En la acción de votar se conjugan elementos
importantes como el deber, la obligación y el derecho. Hay que hacer conciencia
que la opinión de cada uno cuenta y que las decisiones que se asuman, podrían
tener importantes consecuencias.
No votar significa dejar que otros
decidan sobre nuestras vidas y la de nuestros hijos. Para bien o mal,
ninguna persona se debe sustraer del ejercicio de sus derechos, máxime si
es para seleccionar a quienes van a representarlo en el servicio público.
Sí la abstención es funesta para el
fortalecimiento de la democracia, no es menos perjudicial que el elector
favorezca a un candidato por amiguismo, simpatías, raza, nacionalidad, o por
reflejo de lo que hacen y opinan los otros.
Una anomalía que afecta negativamente el
desarrollo de una sociedad democrática, es la baja participación del electorado
en los comicios regionales, porque la abstención a quien más favorece, es
al político electo que ha hecho mal su trabajo o al por elegir que ha escogido
la cosa pública como vía para su enriquecimiento personal.
Hay ciudadanos que opinan que las
elecciones claves son aquellas en las que se selecciona al presidente y a los
congresistas, una apreciación válida, pero insuficiente, porque el
representante electo que más influirá en nuestros intereses primarios será el
concejal, comisionado o alcalde de la localidad.
Un candidato electo no es un actor que solo
deja sentimientos de alegría o pesar cuando concluye su gestión. Un aspirante
elegido tendrá la potestad de hacer uso de los derechos de sus electores,
en consecuencia, si no hacen bien el trabajo para el cual fue
favorecido, los perjuicios que se deriven de sus acciones pueden ser
catastróficos para el individuo y la sociedad.
Ejercitar el voto sin considerar todos los
factores, es un gesto imprudente que se puede pagar caro y con intereses.
Elegir un inepto para un voto público es un grave error, tan a lamentar, como
haber seleccionado a un depredador para el cuidado de los hijos.
Votar en un marco en el que se presenten
diferentes opciones políticas y hasta ideológicas, en secreto, en un ambiente
de completa transparencia y libre de coacción, es el mejor método para elegir a
los gobernantes.
El elector debe prepararse para hacer
su elección. Estudiar los candidatos. Sus compromisos con la comunidad,
pero también con los sectores que le promueven. Un candidato dependiente
de intereses que no sean los de su electorado, es muy probable que decida
en contra de su elector.
Cierto que en la política hay muchas
personas incompetentes, corruptas y mal intencionadas, individuos que escogen
la gestión pública como una vía para enriquecerse y abusar de los privilegios
que le confieran la posición que ocupe, pero cuando eso ocurre en una
democracia, es de exclusiva responsabilidad de quienes lo eligieron,
porque fue el electorado quien lo llevó al poder.
En la democracia representativa existe una
especie de contrato en la que el elector selecciona libremente a quien le
va a representar, por lo tanto quien elige, debe prepararse para cumplir
con su deber, como es de esperar lo hagan los candidatos.
Los pueblos e individuos sometidos a
regímenes de fuerza no tienen la opción de adoptar a sus líderes, en esos
casos no corresponde el refrán, “cada pueblo tiene el gobierno que
merece”, pero en la democracia, el elector es el responsable de quienes le
gobiernan, por lo tanto debe prepararse a conciencia, para determinar
quiénes van a decidir sobre su futuro.
Por otra parte Konrad Adenauer, quien fuera
canciller de la República Federal Alemana, dijo que “la política era demasiado
importante para dejársela a los políticos”, así que no queda otra alternativa
que participar en la política, haciendo uso de esa guillotina electoral
que llaman voto.
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