"El regimen impuso el control cultural, de ahi la otra consigna: 'inevitablemente tambien una revolución cultural en nuestro pais'..."
Por Pedro Corzo.
El cinismos de la dictadura
totalitaria cubana no conoce límites, pero la abyección de sus secuaces,
particularmente los que se desempeñan en el sector intelectual, es
una profunda muestra de cómo se descompone el creador cuando sirve
al poder.
El castrismo, una herramienta
represiva cuyo único objetivo es el control, siempre gustó tinturarse de
creadores que le sirvieran incondicionalmente, de ahí la consigna de Fidel
Castro, un hombre talentoso y brillante que nunca creo nada a excepción de un
régimen despiadado e ineficiente y un folleto, “La Historia me absolverá” que
los cubanos evidentemente nunca leímos con atención porque nos hubiéramos
percatado que el sujeto prometía un mundo a su exclusiva conveniencia.
Fidel no fue capaz de teorizar
sobre su única obra el “castrismo”, pero si fue preciso en su consigna a los
intelectuales, un parte aguas que los creadores de la época debieron asumir que
presagiaba el fin de sus derechos creativos y hasta de su libertad de
conciencia, “Dentro de la Revolución todo; contra la Revolución nada”.
El régimen impuso el control
cultural, de ahí la otra consigna, “inevitablemente también una
revolución cultural en nuestro país”, otra frase que debió alarmar a los creadores
cubanos, “lo primero es la
Revolución misma. Y después, entonces, preocuparnos por las demás
cuestiones” para apuntar de forma demoledora, “Es decir, que el campo de la duda no queda ya para
los escritores y artistas verdaderamente revolucionarios; el campo de la duda
queda para los escritores y artistas que sin ser contrarrevolucionarios no se
sientan tampoco revolucionarios” y saber que después de esta afirmación
numerosos creadores cubanos siguieron sirviendo al régimen por un miedo que
invalidó su conciencia o peor, por un plato de lentejas que algunos
terminaron comiendo en la cárcel.
Ante estos conceptos expresado por el dictador en
jefe y por la obra destructiva de su régimen de 60 años a ningún
observador o víctima del castrismo debe sorprenderle el reciente
decreto 349 y otros que le precedieron, ni la encarcelación de los
intelectuales libres que se oponen al control del pensamiento y de la obra,
como tampoco la exclusión de artista críticos de lo que acontece en la isla.
Las Bienales castristas, así como los Congresos
Culturales de cualquier tipo celebrados bajo el auspicio del régimen, no pueden
ser genuinos foros de la creación. Un evento que se realiza en el marco de la
censura y la amenaza de prisión como les ocurrió a la creadora y activista
Tania Bruguera y a Luis Manuel Otero Alcántara, es un fracaso, porque sin
libertad, condición que se perdió en 1959 en Cuba, no es posible al
arte.
Esta penosa realidad es la que determinó que varios
artistas cubanos dirigieran una carta abierta a sus pares invitados a la Bienal
de La Habana demandándoles solidaridad con los creadores que se oponen al
decreto 349, especificando que los firmantes son artistas vulnerables por
haberse opuesto a la ley que criminaliza la producción artística. También les
piden a los participantes a la Bienal invitar a artistas
independientes que fueron perjudicados por el decreto, a compartir espacios o
escenarios de exhibición del evento.
Es fundamental que los intelectuales libres, los
creadores que solo responden a su conciencia, al igual que organizaciones como
el Pen Club Internacional se manifiesten categóricamente contra estos fraudes
del castrismo, de ahí la importancia de la reciente declaración del Pen Club de
Escritores Cubanos en el Exilio que preside José Antonio
Albertini, que afirma “el castrismo en su condición de depredador
del pensamiento libre no cesa en sus ofensivas contra la libertad, y en
brindarle al mundo, una imagen en la que los cubanos hacen dejación hasta de su
propia vocación artística por la Revolución, tal y como exigiera Fidel Castro
en las reuniones que sostuvo en 1961 con intelectuales cubanos en la Biblioteca
Nacional de Cuba”.
Hay una realidad incontrastable, todos los eventos
que se celebran en Cuba tienen que ceñirse al pensamiento oficial, responder a
los intereses del régimen, en particular los relacionados con actividades
creativas, en consecuencia los artistas que participan en estos eventos deben
tener mucho cuidado de no convertirse en víctimas o victimarios del
totalitarismo.
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