"Otro país del continente donde se puede estar agotando las esperanzas del electorado es Colombia..."
Cuando
los votantes se cansan de los políticos el resultado es muy pernicioso para la
democracia. Se incrementa la abstención o ejercitan un voto castigo contra
aquellos que sistemáticamente matan las esperanzas de los electores, dando
inicio a un ciclo en el que los derechos de todos son abolidos y la miseria
extrema se generaliza.
Entre
los peores enemigos de la democracia se cuentan los políticos corruptos que
solo velan por sus intereses, generando un electorado desencantado, frustrado,
que al perder todas las esperanzas deposita su confianza en otro caudillo, más
corrupto y depredador que todos los que le precedieron. Sujetos como Hugo
Chávez y Fidel Castro, ofrecen el Paraíso cuando en realidad conducen a sus seguidores
al abismo.
El
ejemplo más rotundo de la destrucción que causan estos sujetos es Venezuela.
Chávez y Nicolás Maduro prometieron satisfacer la desesperanza de
millones de venezolanos y terminaron hundiéndolos en un horrendo
tremedal. Argentina es otro prototipo de esta especie. La gestión
gubernamental de Mauricio Macri ha propiciado el retorno del populismo al país.
La gente pasó por alto las múltiples acusaciones de malos manejos de Cristina
Fernández y de nuevo la llevó al gobierno para repetir la
experiencia.
Otro
país del continente donde se pueden estar agotando las esperanzas del
electorado es Colombia. Visite ese país, específicamente la ciudad
de Medellín, dos días antes de los comicios regionales. Converse con numerosas
personas y aunque todas mostraban inquietudes políticas, la mayoría
afirmaba enfáticamente que no sabían por quien iban a votar, pues
las boletas reseñaban los candidatos de siempre, o hijos y parientes cercanos
de quienes habían ocupado posiciones electas en el pasado.
Cierto
que había nuevos candidatos, algunos de los cuales, fueron
calificados por varios de mis interlocutores como anti sistema, individuos con
gran disposición a negociar con la extrema izquierda abonando así el arribo al
Ejecutivo Nacional de sujetos que buscan entronizarse en el poder para destruir
todo vestigio de democracia, tal y como ocurrió en Venezuela.
De
todas las personas con las que hable mi mayor sorpresa fue Horacio Puerta
Calad, un intelectual colombiano comprometido profundamente con su país y su
región natal Antioquía. Puerta expresó una profunda inquietud por el panorama
político nacional y la falta de un relevo generacional capaz de interpretar a
cabalidad las necesidades de la población, dijo, “No hay donde escoger”, una
expresión que me condujo a Cuba, donde la mayoría del Pueblo ha perdido todas
las esperanzas.
La
mayoría de mis interlocutores tenían la certeza que los comicios del día
siguiente no afectarían a fondo sus condiciones de vida. La generalidad del
electorado colombiano opina que la democracia se fortalece cada día más y que
el país no corre el riesgo de convertirse en una nueva Venezuela.
Por
su parte Puerta Calad si estaba preocupado. Es consciente que en cada elección
se juega el futuro del país, que el voto es algo muy serio para dilapidarlo en
sujetos que cuando alcanzan el poder procura fortalecerse en el
mismo, dando fundamento al despotismo y a la muerte de los derechos
de todos.
Conversamos
y concluimos que ocho millones de ciudadanos votaron en los recientes comicios
generales a favor de un candidato anti sistema como Gustavo Petro, una primera
evidencia que certifica que el elector no quiere seguir dándole vueltas a un
tornillo herrumbroso, alerta que se reiteró con las personalidades elegidas en
estos últimos comicios.
La
clase política colombiana debería acusar las señales de su pueblo, que demanda
renovación y el cumplimiento de los compromisos contraídos, dejar de actuar
como si se hubiesen solucionado los problemas sociales y políticos que padece
el país. La huelga prometida para el 21 de noviembre es una alerta máxima.
Ojala que los que tengan oído escuchen y que los huelguista no busquen
conquistar el paraíso por asalto porque todos terminarían en una satrapía
castrista.
Es
de esperar que los nuevos funcionarios electos cumplan satisfactoriamente con
sus obligaciones y que de ser así la clase política establecida le respalde en
sus propósitos. Otra actitud podría favorecer a aquellos
políticos que defienden propuestas extremistas a través de refundaciones
nacionales que conducen inexorablemente a Cuba y Venezuela.
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