Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Especialista en defensa nacional geopolítica y estrategia
Análisis del conflicto colombiano
Pero
aquí no hay problema, aquí no hay pelea, mi gente de Cali disfruta y rumbea como dice la popular canción decembrina. Si no es porque la prensa
internacional pública este aberrante suceso, pese a saberlo el presidente
Santos, lo más obvio es que para no desprestigiarse como Nobel de Paz, habría
ordenado a sus subalternos guardar silencio cómplice y seguir como si nada.
Lo sucedido en la guarida transitoria de delincuentes autorizada por el
gobierno colombiano, para concentrar la cuadrilla 59 de las Farc, otra vez en
el Corregimiento El Conejo de la Guajira, no es un suceso de poco significado
como pretendió minimizarlo el terrorista Timochenco, ni es un gesto
de alegría como dicen algunos habitantes de la zona azuzados por las Farc.
Es sin duda, una demostración palmaria, que el grupo de la ONU que
encabeza el general argentino no da la talla, que no hay fiabilidad en ellos,
que las Farc siguen engañando al país, que Santos y sus mudos asesores están más
interesados en que el congreso apruebe el “farc-track” para que salgan ingente
ssumas de dinero hacia las regiones, con miras a utilizar eso proyectos con
fines electoreros en 2018, y que definitivamente en el diccionario de las Farc
no está la entrega de las armas, ni el retorno a la vida civil sino la búsqueda
sistemática de estatus de beligerancia.
Pero como siempre suele suceder en los grandes fiascos
políticos de los gobiernos, lo ocurrido con los delegados de la ONU bailarines
y parejos de juerga de terroristas de las Farc, y quien sabe que más haya
pasado después por efectos del licor y lo que se deriva de un bacanal, este
hecho acumula una sumatoria de errores político-estratégicos que por lógica
debe reventar así o peor.
No hay razón valedera que para ocultar la incapacidad de la ONU en la
obligatoria solución de graves problemas internacionales que si le competen,
tales como la desaforada ambición china robando mar a las Filipinas o azuzando
a Corea del Norte para que amenace al resto del mundo; o la piratería
internacional que ha desatado Putin con la carnicería en Siria, o el
interminable flujo de inmigrantes hacia Europa, o el crecimiento geométrico y
matemático del terrorismo islámico, por citar algunos casos concretos. Y que
para desviar esa obligada atención, la ONU como máxima organización
internacional, haya convalidado el afán publicitario de Santos anterior a su
cuestionado Premio Nobel de Paz y haya coartado con la administración Obama
apadrinar ese Nobel de Paz, repetimos, cambiando el foco de su verdadera
misión, para intervenir en un problema interno de Colombia que no necesitaba
presencia de la ONU, puesto que a la postre, solo sirve para legitimar a las
Farc y desligarlas del terrorismo cometido.
Es evidente también que la presencia de generales y almirantes activos
así como de los generales Mora y Naranjo en la mesa de imposiciones de las Farc
hacia Santos, solo fue un saludo a la bandera y un formalismo, pues la conducta
de los bailarines parranderos con uniformes y logos de la ONU, indica que al
parecer no tienen formación en asuntos de suma seriedad, ni tampoco hay respeto
por el país que les abrió la puerta para que laboren, ni al parecer
credibilidad en los integrantes de la comisión tripartita, pues el sonido de un
acordeón, una caja y una guacharaca, seguramente al calor de unas
copas de aguardiente, les hacen olvidar su neutralidad y por el contrario les
sacan a flote sus idearios.
Infortunadamente para Colombia, ni el presidente tiene carácter
para hacer valer la soberanía nacional, ni la canciller tiene las neuronas para
comprender la gravedad y dimensión del asunto, ni el ministro de Defensa tiene
claras sus funciones, ni a la prensa enmermelada
o los sapientes columnistas de opinión santista les cabe el país en la cabeza,
ni se pronuncia la academia que trata el conflicto, pues casi todos los
“analistas” son mamertos, ni el congreso dice esta patria es mía, ni las altas
cortes se sacuden, ni a la defensoría del pueblo parece importarle, ni a las
autoridades regionales de la Guajira tampoco les parece grave.
Todo hace parte del folclórico concepto de que aquí es la tierra
de la alegría, sin entender que de aquí en adelante no son
confiables, ni el general argentino jefe de la misión, ni los demás
compañeros de los bailarines pro-farianos. Cómo creerles cuando las Farc digan
que entregaron determinadas armas, sea realidad esto y no que los contenedores
costosos por cierto, que colocarán en las zonas veredales, sean llenados con
fierros viejos, escopetas de fisto, hojalata y al país se le mienta con el
cuento que son armas.
Habrá quienes dicen que esta presunción es exagerada, pero más
exagerada es la conducta inapropiada de los funcionarios de la ONU, que además
deja la duda si en otras guaridas de las Farc no han pasado cosas peores o
similares con ellos. Y, más exagerada aún, es la actitud cómplice y silenciosa
del gobierno colombiano, que se lavó las manos ordenando el envío de una carta
a la ONU, a ver qué pasaba, sin hacer sentir la incomodidad ante el resto del
mundo, porque en este caso la ONU fue inferior a la responsabilidad. Aquí no
cabe el cuento chino que fueron unas manzanas podridas de la ONU. Fue la ONU y
punto
Es sintomático: Para conseguir su Nobel de Paz, Santos movió consulados
y embajadas en búsqueda de lobby y votos con gastos pagados por los
colombianos, pero así como no hizo nada similar para evitar el espurio fallo de
la CIJ de la Haya que cercenó 75000 km2 de mar territorial a favor del
bandidaje diplomático nicaragüense, tampoco se vio ninguna acción tan
consistente como la búsqueda de su Nobel de Paz frente a esta afrenta de la ONU
contra Colombia, país sin objetivos nacionales que dejó meter las narices a esa
instancia burocrática internacional en un asunto que no era de su competencia.
Por situaciones similares es que Colombia es tercermundista,
subdesarrollada e irrespetada a menudo por su vecindario. En síntesis, no
es suficiente con el retiro de los bailarines parranderos de la ONU. Deben
rodar más cabezas. De la ONU y de los delegados santistas. Si no se sienta un
precedente, vendrán situaciones peores. Hace rato que las Farc vienen haciendo
lo que les da la gana con el cuento de la paz y todos como si nada.
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