"Oye, pero no escucha, habla, pero no dialoga; actua, pero no reflexiona..."
Por Hildebrando
Chaviano, La Habana
Confieso que no soy admirador
de Frei Betto, el ex cura brasileño, entre otras razones, por dos a mi entender
muy importantes y que lo definen; primera, el susodicho, amigo íntimo de Fidel
Castro, se ufanaba de haber intercambiado recetas de camarones con su amigo
gobernante mientras el pueblo cubano se debatía en la hambruna, la otra razón
que hace que este personaje desmerezca a mis ojos, es la negación del milagro
de Cristo de la reproducción de los panes y los peces (para los cubanos la
comida se ha vuelto obsesión). Pero Frei Betto tiene un espacio a su disposición
en el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, donde
este martes 3 de marzo publicó algo que merece ser reproducido. El artículo de
marras se titula “Olor a golpe en el aire” y sin más preámbulo, aquí les van
unos fragmentos para que los disfruten: “(...)El sueño de todo político con
vocación de caudillo o dictador, refractario al régimen democrático, es
gobernar mediante la supresión de todos los canales institucionales entre él y
el pueblo. Un canal directo, sin intermediación de los poderes Legislativo y
Judicial,(…) ‘Autoconvencido’ de que solo él sabe discernir lo que le conviene
o no a la nación, el autócrata desprecia el sistema partidario, trata a los
políticos como a sus sirvientes y se relaciona con la Constitución como el terrorista
islámico con el Corán.
Oye, pero no escucha; habla, pero no dialoga; actúa, pero
no reflexiona. Su propensión absolutista se ve facilitada hoy por las redes
digitales (el control de la prensa en el caso de Cuba. Nota del autor),
mediante las cuales hace llegar a la población su voluntad y sus decisiones.
Ante un pueblo despolitizado, desprovisto de conciencia crítica, el déspota
emite sus opiniones como si fueran leyes. Sus adeptos, movidos por un
sentimiento de , según la expresión de La Boétie, lo erigen a la condición de ,
de paradigma, de referente por encima de toda sospecha o juicio. El caudillo
sabe que sin apoyo popular, su futuro político corre el peligro de convertirse
en mero sueño. Para evitarlo, recurre al recurso de armar manos y espíritus.
Aprueba el porte y la posesión de armas (Policía, Seguridad del Estado y
Brigadas de Respuesta Rápida en el caso de Cuba), y siembra en el corazón y la
mente de sus adeptos el odio mortal a sus enemigos reales o imaginarios. Esa
segunda medida se torna efectiva mediante la descontextualización política,
como si poco importaran la coyuntura, los principios constitucionales y el
consenso entre sus pares. Dotado de una intuición impetuosa y una agresividad
desbordada, el autócrata fragmenta su discurso, adopta un vocabulario grosero,
desdeña la coherencia, cambia lo grande por lo pequeño, el bosque por los
árboles, y crea un dios a su imagen y semejanza. No tiene más propuesta o
programa que no sea perpetuarse en el poder y transformar su voluntad en ley.
Por eso sus medidas provisorias tienen el peso de medidas definitivas. ¿Dónde
están los partidos de oposición, las centrales sindicales, los movimientos
populares?(…)” 11 Como dije al principio, no las tengo todas con este señor,
pero después de leer su prolijo trabajo, casi que me simpatiza. Es un retrato
de cuerpo entero, una radiografía, una disección. En la pretensión de criticar
a Bolsonaro rinde homenaje a su líder espiritual y amigo, al caudillo y
autócrata con el que compartió recetas de cocina y blasfemias bíblicas, al que
admira porque, si bien era todo eso, decía ser de izquierda.
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