"Nuestra comprensión actual de la "identidad" es que las personas estan integradas en grupos que son significativos para ellos..."
En una columna
anterior titulada "¿Por qué votamos como lo hacemos?", Tomé prestado
de la investigación de los científicos sociales Christopher Aachen y Larry
Bartels para analizar las teorías prospectivas y retrospectivas del
comportamiento de los votantes. Una respuesta parcial a la pregunta de por qué
votamos como lo hacemos es que no votamos prospectivamente, sobre la base de la
ideología política; votamos retrospectivamente en base a nuestra aprobación o
desaprobación del desempeño de los líderes políticos o partidos.
Una pregunta
relacionada es el papel de los partidos políticos en nuestro comportamiento de
votación. Aquí, nuevamente tomando prestado de la investigación de los
profesores Aachen y Bartels, busco explorar cómo los partidos políticos
influyen en nuestra votación. Los profesores Aachen y Bartels sostienen que
"incluso los votantes más informados suelen tomar decisiones no en función
de las preferencias políticas o la ideología, sino en función de quiénes son:
sus identidades sociales".
Un inquilino
central de la teoría democrática es que la democracia es una metodología para
agregar nuestras preferencias desarrolladas individualmente en una elección colectiva.
Luego, como votantes, maximizamos nuestra satisfacción política votando por el
partido ideológicamente más cercano a nosotros. Sin embargo, los académicos que
votan cuestionan la noción de que las preferencias individuales se pueden
agregar de manera coherente, ya que los sistemas de creencias políticas de la
mayoría de los votantes es una mezcla compleja de puntos de vista liberales y
conservadores. “Para la mayoría de los ciudadanos comunes, la ideología es, en
el mejor de los casos, un subproducto de políticas partidistas y grupales más
básicas. Los estadounidenses son mucho más decididos en su identificación con
el partido que en su identificación con la ideología”.
Nuestra
comprensión actual de la "identidad" es que las personas están
integradas en grupos que son significativos para ellas. Por lo tanto, para los
votantes estadounidenses, la identidad política es más una cuestión de
identificación del partido que de ideología política. Las identidades
partidarias son un vínculo emocional que trasciende el pensamiento, y nuestras
lealtades partidarias dan forma a nuestras posiciones problemáticas y no al
revés. En resumen, la mayoría de los votantes se identifican con un partido
político, y esta identificación del partido da forma a su comportamiento de
votación. Como dicen los académicos, nuestro partidismo es tanto una forma como
un producto de identidad social.
Para decirlo de
otra manera: ¿La gente vota a los republicanos porque son conservadores en el
papel del gobierno, o son conservadores en el papel del gobierno porque son
republicanos? ¿Vota la gente por los candidatos demócratas porque favorecen las
regulaciones gubernamentales, o favorecen las regulaciones gubernamentales
porque son demócratas?
Parece que
tendemos a elegir nuestras afiliaciones partidarias basadas más en quiénes
somos -nuestra identidad social- que en lo que pensamos. Adoptamos creencias
políticas, actitudes y valores que refuerzan y racionalizan nuestras lealtades
partidistas. Para la mayoría de nosotros, el partidismo es más un juicio sobre
dónde pertenece "la gente como yo" que un reflejo de la ideología
política. Entonces, si la fuente principal de nuestras lealtades partidistas es
nuestra identidad social, cuando los votantes toman posiciones partidarias, lo hacen
con poco compromiso ideológico. Aún así, la lealtad partidista es una poderosa
influencia del comportamiento político en las democracias modernas.
Aachen y Bartels
señalan que las lealtades partidistas solo se correlacionan modestamente con
nuestras preferencias políticas y no representan necesariamente un acuerdo de
los votantes sobre cuestiones o ideología. Los partidos políticos representan a
sus electores en un nivel diferente; con el compromiso de representar a
"personas como nosotros".
Los votantes no
reexaminan sus creencias políticas fundamentales en cada ciclo electoral, y en
el momento de las elecciones eligen un partido o candidato que valida su
identidad social y política. "Un partido construye un punto de vista
conceptual mediante el cual los votantes pueden dar sentido al mundo político
... Ese marco identifica a amigos y enemigos, proporciona puntos de
conversación y le dice a la gente cómo pensar y qué creer".
Si Aachen y
Bartels tienen razón, su tesis sobre la construcción de nuestras creencias políticas
tiene serias implicaciones para la teoría y la práctica democráticas. Entre
ellos se encuentra un desafío a nuestra creencia central de que los votantes
deben estar representados, no solo gobernados, y que los ciudadanos deben
participar activamente en el monitoreo reflexivo de su gobierno. El gobierno
debe derivar sus poderes no solo de nuestro consentimiento, sino también de
nuestro juicio político. Esta construcción se desmorona si votamos
principalmente por políticos que coincidan con nuestra identidad.
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