CUBA:
LA INDEPENDENCIA Y EL LUTO
Por: Ángel Cuadra
En este pasado 24 de febrero los
cubanos celebramos otro aniversario del comienzo de la Guerra de Independencia
que tuvo lugar en el año l895, acontecimiento histórico que dio lugar a la
independencia de Cuba del poder colonial español. Eran Cuba y Puerto Rico las dos colonias que le
quedaban a la España de entonces cuyas
independencias completarían la plena integración de la que José Martí
llamó Nuestra América. Pues entendió que tal incorporación de dichas colonias,
una vez repúblicas, era el servicio que
prestaban Las Antillas a Hispanoamérica, y al equilibrio de América, e impedir
a tiempo la anexión de Cuba a los
Estados Unidos, gran país en su etapa histórica de expansión. Es a eso,
en síntesis a lo que se
refiere Martí en la carta que,
desde el mismo campo de batalla, escribe a su amigo mexicano Manuel Mercado,
un día antes de su muerte en el sitio
conocido como Dos Ríos, texto que se ha venido adulterando para servir a otros
intereses, políticos e históricos, que no son los de la libertad y la
democracia para cuba.
Fue José Martí el organizador de aquella segunda guerra, que consideró como continuación de la primera, conocida como Guerra de los Diez Años que se había iniciado en el pequeño pueblo de Yara, en 1868. Así lo expone Martí en el Manifiesto de Montecristi, que comienza: “La revolución de independencia iniciada en Yara…. Ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra.”. Esto quiere decir claramente, que la nueva guerra era la continuación de lo que querían para Cuba aquellos “padres fundadores” de la nacionalidad cubana. Por, eso, y para dejar bien claros los objetivos de nuestra independencia y la nación futura, Martí creó el Partido Revolucionario Cubano, donde expone los objetivos de aquella guerra y la futura nacionalidad, que eran fundar una república de “sincera democracia” basada en el “equilibrio de las fuerzas sociales y de las “clases vivas” del país”, y una consecuente organización nacional “conforme a métodos democráticos… para todos y para el bien de todos”… Cuba se convirtió en república independiente el 20 de mayo de 1902. Y con sus defectos y sus virtudes, sus errores y sus aciertos, lo malo y lo bueno, pero con la estructura formal e institucional democrática, se mantuvo hasta l959. Y bajo esa simple simbología, los cubanos del exilio celebran cada año, con júbilo, nostalgia y acaso con ilusión, la fecha del 24 de febrero ¸la fecha patria de nuestra independencia.
Fue José Martí el organizador de aquella segunda guerra, que consideró como continuación de la primera, conocida como Guerra de los Diez Años que se había iniciado en el pequeño pueblo de Yara, en 1868. Así lo expone Martí en el Manifiesto de Montecristi, que comienza: “La revolución de independencia iniciada en Yara…. Ha entrado en Cuba en un nuevo período de guerra.”. Esto quiere decir claramente, que la nueva guerra era la continuación de lo que querían para Cuba aquellos “padres fundadores” de la nacionalidad cubana. Por, eso, y para dejar bien claros los objetivos de nuestra independencia y la nación futura, Martí creó el Partido Revolucionario Cubano, donde expone los objetivos de aquella guerra y la futura nacionalidad, que eran fundar una república de “sincera democracia” basada en el “equilibrio de las fuerzas sociales y de las “clases vivas” del país”, y una consecuente organización nacional “conforme a métodos democráticos… para todos y para el bien de todos”… Cuba se convirtió en república independiente el 20 de mayo de 1902. Y con sus defectos y sus virtudes, sus errores y sus aciertos, lo malo y lo bueno, pero con la estructura formal e institucional democrática, se mantuvo hasta l959. Y bajo esa simple simbología, los cubanos del exilio celebran cada año, con júbilo, nostalgia y acaso con ilusión, la fecha del 24 de febrero ¸la fecha patria de nuestra independencia.
Pero en otro 24 de febrero, pero de 1996, la aún existente dictadura castrocomunista cometió uno de sus más
alevosos crímenes en su larga lista de
hechos tales: los aviones de combate de la fuerza aérea cubana asesinaron a
cuatro jóvenes cubanos que, en espacio aéreo internacional, volaban en dos
avionetas civiles, Hermanos al Rescate¸ que cubrían su humanitaria
misión de ayudar a salvar a
cubanos que escapaban de la Isla por el mar. Aquello era un operativo
planeado, en una advertencia de terror
para los que entonces huían de Cuba por la costa, y los que en cualquier forma
ayudaban a los mismos. En este siniestro plan, tomaban parte los espías de
la llamada Red Avispa, que la dictadura castrocomunista había situado en el
exilio.
Desde entonces, la hermosa fecha del 24 de febrero, junto a
los festejos y actos joviales con motivo del inicio de la Guerra de
Independencia que durante la República
(hasta el 95) celebraban, y celebran, en el exterior del país, vienen
realizándose, uniéndose la memoria festiva del Grito de Baire, fecha de la Independencia, al crespón de luto del asesinato de esos nuevos mártires
cubanos. Con lo que la dictadura ensombrece
una vez más, la historia de Cuba.
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