
la economía” y se eliminó el famoso artículo 68 del matrimonio igualitario, sin
que AI haya emitido un nuevo comunicado considerando esto como “un gran
retroceso”.
Lo más importante
es que pretenden legitimar todo en un mal llamado “referendo” en el que sólo
está permitido votar SI, porque cualquier otra alternativa, incluso la que le
es consustancial de votar NO, lo consideran un sabotage, instigado por la
contrarrevolución, por lo que prohíben promoverlo y quien lo intente es
reprimido brutalmente y encarcelado.
Es evidente que en
esas condiciones es imposible considerar que haya expresión de la voluntad
popular, como es falso que el texto se haya elaborado “con todos y para el bien
de todos”, cuando en realidad fue redactado y modificado a discreción por un
comité del partido comunista presidido por Raúl Castro.
El hecho crudo y
duro es que esta serie de arbitrariedades y abusos se perpetran a cielo
abierto, a la vista del mundo, sin que aparentemente pueda hacerse nada al
respecto, lo que impone una reflexión muy severa acerca de lo que pueda estar
pasando en esta tan celebrada civilización del siglo XXI.
Lo que primero
salta a la vista es el enorme poder que despliega el comunismo cultural en los
medios de comunicación, en las instituciones que administran la educación como
las universidades y academias, en los parlamentos y gobiernos, en los líderes
de opinión, muchos de los cuales le deben su celebridad precisamente a los
partidos y organizaciones filocomunistas.
Por poner un
ejemplo, la alianza rojiverde, de comunistas y fundamentalistas islámicos, pone
el foco de atención contra Israel, mediante calumnias, francas mentiras y
tergiversaciones demonizan al Estado Judío, la única sociedad abierta del medio
oriente con una vibrante democracia pluralista, al punto de propinarle más de
sesenta condenas en la ONU, frente a cero condenas para la Cuba de Castro o la
denostada Venezuela de Maduro.
Maduro sigue
siendo Secretario General del Movimiento de Países No Alineados, cargo que
recibió de Hasán Rouhani, Presidente de Irán, agrupación de 120 países, más 15
observadores, todos miembros de la ONU, cuya refundación se proponen, además de
“la defensa del pueblo palestino; el fin del bloqueo a Cuba y la
descolonización de Puerto Rico”, según la agenda que anunció aquel en su toma
de posesión.
El Foro de Sao
Paulo agrupa a más de 120 partidos y organizaciones de extrema izquierda, que
hoy se encuentran en el poder en diez países: Cuba, Venezuela, Nicaragua,
Bolivia, México, Uruguay, Ecuador, El Salvador, Dominica, República Dominicana
e influye en el gobierno de España a través de la Izquierda Unida y sus
aliados, Podemos y el PSOE.
Michelle Bachelet,
líder socialista, alta representante de la ONU para los DDHH, vivió su exilio
en los años 70 en la RDA, detrás del muro de Berlín jamás observó el menor
rastro de tiranía. La Fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda,
es musulmana, de la República Islámica de Gambia, dicho sea al pasar que la
Organización para la Cooperación Islámica agrupa a 57 países, la Liga Árabe
reúne 22, incluyendo a “Palestina”. Federica Mogherini alta representante de la
UE para asuntos exteriores y políticas de seguridad reúne la doble condición de
comunista e islamista.
Esto explicaría el
silencio en torno al “Referendo” de Cuba, la aparente indiferencia de la
comunidad internacional y las pocas esperanzas que puedan abrigarse de que se
encienda alguna alarma en torno a un proceso que está viciado desde el origen,
pero que parece imposible de contrarrestar.
Si ni siquiera se
puede promover ni votar NO, lo único que queda es el recurso al boicot, urnas
vacías, no participación, en el entendido de que la llamada constitución será
aprobada de todas maneras; pero se pondrá de manifiesto su falta de
legitimidad, basada en la ausencia de consentimiento que es, a todas luces,
mayoritario.
Pero aunque no lo
fuera, llegamos al centro del argumento: la Libertad no es decidible. No se
puede poner a una colectividad a decidir si prefieren el comunismo o la
libertad, porque la libertad es consustancial a la condición humana y es
irrenunciable por principio.
Tanto menos puede aparentarse
que las personas optan libremente por un régimen de partido único, cuando ese
partido único ya está en el poder reprimiendo y acosando a los otros, de manera
que manifiestan su disenso contra todo riesgo, lo que en consecuencia invalida
la supuesta declaración de voluntad de los demás, arrancada con violencia, bajo
coerción, con abuso excesivo de la fuerza.
Aunque los medios
globales mientan deliberadamente, confundan al público y tergiversen el
contenido real de la nueva constitución castrista, que en realidad es la misma
estalinista ahora vigente, con algunos retoques, los hechos terminarán
imponiéndose.
Es inútil discutir
si es compatible con la Carta Democrática Interamericana porque desde el
principio se autodefine como “fidelista, marxista y leninista”, lo cual la
separa no sólo de América, como en los años 60 cuando Cuba fue suspendida de la
OEA, sino de occidente, porque hasta Rusia, donde se creó el adefesio, repudia
al leninismo, esa glorificación de la dictadura totalitaria.
Como ya asentaron
los clásicos, fundadores del constitucionalismo: “Una sociedad en la que no
está asegurada la garantía de los derechos ni determinada la separación de
poderes, carece de Constitución”.
Y esta verdad no
puede refutarse con la punta de un fusil.
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