Cuba: una tragedia
de los comunes
Derechos
de propiedad y descenso de Cuba
Esta perspectiva se publicó por primera vez en 2015.
Por José Azel.
Hace más de medio siglo, la Revolución Cubana abolió todos los derechos
de propiedad privada, persiguiendo el cielo en la tierra con la premisa
comunista de que toda la comunidad sería propietaria de todas las propiedades y
surgiría un "nuevo hombre" que sería de perspectiva comunitaria y sacrifica
torio por lo común. bueno. Ese experimento ha resultado ser una sociedad
distópica económicamente en bancarrota con sistemas de control social
enormemente represivos y un gobierno con poder ilimitado sobre sus ciudadanos.
Hoy, el colapso de la economía cubana puede atribuirse claramente a su
ideología y acciones comunitarias contra los derechos de propiedad privada. La
falacia de los enfoques comunitarios fue descrita vívidamente por Garrett
Hardin en su influyente artículo científico de 1968 titulado: "La tragedia
de los comunes". El artículo describe un dilema de pastores que comparten
un pasto común en el que tienen derecho a dejar que sus vacas pacen. La
"tragedia de los bienes comunes" es, por lo tanto, una metáfora
abreviada de una relación estructural y sus consecuencias, específicamente, la
propiedad de propiedad común versus la propiedad privada.
Cuba: una tragedia de los
comunes
Bajo la condición de propiedad común descrita por Hardin, cada pastor,
actuando racionalmente, tratará de mantener la mayor cantidad de ganado posible
en los bienes comunes, incluso si se excede la capacidad de los bienes comunes
y finalmente se agota en detrimento de todos. Individualmente, cada pastor
recibe los beneficios de sus animales adicionales, mientras que el daño es
compartido conjuntamente por todo el grupo. Esta división asimétrica de costos
y beneficios da lugar a la tragedia de los bienes comunes inherentes a los
sistemas comunales desprovistos de derechos de propiedad privada.
Cualquier recurso que se tenga en común es propiedad de todos y de
nadie, por lo tanto, todos tienen un incentivo para usarlo en exceso, y nadie
tiene un incentivo para preservarlo. Aristóteles lo expresó sucintamente:
"Porque lo que es común a la mayor cantidad tiene el menor cuidado".
La historia económica muestra que los propietarios individuales cuidan mejor su
propiedad que la propiedad común. Y, sin embargo, la persecución utópica de los
bienes comunes y los controles gubernamentales que la acompañan persisten.
En vísperas de la Revolución Cubana, alrededor del 80 por ciento de la
tierra cultivable de Cuba estaba cultivada (o utilizada para el pastoreo) y la
producción nacional suministraba el 70 por ciento del consumo de alimentos del
país. Las cifras comparables de hoy son 60 por ciento y 20 por ciento
respectivamente.
El grado extraordinario de la improductividad de la Cuba comunista se
muestra más dramáticamente por los análisis comparativos del poder adquisitivo.
Un estudio realizado por el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de
la Universidad de Miami muestra, por ejemplo, que para comprar una caja de 400
gramos (catorce onzas) de leche en polvo, el trabajador cubano promedio tiene
que trabajar 57.5 horas. Para hacer la misma compra, el trabajador promedio en
Costa Rica tiene que trabajar solo 1.7 horas. Las ineficiencias comparables se
mantienen para los otros artículos en la canasta de consumo analizados. En
contraste, en 1957, el ingreso per cápita de Cuba era el cuarto en América
Latina, y los salarios reales en Cuba eran más altos que los de cualquier país
de América Latina.
Aunque Cuba fue ciertamente una república corrupta y políticamente
inepta, se lograron muchos hitos económicos y sociales, anclados en los
derechos de propiedad privada durante sus 56 años como república (1902-1958).
En los siguientes 56 años, desde la abolición de los derechos de propiedad
privada, Cuba ha descendido a su actual situación socioeconómica pobre y
trágica. Pero las creencias antiguas son difíciles de eliminar y los derechos
de propiedad privada aún están vilipendiados.
John Locke, el padre de la filosofía política moderna, argumentó que
las personas tienen derechos naturales, es decir, derechos que poseemos antes
de la existencia de los gobiernos. Estos derechos no son otorgados por el
gobierno ni por ningún otro ser humano. Locke también articuló claramente la
idea de los derechos de propiedad: “Cada hombre tiene una propiedad en su
propia persona. . . El trabajo de su cuerpo y el trabajo de sus manos, podemos
decir que son propiamente suyos.
La propiedad de la propiedad es una implicación necesaria de la
propiedad de uno mismo. De hecho, todos los derechos humanos pueden verse como
derivados del único derecho fundamental de la propiedad de uno mismo.
La tragedia cubana de los bienes comunes, enraizada en su desdén por la
propiedad privada y, por lo tanto, por los derechos humanos, ejemplifica, como
observó Karl Popper, cómo "los intentos de hacer que el cielo en la tierra
produzca siempre el infierno".
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