Pocos se conmueven por la catástrofe de
Siria que abarca también a Irak, menos recuerdan que ambos países estuvieron
regidos por el mismo partido árabe socialista BAAZ, que sigue siendo el soporte
de Bashar Al-Assad en su determinación de mantenerse en el poder aún a costa de
destruir completamente a su propio país.
Hasta que el nombramiento como
vicepresidente de Tarek Zaidan El-Aissami Maddah trajo de nuevo al primer plano
que su padre, Zaidan Amin El-Aissami El Musfi, alias Carlos, es militante de
ese partido y habría prestado servicios cerca de Saddam Hussein, quien fue
visitado por Chávez en agosto del año 2000 rompiendo el cerco internacional
subsiguiente a la guerra del golfo, sin que le tomaran en serio cuando dijo:
“Yo puedo ir al infierno a hablar con el diablo si así lo deseo”.
Su hermana, Haifa Aissami Maddah, fiscal
acusadora en los casos del 11 de abril de 2002, que pidió la pena máxima contra
Iván Simonovis, Lázaro Forero, Henry Vivas y los policías metropolitanos, fue
luego designada como embajadora plenipotenciaria en el Reino de los Países
Bajos y con aquellas credenciales representante permanente de la misión de
Venezuela ante la Corte Penal Internacional, en previsión de los casos que
cursaban contra Chávez y que cayeron en manos de un fiscal argentino que no
realizó ninguna actuación procesal efectiva.
Conocidos los históricos lazos de amistad,
solidaridad y colaboración del Partido Comunista de Cuba y el Partido BAAZ y la
entrañable fraternidad de sus líderes Raúl Castro y Bashar Al-Assad, la
cooperación de sus pueblos en la lucha contra “el enemigo común” y que hoy
enfrentan la “criminal agresión del imperialismo”, parece inevitable que el
foco de atención se oriente hacia el Levante para tratar de desentrañar cuál
pueda ser el hilo de esta madeja que llega hasta aquí.
Históricamente el partido BAAZ fue creado
por los sirios Michel Aflaq y Salah Bitar, ambos egresados de La Sorbona,
París, donde recibieron por un lado la influencia de la revolución francesa, en
particular la idea de Nación y por otro la del pangermanismo, que estaba en
boga en los años 30 por el ascenso de Hitler al poder, a lo que se agrega el
nacionalsocialismo alla tedesca, es decir, furiosamente
antisemita.
Llevado a su país esto se expresa en un
programa muy simple: Primero, la Unidad de la nación árabe, el panarabismo.
Segundo, la personalidad árabe, supremacía árabe sobre todas las demás etnias.
Tercero, la misión de la nación árabe, su reingreso en la Historia, enfrentada
al colonialismo europeo. De hecho, BAAZ se traduce como “renacimiento”.
Eventualmente el partido se dividiría, por
razones tribales, integrado en Siria por los alawitas, una facción chiita
dentro del Islam, encabezada por Hafez Al-Assad y en Irak los sunitas liderados
por Saddam Hussein. Mientras éste asesinaba sistemáticamente a los comunistas,
las sucesivas derrotas sirias frente a Israel empujaron su régimen a
comprometerse cada vez más con la Unión Soviética a quien veía como aliado
natural contra “el imperialismo” y de allí nace su fraternidad con la Cuba de
Castro.
Los cubanos participaron en la guerra del
Yom Kippur en 1973 y tuvieron su bautismo de fuego en el Monte Hermón, en las
alturas del Golán, sin sufrir bajas, según dicen, sino heridos de lado y lado
en duelos de artillería; pero se mantuvieron desplegados en Siria después del
fin de las hostilidades hasta febrero de 1975.
Pero los cubanos dejaron de escribir
literatura testimonial porque advirtieron que esa era “una fuente de
información para el enemigo”, desde entonces acostumbran practicar un
internacionalismo anónimo que, paradójicamente, no puede gozar de la fama a que
aspiran las acciones heroicas.
Así ocultan escrupulosamente su
participación en la guerra de Siria, junto a sus camaradas sirios e instructores
rusos, porque toda la elite militar siria se formó en la academia soviética,
como la cubana.
El portal Debka File reportó el año pasado
el arribo de por lo menos 2000 cubanos, como hace años Fox News el de los
tanquistas del general Leopoldo Cintra Frías.
Tal cual aquellos viejos tiempos de la
guerra fría, que algunos creían cosa del pasado.
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