"Pero quedaban a resolver dos problemas importantes. En primer lugar las causas de la negativa nunca fueron diáfanas..."
Por Santiago Cárdenas.
Era la sobremesa.
Fidel prende un Cohiba, entre sorbitos de café en la Nunciatura Apostólica de
Quinta y 12, mientras pontifica con voz queda: “Muy bien, Mon - Señores, todo
está resuelto; podrán haber altas y bajas, pero”……
-- ¡“Eso no es
verdad, comandante”!, interrumpe Monseñor Fernando Prego Casals, primer obispo
de Santa Clara. “Todavía hay muchos casos de discriminación de católicos en
centros de trabajos, escuelas y universidades….”
-- “Mira Pregón,
riposta Fidel, no me eches a perder el postre. Te digo a ti y a todos, que si
existiera algún otro caso de supuesta discriminación; nada de habladurías, ni
de resentimientos. Me lo envían con las evidencias directamente a mi oficina.”
El “caso” no
demoró mucho en aparecer: la Rebeca.
Nacida en la
revolución, el primero de enero de 1970, el año de los diez millones.
De diecisiete años
de edad, catolicismo acendrado, mirada limpia y expediente cinco estrellas; mi
hija era una “joyita”. Un diamante en bruto que quería ingresar en la Facultad
de Psicología de la Universidad de la Habana. Muy difícil empeño, como tantos y
tantos, para cualquier creyente que se embarcara en estos trajines aún en la
atmósfera propicia del entonces publicitado libro de Frei Betto: “Fidel y la
Religión”.
La Quíntupla
Entrevistadora—el Partido; la UJC; el Sindicato; la FEU y un profesor de la
Facultad – había sido unánime en la primera entrevista y en la consabida
apelación. Mi niña no podía estudiar Psicología.
Pero quedaban a
resolver dos problemas importantes En primer lugar las causas de la negativa
nunca fueron diáfanas, ni me las dieron por escrito. Además, las entrevistas
giraron y re giraron en torno a la teología de la liberación, las comunidades
de base de la iglesia brasileña, las enseñanzas de Gustavo Gutiérrez, Leonardo
Boff, Helder Cámara, el libro de Betto, etc.
Muy ajena a lo que
se hablaba en las nunciaturas, Rebequita decidió ir a conversar con su obispo,
el futuro cardenal Mons. Jaime Lucas Ortega y Alamino en su Palacio de la
Habana Vieja. Se conocían y admiraban mutuamente. Había buena química entre
ellos. Entonces el pastor le recomendó silencio y discreción a la ovejita que
balaba pidiendo ayuda en aquel verano de 1987.
Ésta llegó una
semana después. Estábamos en el despacho del Presidente de la República. Chomi
nos pasó, en medio de un silencio impresionante, desde el recibidor a una
grande y bonita oficina donde comenzó el exhaustivo interrogatorio, “desde los
mismos inicios de los hechos,” según él solicitó. Fue amable, recurrente,
detallista, puntilloso, profesional, atento y discreto, mientras tomaba notas a
mano durante aproximadamente una hora y media. Hubo un curioso intervalo cuando
Miyar Barruecos abandonó el salón abruptamente, regresando media hora después
sin dar explicaciones, ni excusas. Al final, se dirigió por primera y única vez
a mí: “Gracias doctor por venir a visitarnos; créame que el Presidente tenía
gran interés en estar presente, pero tuvo que recibir a un embajador. Yo tengo
su teléfono y lo llamaré pronto. “
“Pronto” significó
el sábado siguiente en la Colina Universitaria a las nueve de la mañana. La
última reunión fue en el despacho del Rector Magnífico a unos pasos del Alma
Mater de Mario Karbel. No me dejaron entrar.
Dos horas después
los dos Fernando me llamaron aparte
para las conclusiones. Fernando González era el Decano de la Facultad de
Psicología y Fernando Rojas el Rector de la Universidad (jugaba la primera base
en el terreno de Bengochea con los maristas de Santa Clara; donde yo era la
segunda). Las caras alegres, amables, denotaban los resultados.
“Santiago
Cárdenas, me dijo Fernandito, su caso,-- el de Rebequita--, se solucionó
favorablemente. Hubo algunas imprecisiones y errores en el procedimiento de
admisión; pero NUNCA discriminación,” recalcó.
Y el Licenciado
González: Que ella se presente en la Secretaría de la Escuela pasado mañana,
lunes a las 8am. No necesita documentos— ¡Ahh!, y por cierto, tiene una hija de
mucho talento. La explicación que nos dio de Papá Goriot de Honorato Balzac
estuvo muy por arriba del promedio de las adolescentes de su edad. Lo
felicito.”
LOS OBISPOS, JAIME
Y FERNANDO, ANSIOSOS POR CONOCER…
Esa misma tarde
del lunes, Gloria Rebeca, volvió al Obispado acompañada de su mamá. Jaime escuchó
mucho y habló poco.
Nunca supimos si
hubo algún tipo de comunicación “oficial” al respecto entre los dos Palacios:
el Arzobispal y el de la Involución. Monseñor nos envió un claro y sencillo
mensaje por vía oral: “hablen lo menos posible de los acontecido; pero sobre
todo, NADA DE EXPRESIONES TRIUNFALISTAS”. Así se hizo. Amén.
Tres meses después
estando de vacaciones en mi Santa Clara natal un mensajero del obispo vino a
buscarme:- “Doctor: Monseñor Prego desea hablar con Ud.”—“Cuéntame, cuéntame,
Santiago...” me dijo.
EPILOGO
Fernando Rojas
dejó la rectoría y murió años después en España. Fernando González murió hace
unos meses en Brasil donde se estableció junto a su señora, como docente
universitario.
Los Monseñores
Jaime y Fernando continuaron pastoreando en sus sedes episcopales hasta sus
muertes.
La Nunciatura
Apostólica en la Habana observó de cerca este acontecimiento que, de alguna
manera, facilitó el acceso de los creyentes a la enseñanza superior en Cuba.
Gloria Rebeca
revalidó Psicología en FIU, Miami. Luego, hizo un PH D en Sociología en Keen
University, New Jersey. Viuda y con cuatro hijas es la socióloga del City Hall
de la ciudad de Pembroke Pines. Vive en Miramar, Condado de Broward.
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