jueves, 27 de julio de 2017

CARPETAZO A LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

"Como consecuencia de ello, estamos borrando nuestra historia..."

Por Luis Soriano Hernández.
 Pasadas ya ocho décadas desde el inicio de la Guerra Civil - fue un 18 de julio- y tras vivir desde su finalización el periodo más largo de paz de nuestra historia, aun afloran los enfrentamientos. No por parte de los enemigos de entonces (están muertos), sino de descendientes que no solo no vivieron nada, de aquello, sino que ni lo hicieron en la posguerra, sin haber conocido siquiera al dictador. Sin embargo, aleccionados por eternos odiadores, resucitan fantasmas del pasado, la mayor parte de las veces con versiones desconocedoras y distorsionadoras de la historia; un relato que a la larga acaban reinterpretando los perdedores, en oposición a la que hicieron de ella los vencedores mientras gobernaron.

        Como consecuencia de ello, estarnos borrando nuestra histona mediante paletadas de olvido, desinformación e interesada manipulación. La tan traída y llevada memoria histórica: más que para reparar las atrocidades del Franquismo, parece orientada a ignorar su realidad, como si cerrando los ojos lográramos el milagro de que rio hay existido nunca.
           A base de desconocer nuestro pasado más reciente, ni sabemos de dónde venimos ni a donde vamos. Así, cada político con mando en plaza se inventa la historia colectiva que le viene en gana y, generalmente, da pábulo a todo lo que perjudica a la verdad, a la convivencia colectiva y a los valores de nuestros abuelos. Los míos lucharon en los dos bandos. Ambos mataron e hirieron. Uno ganó, el otro perdió. El primero, falangista, prosperó bajo el Franquismo. El segundo, cabo republicano, tuvo que trabajar duro en una mina para mantener a su familia, pese a las secuelas físicas que le dejó la contienda.
           Sin embargo no tuvieron inconveniente en permitir que sus hijos (mis padres) se casaran. Por eso estoy orgulloso de mis dos abuelos. La mayoría de todos los murcianos y del resto de españoles pueden esgrimir circunstancias parecidas en sus familias.
           El honrar a las víctimas civiles de la Guerra Civil y las de la posterior represión no debe obviar el recuerdo de las atrocidades de ambos bandos, que fueron muchísimas. Pero, sobre todo, debe resaltar la concordia posterior de la que procede nuestra sociedad y que emergió con toda su fuerza durante la Transición. Esa que cuestionan unos hijos de papi que lo han tenido todo en su vida.  

Allá ellos. Yo recuerdo y recordare de dónde vengo. Y también lo harán mis hijos y nietos. Se lo debo a ellos. 

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