Rosa Maria Paya en La Habana
Por Ramiro Gómez Barrueco
Ante
todo felicitar al columnista Pedro Corzo por su artículo Los Pinos Nuevos
(2/24/17). Hizo gala de su maestría dialéctica una vez más; pero más que eso,
resplandeció su dignidad humana. Honrar a Rosa María Payá nos honra. La Historia
es como una escalera de la vida misma; construimos sus peldaños, subimos,
bajamos, caemos y finalmente todos nos quedamos sin escalera. Pero la escalera
sigue ahí, con sus múltiples protagonistas pisando peldaños para tratar de
alcanzar el cielo.
Discutiendo
sobre mi próximo trabajo para el IMHCCT, la antología “El Presidio Político de
Isla de Pinos” que será expuesta en la reunión del día 3/26/17, conmemorando el
50 aniversario del cierre de ese Presidio, (cuyas 500 entradas se agotaron
desde la última semana de enero); Pedro Corzo, Paco Talavera y yo nos preguntábamos
porqué estábamos disfrutando la victoria de Rosa tan efusivamente. Era nuestra
victoria; como también lo fue, de forma colectiva y explosiva, el cierre del Presidio.
La respuesta, tal vez, estaba en la historia de la construcción de los primeros
peldaños de la oposición a la tiranía totalitaria castrista.
A muchos de nosotros nos catalogan de
intransigentes, radicales, extremistas, terroristas y mucho más. Nuestros
detractores deberían recordar, o conocer, que fuimos los precursores de la
lucha “no violenta”, mientras pudimos, en la calle y luego en las prisiones:
huelgas de hambre, brazos caídos, pasos de tortuga, “campaña del no” a la
rendición, a cualquier colaboración deshonesta, a los privilegios y mucho más. Lucha
“no violenta” preñada de luto, sangre, sudor y lágrimas ¡diariamente! También
fuimos precursores de una amplia Sociedad Civil: Política, cultural, religiosa,
etc. Una Sociedad Civil prohibida y brutalmente reprimida y penalizada, pero trascendente,
como bien explicó el patriota Angel de Fana en el libro “XXX Aniversario”
(3/23/1997)
No es el momento, ni la intención, de
analizarnos ni de justipreciarnos, ni para bien ni para mal; pero les podemos
garantizar que: “llevaremos nuestra cruz hasta la cima del Gólgota”. No lo
duden. Abonamos el jardín de la patria con nuestra sangre, sí, con nuestra
sangre, y han nacido Rosas. ¿Cómo no vamos a honrarlas, si hoy estamos
embriagados por su perfume?
Vamos a
premiar a Rosa con tres rosas:
La primera
es por la sorprendente capacidad de convocatoria y el arduo y brillante trabajo
realizado para lograr esa laboriosa e ingeniosa organización “Red
Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia”. No es nada fácil reclutar colaboradores dispuestos a luchar
brazo con brazo por nuestra causa. ¡Genial!
La
segunda es por la capacidad de convencimiento para lograr que, ilustres
personalidades del más alto nivel político latinoamericano, se jugaran el todo
por el todo junto a ella. Así lo hizo la ex ministra chilena Mariana Aylwin, el
ex presidente mexicano Felipe Calderón y nada menos que Luis Almagro en
persona. El Secretario General (y actual) de la OEA dio, por la causa de la
libertad de nuestra patria; el paso más riesgoso, osado y trascendental, desde
que Cuba fuera expulsada de dicho organismo. Un logro, más que Genial, ¡Increíble!
La
tercera es que, gracias a ella, nos anotamos (la oposición en general) una victoria rotunda,
y demostramos nuevamente, y en grande, quienes son ellos: estulticia, sevicia y
terror. Rosa es más inteligente y
valiente que ellos. Tomó la ofensiva y los puso en una trágica disyuntiva:
perder, o perder y además hacer el ridículo. Perdieron e hicieron el ridículo.
Escogieron la peor de las variantes. “EL Rey Comunista” está en cueros…No hay
cambios cualitativos ni los habrá; todo sigue y seguirá igual, todo fue, es y
será una gran mentira. “La Gran Estafa”. La inteligencia y el valor de Rosa María
Payá lo desnudaron ante el mundo cibernético de hoy. Una “Rosa de Oro” para
Rosa.
Pero los que conocemos su valentía
de cerca, temblamos por su osadía. Se lo
hemos dicho siempre, personalmente, quienes
la queremos mucho. Además, tenemos cifrada nuestras esperanzas en ella y en la
juventud cubana de hoy y de mañana. Ayer
la tuvimos en nuestra juventud también, en nosotros mismos, cuando construimos
los primeros peldaños de nuestra historia actual. Tal vez somos egoístas en querer
cuidarla tanto, pero sin una generación de relevo, nuestro esfuerzo histórico sería
como la estela de un buque en alta mar.
Nuestras divergencias generacionales
las hemos discutido, y las seguiremos discutiendo, frente a frente. Siempre con un manifiesto y radiante amor
constructivo. Nuestras luces, como todas, también producen sombras; y nuestras
rosas también tienen espinas. Los envidiosos, los que admiran con odio, sólo
ven las sombras y las espinas. Los justos y los agradecidos ven la luz y
aspiran el aroma de nuestro jardín.
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