Jesús no le puso adjetivos a la justicia.
Cuando el jesuíta Taparelli le puso
"apellido" a la justicia, –justicia "social"– hizo entrar a
la iglesia en la sociología moderna. El
padre Luigi fundador del periódico La
Civitá Cattolica, tan respetado en el Vaticano, se adelantó varios años a
la riada de revoluciones en la Europa de 1848, y para sonrojo de los marxistas,
la justicia social como concepto, fue previa al mismísimo Manifiesto Comunista. Años después ¡Justicia Social, sí; comunismo,
no!, gritamos decenas de miles en el Stadium la Tropical en la Habana, cuando el Congreso Católico,
en el torcido inicio de la involución
cubana.
Lo del apellido no era algo original. Lo
había hecho Aristóteles veintiún siglos antes cuando en la Academia se refirió a la justicia
distributiva y la conmutativa, enmendándole la plana a Platón, que propuso la justicia en abstracto como una de sus
tantas formas o ideas inmutables, el fundamento de sus doctrinas.
Sin embargo,
desde un principio Luigi Taparelli dejó bien en claro que su
"justicia social " tenía muy
poco que ver con Aristóteles, y sus seguidores: Aquino y Maritain, tan
populares en el catolicismo post agustiniano. El padrecito Luis fué, no
casualmente, uno de los preceptores de Raffaelo Pecci después conocido como el
papa León XIII que nunca mencionó explícitamente el término justicia social en su seminal
encíclica Rerum Novarum. Hubo que esperar cuarenta años para que así lo fuere
en el magisterio eclesial.
Fue
Pío Nono en 1931 quien en la "Cuadragésimo Aniversario" dijo:
... "Siendo necesario que la participación de los bienes creados se
revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia
social"...
Jesús no le puso adjetivos a la justicia. El
erudito autor anónimo del evangelio de San Mateo, con el back ground filosófico
ateniense escribiendo en griego culto, en sus capítulos 4 y 6, nos puso en
contacto directo con las enseñanzas del Cristo: "Bienaventurados los que
tienen hambre y sed de justicia; porque serán saciados". "Busquen
primero el Reino de Dios y su justicia; y lo demás se os dará por
añadidura".
Las
ideas del jesuita se traspolaron al mundo secular. O sea: la justicia social en su concepción no católica desborda, con mucho a
Taparelli desde Confucio antes de Cristo
a Rawls, un contemporáneo.
Actualmente la mención de la misma es algo
rutinario en los documentos de las Naciones Unidas (2006; Social Justice in a
Open World), desde que en 1919 la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
en su proclamación fundacional señaló: ...."considerando que la paz
permanente sólo puede basarse en la justicia social"....
El padre de la justicia en la excelencia académica es John Rawls de
Harvard, siempre en Ivy League, un
gran desconocido. El mejor y más
completo escritor de filosofía política
de EEUU plantea la posibilidad de algo semejante a los conceptos taparellianos
en su magnum opus (1971): "A Theory
of Justice" (hay un musical del mismo nombre y tema). Pero Rawls es básicamente
para la intelligentsia; no para el gran público. Mucho menos para pastores
y sus ovejitas.
La
justicia social y el bien común andan de la mano como un duetto inseparable en la Sociología Católica, también llamada Doctrina Social de la Iglesia. Este pájaro de
dos alas con génesis y significados bien diferentes se intercambia
festinadamente desde areópagos a sacristías y viceversa. Espero que continúe siendo así para lo mejor.
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