Por: KARLA BARRO
“CRITICA Y ELOGIO A LA CRITICA TEATRAL
Estimados y asiduos lectores de “ENFOQUE 3”, como ya es costumbre cada mes, volvemos, felices, a encontrarnos subiendo a nuestro mágico y siempre dispuesto Tranvía amarillo, que nos llevará rodando en ‘dulce de leche’, por la zona de riesgo y vigoroso mundo de los Críticos Teatrales y los Dramaturgos.
Para comenzar, les puedo contar que la Crítica Teatral es una parte componente de la Ciencia que estudia el Arte y se basa en las leyes fundamentales de la Estética. Criticar es analizar, valorar, evaluar, enjuiciar. Cada trabajo, ya sea reportaje, reseña, relato, etc., tiene gran significado social y está dirigido a dos tipos de público: en primer lugar, al Autor de la obra, ya sea el Dramaturgo o el Autor de la Puesta en Escena, o sea: el DIRECTOR DE ESCENA. En segundo lugar, al ESPECTADOR, al cual el Crítico debe ayudar a orientarse en las tendencias contemporáneas de la Literatura Dramática y las Artes Escénicas.
Un buen Crítico no puede ser abstracto, debe ser capaz de trasmitir no sólo la vida del Autor, la temática, los géneros y el conflicto fundamental de la obra, sino también la atmósfera que reina en el Espectáculo, de recoger el trabajo actoral en sus múltiples facetas, la decoración y su funcionalidad, el lenguaje, la iluminación, las caracterizaciones, el movimiento escénico, la gestualidad, las agrupaciones, el vestuario, la musicalización, el sonido y hasta poder señalar la ‘escena obligatoria’ sin confundirla con el Clímax, reproduciendo literalmente de modo total el Espectáculo. Es pecado capital pasar por el Teatro sin notar más que el color de los adornos. Estas son ‘fugas’ psicológicas, escapatorias literarias.