"Como consecuencia de ello, estamos borrando nuestra historia..."
Pasadas
ya ocho décadas desde el inicio de la Guerra Civil - fue un 18 de julio- y tras
vivir desde su finalización el periodo más largo de paz de nuestra historia,
aun afloran los enfrentamientos. No por parte de los enemigos de entonces
(están muertos), sino de descendientes que no solo no vivieron nada, de
aquello, sino que ni lo hicieron en la posguerra, sin haber conocido siquiera
al dictador. Sin embargo, aleccionados por eternos odiadores, resucitan
fantasmas del pasado, la mayor parte de las veces con versiones desconocedoras
y distorsionadoras de la historia; un relato que a la larga acaban
reinterpretando los perdedores, en oposición a la que hicieron de ella los
vencedores mientras gobernaron.
Como
consecuencia de ello, estarnos borrando nuestra histona mediante paletadas de
olvido, desinformación e interesada manipulación. La tan traída y llevada
memoria histórica: más que para reparar las atrocidades del Franquismo, parece
orientada a ignorar su realidad, como si cerrando los ojos lográramos el
milagro de que rio hay existido nunca.
A base de desconocer nuestro pasado más
reciente, ni sabemos de dónde venimos ni a donde vamos. Así, cada político con
mando en plaza se inventa la historia colectiva que le viene en gana y,
generalmente, da pábulo a todo lo que perjudica a la verdad, a la convivencia
colectiva y a los valores de nuestros abuelos. Los míos lucharon en los dos
bandos. Ambos mataron e hirieron. Uno ganó, el otro perdió. El primero,
falangista, prosperó bajo el Franquismo. El segundo, cabo republicano, tuvo que
trabajar duro en una mina para mantener a su familia, pese a las secuelas físicas
que le dejó la contienda.
Sin
embargo no tuvieron inconveniente en permitir que sus hijos (mis padres) se
casaran. Por eso estoy orgulloso de mis dos abuelos. La mayoría de todos los
murcianos y del resto de españoles pueden esgrimir circunstancias parecidas en sus
familias.
El
honrar a las víctimas civiles de la Guerra Civil y las de la posterior represión
no debe obviar el recuerdo de las atrocidades de ambos bandos, que fueron muchísimas.
Pero, sobre todo, debe resaltar la concordia posterior de la que procede
nuestra sociedad y que emergió con toda su fuerza durante la Transición. Esa
que cuestionan unos hijos de papi que lo han tenido todo en su vida.
Allá ellos. Yo recuerdo y recordare de dónde
vengo. Y también lo harán mis hijos y nietos. Se lo debo a ellos.
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