"El despota disfrazado de Pastor, cada vez que hablaba generaba entre sus partidarios una histeria colectiva..."
Por Pedro Corzo
Con frecuencia se a aprecia que hay personas que no
aprenden de sus errores, peor aún, que hay pueblos que al parecer tienen una
fuerte tendencia a rendirse ante sujetos con personalidad abusiva y
excluyentes, depredadores despiadados, personajes que como Atila, " por
donde pasan, no crece ni la hierba".
Los cubanos todavía padecen la experiencia de haber cedido su soberanía
personal a un depredador que a la cabeza de una jauría devoró el país. Un
individuo que instrumento un régimen que le ha sobrevivido porque contó con
aliados incondicionales y la complicidad de muchos para constituir una
estructura criminal de la que se han beneficiado numerosos victimarios a costa
de victimizar a la población.
El déspota, disfrazado de Pastor, cada vez que
hablaba generaba entre sus partidarios una histeria colectiva, todo lo que
decía era una verdad absoluta para sus fieles, quienes no perdían tiempo en
tratar de sepultar a quienes rechazaban sus inventivas o simplemente no
mostraban el entusiasmo requerido hacia un sujeto que se presentaba como el Salvador.
Los frenético entusiastas del mesías de la nueva
religión que se apoderaba de la isla caribeña no cesaban de gritar "Paredón",
"Elecciones para que", y "Si Fidel es comunista que me pongan en
la lista", consignas que se reproducían en periódicos, programas de radio y televisión que paradójicamente
dirigían algunos de los mas conspicuos representantes de la elite insular.
Tales consignas fueron muy útiles para dividir el
país y también para sembrar el desconcierto en amplios sectores de la sociedad,
aquel tsunami de miedo aderezado con
promesas de una vuelta a un paraíso que nadie conocía, absorbió a la mayoría ciudadana, un sector
quedó al pairo y la minoría, que fue
capaz de sustraerse de aquella poderosa atracción, pagó muy caro su herejía.
Por supuesto que las consignas no se perdían en los
ecos de aquellos gritos estentóreos ni
la tinta se decoloraba inútilmente. El paredón era una realidad que devoraba
ciudadanos sin cesar, mientras, los
victimarios, abusaban del vecino por simple maldad o para evitar ser
entrampados en aquel circulo trágico por otro homicida más cruel y sádico, un depredador mas abusivo que lo que él nunca
había sido, porque el miedo también cundía entre los verdugos, la crueldad extrema era la
muestra superior de la lealtad.
Sumisión absoluta. Respaldo total al proyecto y al
caudillo. El odio como instrumento de lucha fue una de las herramientas
preferidas del castrismo aun antes de que el asesino en serie Ernesto Guevara
escribiera el respecto.
Eran tiempos en los que expresar dudas era un
delito y manifestar oposición a una propuesta podía conllevar a una seria
condena, la situación era tan compleja que Matías Dreke Bernal, a la sazón un
joven de 18 años expresó en el parque Leoncio Vidal de Santa Clara, "que
mal estamos, esto que estamos diciendo aquí nos lleva al paredón pero si lo
consideramos en otra perspectiva, en otro país de América, nos meten
presos".
Los perros del castrismo se incorporaron a las
fuerzas de la Seguridad del Estado, aunque la mayoría eran simples esbirros. Defendían
al régimen con todos los recursos, autoridad y respaldo que le conferían. Eran
acosadores de oficio, antisociales, sujetos de la peor calaña que encubrían su cobardía
moral y física intentando abusar de sus conciudadanos. Muchos de ellos, con el tiempo, traicionaron al
caudillo, algunos se encuentra en Miami, sin nunca haber enfrentado al régimen
del que fueron victimarios y victimas después.
Fue un ataque de los bárbaros, una facción, la oficialista,
que solo concebía el uso de la fuerza contra aquellos que no opinaban como
ellos, era el alumbramiento de una sociedad en la que pensar independientemente
era un crimen, en la que al usarse el respetuoso señor se recibía la respuesta,
"los señores se fueron para Miami".
Matías Dreke, quien estuvo largo años en prisión, fue uno de
los primeros, de aquel grupo de estudiantes villaclareños, en percatarse de lo
compleja que era la situación, en
particular para los jóvenes. Fueron tiempos duros, pero no faltaron hombre y
mujeres con decoro que enfrentaron a los que violaron la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario