"Los sesenta fueron los años de los sueños. Frente a la teoria de la Destruccion Mutua Asegurada..."
Por
Pedro Corzo.
Algunos
acontecimientos de este 2020 me han conducido a recordar la década de los 60,
años de sueños que al final redundaron en horribles pesadillas. Época en
la que un amplio número de personas aspiró a grandes y profundas
soluciones recurriendo para concretarlas en sacrificios y abusos, convencidos
de que el fin justificaba los medios.
Los
tiempos como qué se repiten. En los sesenta la mayoría de los actores
políticos, amparados en una ideología con una sorprendente capacidad de
sobrevivencia, el marxismo, lucharon supuestamente por construir un mundo
de oportunidades para todos cuando en realidad estaba empedrando el camino de
un infierno que duro hasta la caída del Muro de Berlín, que al parecer, algunos
quieren reconstruir.
Los
sesenta fueron los años de los Sueños. Frente a la teoría de la Destrucción
Mutua Asegurada, -uso masivo de artefactos nucleares en caso de conflicto-, la
permanente crisis de una guerra fría que mutaba a rojo con demasiada frecuencia
-Crisis de Berlín, de los Misiles en Cuba, Guerra de los Seis Días, Guerra de
Vietnam, los Gulags soviético, la Revolución Cultural de Mao y los paredones
de Fidel Castro- no cesaba de irrumpir un anhelo de cambio, una necesidad vital
de destruir viejas estructuras para crear un mundo supuestamente más justo,
donde la soberanía de las naciones fuese una realidad entre iguales, la riqueza
un disfrute de todos y la libertad instrumento y fin para conquistar la
justicia individual y social.
El
ansia de un mundo mejor latía en muchas naciones y se acrecentaba en aquellas
que hacían consciencia de sus limitaciones y las injusticias de que eran
objeto. Ese nuevo mundo no geográfico, sino socio-político, con plena
consciencia de necesidad de redención, era multirracial, de vastísima
pluralidad religiosa, de lenguas diferentes, de culturas y tradiciones a veces
en conflicto y de formas e ideas políticas diversas.
El
Marxismo, con todas sus aberraciones, fue para los conversos el único
instrumento de justicia. Renegaron de la inversión extranjera, censuraron la
actividad económica privada, instrumentaron un culto al estado-todo-poderoso,
una metrópoli política suplantaba la nación y el derecho del individuo nada
significaba ante la masa irredenta.
En
ese sueño ocupó un lugar prominente la Revolución Cubana. Los harapos de los
barbudos embriagaron el lirismo justiciero de los inconformes. El discurso
antiimperialista, la dependencia y fidelidad a Moscú, los subsidios de la
URSS, ofrecieron una imagen que ocultaba los fracasos económicos del
castrismo, la violación de los derechos humanos y la pérdida total
de la soberanía.
El
soldado cubano se convirtió en instrumento mercenario de los apetitos
imperiales del Kremlin.
Sin
embargo, la ilusión de un desarrollo acelerado con justicia social, de
libertades sin restricciones con fórmulas marxistas, se derrumbó cuando el
bloque soviético, incluida la Madre Patria Socialista, cayó por consunción y
no por los misiles capitalistas.
En
ese entonces fue cuando se hizo público que no existía tal justicia ni
desarrollo. Se evidenció que los pueblos estaban hartos de la farsa
y que repudiaban a los artífices de la estafa más grande de la historia. Sin embargo,
la mala memoria ciudadanía y la vocación suicida y homicida de nuevos autores
ha provocado el renacimiento del marxismo que tiene más vidas que un gato.
Los
frustrados constructores del “Nuevo Mundo” bregaron por acelerar el
desarrollo económico con estabilidad política y económica, los actuales
ingenieros sociales procuran transformaciones radicales reescribiendo la
historia y conculcando derechos ciudadanos aun antes de conquistar el
poder.
En
la quimera de los sesenta la mayoría se perdió en el abrazo de oso
de la utopía marxista, el populismo demagógico y el caudillismo militar, todo
aderezado con el marxismo, convencidos de que quemarían etapas de desarrollo y
alcanzarían sus metas. En esta nueva coyuntura el fascismo sazona el histórico
marxismo. Un número creciente de personas atropellan los derechos de los
otros y no pocas autoridades otorgan facultades a los depredadores.
Los
sueños de los años sesenta alcanzaron el delirio cuando la dirigencia contestataria
tomó el socialismo real como prototipo, situación que parece repetirse en este
2020 con las propuestas redentoras de los siempre enfebrecidos iluminados por
la intolerancia y el poder, tanto marxistas como fascistas, todos febriles con
el Covid19.
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