"Los derechos humanos en la política exterior de los países de América Latina..."
Por Jeanne Foucaud
Entre los
países de América Latina, 15 incluyen a la mención de los derechos humanos en
su política exterior según las páginas web de sus respectivas cancillerías,
aunque mayormente existe un desajuste entre la política exterior y la política
interna de los mismos. Por su parte, Cuba, Nicaragua y Venezuela son los tres
países latinoamericanos que no hacen de la defensa de los derechos humanos un
objetivo de sus políticas exteriores.
El respecto de los derechos humanos en los países brinda una mayor
legitimidad internacional, aunque aplicarlo en el plano de la política exterior
contempla limitaciones. La mayoría de los países
de América del Sur hacen de los derechos humanos una de las prioridades de sus
políticas exteriores. Este discurso de los ministerios de relaciones exteriores
no es solo algo superficial sino que también puede tener un impacto real. Los
países latinoamericanos conocen la importancia de una red internacional de
apoyo en la lucha por los derechos humanos. En efecto, la denuncia
internacional de las violaciones de los derechos humanos sufridos por los
países de América latina en las décadas del setenta y ochenta durante los
regímenes autoritarios permitió presionar sobre los gobiernos represivos.
Independientemente
de su potencia política, económica, o cultural, de su localización en América
Central o del Sur, la mayoría de los países latinoamericanos integran los
derechos humanos en su política exterior. Brasil recuerda que «La Constitución Federal determina la prevalencia de los derechos humanos
como uno de los dos principios que deben regir las relaciones internacionales
de Brasil»; la dirección de derechos humanos del ministerio de relaciones exteriores
de Chile coordina la acción internacional del
país en materia de Derechos Humano; la Secretaría de Relaciones Exteriores
de México cuenta con una Subsecretaría
de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos ;
el ministerio de relaciones exteriores argentino valora « la libertad, la democracia, los derechos humanos, la solidaridad, el
multiculturalismo, la libertad de cultos, la igualdad de género, entre otros
que hoy son parte de nuestra realidad, son reforzados y protegidos a través de
la acción internacional del Estado»; Colombia se compromete en « la promoción, respeto y la garantía de los Derechos Humanos y las normas
del Derecho Internacional Humanitaria» ; la cancillería
del Salvador tiene como objetivo «Reforzar el compromiso del Estado
salvadoreño como promotor de los derechos humanos en la agenda nacional e
internacional» ; Honduras como Guatemala integran los derechos humanos en los objetivos de política
exterior de sus países; la política exterior costarricense se fundamenta en « La promoción, la protección y el respeto de los Derechos Humanos y
libertades fundamentales »; la defensa de los
derechos humanos es uno de los ejes centrales de la política exterior de
la República Dominicana como lo dijo en un discurso el canciller Miguel Vargas; la Canciller de Panamá, Isabel de Saint Malo de Alvarado, ratificó antes de las Naciones
Unidas el liderazgo del país en materia de derechos humanos y equidad de
género ; el Canciller paraguayo Luis
Alberto Castiglioni señaló que la política exterior paraguaya se apoya en el respeto y promoción de los
derechos humanos y de la defensa de la democracia ; el Canciller peruano declaró que Perú es « un país comprometido con […] la promoción y protección de los derechos
humanos y la democracia » ; también el Canciller ecuatoriano dijo que los derechos
humanos son una de las prioridades de la política exterior del país; y, por fin,
durante una intervención en el consejo de derechos humanos en Ginebra, el Canciller uruguayo Nin Novoa se refirió a los derechos
humanos como un principio que inspira la política exterior del país.
Esta
característica de las políticas exteriores de los países latinoamericanos se
materializa de
diferentes maneras, como la
integración en organizaciones internacionales, la creación de áreas
especializadas en los derechos humanos dentro del ministerio de relaciones
exteriores como México que tiene una Subsecretaría de Asuntos Multilaterales y
Derechos Humanos, y también, algunos países crean iniciativas como Ecuador que
decidió priorizar la promoción y la protección de los derechos humanos durante
el año 2018.
La
investigación en las páginas web de las cancillerías de los países y de los
discursos de los ministros de las relaciones exteriores sobre el tema, permite
dar cuenta que si los derechos humanos hacen parte de la agenda internacional
de una gran parte de los países latinoamericanos, todos estos países no hacen
de ellos una prioridad. Por ejemplo, en la página web de
la cancillería boliviana no aparecen como el eje
principal de la política exterior del país, pero, siendo parte de la asociación
birregional Eurolat, el país muestra cierta preocupación por ellos. Diego
Pary Rodríguez, el ministro de relaciones exteriores boliviano dijo: «[Dialogamos]
sobre temas globales tales como el reforzamiento, el fortalecimiento del
multilateralismo, el fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas, la
promoción de un sistema comercial global más justo y equitativo, la promoción
de los derechos humanos». El caso boliviano no es
único. Hay que subrayar que muchos de los ministerios de relaciones
internacionales de los países dan más importancia a su integración en el
comercio global, a la protección de los intereses del país y de sus ciudadanos
que están al extranjero, a la paz y a la seguridad internacional, y a los
tratados de cooperación internacional. Por ejemplo, se puede leer en la página
web de la cancillería peruana que sus prioridades son: « La promoción y la defensa de los
intereses del Perú y la protección de nuestros connacionales en el exterior». Los intereses nacionales económicos, políticos y diplomáticos
tienen entonces la prioridad sobre la defensa y la promoción de los derechos
humanos.
Recordando
la posición de los países latinoamericanos respecto a la promoción de los
derechos humanos en la escena internacional, es necesario pensar el existente
desajuste entre la política exterior y la política interna de los países. El
informe de 2019 de Human Rights Watch permite subrayar las violaciones de los
derechos humanos en los mismos países que reivindican la promoción de estos
derechos en su política exterior. Se puede distinguir similitudes entre los
países como la violencia de las fuerzas militares y policial contra ciudadanos
(México, p.396: « México confió mucho en el ejército para combatir la
violencia relacionada con las drogas y el crimen organizado, lo que lleva a
violaciones generalizadas de los derechos humanos por parte de personal militar »)
o líderes sociales ( Colombia, p. 151: « Defensores de derechos humanos,
periodistas, líderes indígenas y afro-colombianos y otros activistas
comunitarios han enfrentado amenazas de muerte y violencia») ; la situación
crítica del sistema penitenciario (Argentina, p.36: « La superpoblación,
los malos tratos por parte de los guardias, las instalaciones inadecuadas y la
violencia de los reclusos continúan en las cárceles de Argentina »); las
violaciones contra la libertad de expresión (Brasil, p.95: « Más de 140 reporteros
que cubrían las elecciones fueron hostigados, amenazados y, en algunos casos,
atacados físicamente»); la falta de reconocimiento de los derechos indígenas
(Chile, p.133: «Las cortes chilenas continúan persiguiendo a los activistas
mapuche por los derechos a la tierra bajo la ley antiterrorista del país por la
violencia y la destrucción de bienes durante las protestas»), y la impunidad de
las violaciones de los derechos humanos ( Honduras, p. 265: Los esfuerzos para
reformar las instituciones responsables de brindar seguridad pública han
progresado poco. Empañado por la corrupción y el abuso, el poder judicial y la
policía siguen siendo en gran medida ineficaces. La impunidad por la
delincuencia y los abusos de los derechos humanos es la norma).
Además,
se puede realizar también una crítica de la política exterior de los países
latinoamericanos que parece más bien guiada por intereses económicos que por la
defensa real de los derechos humanos. En efecto, porque priorizan la
importancia de este socio comercial, las cancillerías no se atreven a criticar
un país como China, cuya represión contra los defensores de los derechos
humanos, de las minorías, o de periodistas sigue vigente. Mientras que HRW
menciona que China « representa un peligroso desafío para los derechos
humanos, no solo por la gravedad de su represión, sino también porque
representa el sueño autócrata: la perspectiva de un poder que dura mucho tiempo
y beneficios económicos sin derechos humanos, democracia o estado de
derecho » (p. 11), los países latinoamericanos no realizan críticas de la
situación política China. Entonces, el discurso sobre los derechos humanos de
los países de América latina no aparece coherente ni constante. Así, es
necesario matizar la integración de los derechos humanos en la política
interior y exterior de los países latinoamericanos.
En el
caso de los tres países latinoamericanos que no integran los derechos humanos
en su política exterior son Cuba, Nicaragua y Venezuela, el primer objetivo de
la cancillería cubana es la defensa de «La patria
socialista de las campañas, amenazas y acciones hostiles en el ámbito de las
relaciones internacionales»; Nicaragua se da por objetivo
«velar por la defensa de la soberanía e integridad territorial, la paz
regional y mundial, la solución de conflictos a través de la diplomacia y
utilizando los medios pacíficos establecidos por el Derecho Internacional» ; y Venezuela pone de relieve cuatro ejes de su
política exterior: la consolidación de una nueva geometría del poder en
Latinoamérica y el Caribe, romper los cercos y el Plan Vuelta la Patria, evadir
el bloqueo económico, y las alianzas militares para la defensa de la soberanía
nacional. La política exterior de estos tres países es largamente marcada por
la necesidad de proteger sus fronteras nacionales contra una injerencia
extranjera. Además, visto la posición ideológica de los tres, la integración de
los derechos humanos, ya sea en la política exterior o interior, sería un paso
hacia la agenda de los Estados-Unidos.
La
situación de los derechos humanos dentro de estos mismos países es preocupante.
Según
Human
Rights Watch, «El gobierno cubano aún se niega a reconocer la vigilancia de los
derechos humanos como una actividad legítima y niega el estatus legal a los
grupos locales de derechos humanos. Las autoridades gubernamentales han
hostigado, agredido y encarcelado a defensores de los derechos humanos que
intentan documentar abusos.» (p. 169). HRW señala al gobierno de Nicaragua por
su gran concentración de poder en las manos de Daniel Ortega que comete graves
abusos contra los oponentes al régimen (p.425). Y por fin, Venezuela está
viviendo una crisis económica y política muy profunda. Como lo explica el
informe de HRW de 2019, no existen más instituciones independientes en el país
y no controlan más el poder ejecutivo de Nicolás Maduro. El gobierno reprime la
oposición de manera violenta. Son preocupantes las condiciones de detención, la
impunidad de los violadores de derechos humanos, y el acoso por parte del
gobierno en contra de los defensores de los derechos humanos y de los
periodistas.
¿Cómo se
posicionan los países latinoamericanos que integran los derechos humanos en su política
exterior frente a los países que violan estos derechos? ¿Cómo se concretiza esta política exterior de
promoción y defensa de los derechos humanos? Paradójicamente, los países
latinoamericanos que defienden los derechos humanos fuera de sus fronteras
nacionales, defienden el principio de no intervención en los asuntos interiores
de otros países. Por lo tanto, preocupados por la situación en Venezuela, por
ejemplo, la mayoría de los países latinoamericanos se posicionan en contra del
gobierno de Maduro y quieren hacer presión para que cambie la situación del
país. La declaración de Lima, firmada en agosto de 2017, aspiraba a contribuir
en la restauración de un sistema democrático en Venezuela utilizando una vía
pacífica y negociada. Así, los gobiernos colombiano, argentino, chileno,
canadiense, costarricense, guatemalteco, hondureño, mexicano, panameño,
paraguayo, peruano que firmaron esta declaración intervienen en la situación
venezolana no con fuerzas militares sino mostrando su apoyo moral a la
población que sufre y su oposición al régimen de Maduro. Condenan la ruptura
del orden democrático y la violación sistemática de los derechos humanos en el
país. El caso venezolano es relevante para entender la aplicación de la política
exterior de promoción de los derechos humanos de los países latinoamericanos.
Tomar
posición a favor de la promoción de los derechos humanos afuera de las
fronteras nacionales representa un reto diplomático, político, pero también
económico para los países. La defensa de los derechos humanos, concretizada en
acciones diversas, aparece como una manera de integrarse a la tendencia
mundial, ajustarse a las normas, y mantener relaciones con sus vecinos tanto
económicas como diplomáticas, políticas y culturales. Los derechos humanos,
antes de ser un elemento de moralidad y de ética para hacer presión sobre los
países que los violan, aparecen más bien como un tema de la agenda
internacional que permite mantener buenas relaciones entre los países.
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