"Por otro lado, los defensores del "software" también pueden señalar ejemplos para corroborar el papel de la cultura..."
El economista e
historiador Thomas Sowell le cuenta a una vieja fábula rusa sobre dos
campesinos pobres: Boris, que tenía una cabra, e Iván, que no. Un día, aparece
un hada y le ofrece a Ivan un solo deseo. Y, Iván desea que la cabra de Boris
muera. Esta fábula puede decirnos algo sobre algunos países latinoamericanos
donde los valores personales anti empresariales son el software que ejecuta el
hardware de las políticas económicas favorables a las empresas.
La pregunta más
importante es, ¿en qué medida las actitudes y creencias culturales configuran
el entorno empresarial en América Latina? ¿Por qué Iván desearía que muriera la
cabra de Boris, en lugar de buscar una cabra propia? ¿Cuál es, si existe, el
vínculo entre cultura y desarrollo económico? En esta columna, siguiendo la
guía del gurú estratégico Michael E. Porter, me concentro solo en la cuestión
más limitada de la "cultura económica". Es decir, las actitudes,
creencias y orientaciones que influyen en nuestras actividades económicas.
Debo señalar
que muchos economistas no están convencidos de un fuerte vínculo entre los
valores culturales y el desarrollo económico. Para ellos, independientemente de
la cultura, el entorno económico apropiado conduce a los mismos resultados en
todas partes. Para estos economistas, lo que importa es el "hardware"
de las políticas conducentes al crecimiento económico y no el
"software" de la cultura. Su punto de vista lo hacen, por ejemplo,
los latinoamericanos, quienes, incapaces de progresar en los entornos
económicos de sus países de origen, prosperan en los Estados Unidos: la misma
cultura, diferentes entornos. ¿Por qué son improductivos en casa y
emprendedores?
Por otro
lado, los defensores del "software" también pueden señalar ejemplos
para corroborar el papel de la cultura. En países multiculturales, bajo el
mismo entorno económico, encontramos que algunos grupos étnicos tienen mejores
resultados que otros. Por ejemplo, vietnamitas y cubanos en los Estados Unidos,
y judíos donde quiera que vayan. Algunos académicos utilizan esta tesis de las
diferencias culturales para explicar el éxito del Plan Marshall en Europa y el
fracaso de la Alianza para el Progreso en América Latina: los mismos objetivos
políticos, las diferentes culturas.
Porter
argumenta que, aunque un entorno económico propicio para el crecimiento es
esencial, la prosperidad de una nación está determinada por la productividad
con la que utiliza sus recursos naturales, de capital y humanos. No es
suficiente establecer las políticas correctas; También debemos tratar de
cambiar el software cultural. Sin embargo, promover el cambio cultural en
América Latina siempre se ha considerado una condescendencia ofensiva
estadounidense.
Quizás, pero la
intratabilidad de los problemas de la pobreza sugiere que el cambio cultural no
debe ser ignorado en la búsqueda de soluciones. Las soluciones de desarrollo
económico requieren más que abrir la economía, bajar las tasas de interés,
liberar el comercio y cosas por el estilo. Se necesita algo para cambiar la
cultura tóxica anti empresarial. Los sociólogos nos dicen eso; El
comportamiento económico está influenciado por lo que percibimos como la mejor
manera de avanzar económicamente. La percepción latinoamericana es que la mejor
manera de avanzar económicamente es a través de los favores del gobierno, el
control monopolístico de los recursos, el poder político y demás.
Estas
percepciones deben ser reemplazadas por valores que mejoren la productividad,
tales como: el capitalismo es bueno, la innovación es buena, la inversión en
capacidades y tecnología es buena, los empleados son activos, etc. En otras
palabras, se necesita un cambio en la cultura económica.
La buena
noticia es que tal cambio es posible. "La forma en que las personas se
comportan en una sociedad tiene mucho que ver con las señales y los incentivos
que se crean en el sistema económico en el que viven". (Porter) Por lo
tanto, una cultura económica improductiva es más la consecuencia de haber sido
guiada por defectos. Teorías económicas, que la consecuencia de los atributos
culturales incrustados. Si gran parte de nuestra cultura económica se aprende
de la economía, entonces, la cultura económica puede modificarse.
En su
ensayo, Cultures Count, Samuel Huntington cita la sabia evaluación de Patrick
Moynihan sobre el papel de la cultura en los asuntos humanos: "La verdad
conservadora central es que es la cultura, no la política, la que determina el
éxito de una sociedad". La verdad liberal central es que la política puede
cambiar una cultura y salvarla de sí misma”. En América Latina, la cultura debe
ser que Iván aspire a su propia cabra o dos.
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