"Una nueva constitución le permitiria al chavismo institucionar la represión.."
Por Pedro Corzo.
El grito de auxilio y la exclamación
“se están llevando a Ledezma”, repetida una y otra vez, recorrió como si
fuese una potente descarga eléctrica el cuerpo y alma de toda persona
comprometida con la libertad, en particular, a aquellos que han tenido la
experiencia de ser despertados en la madrugada por la policía política para
terminar arrojados en un pavoroso calabozo.
Con alevosía Nicolás Maduro cumplió, si es
que le faltaba alguno, el ritual que lo inviste para siempre como dictador y en
el país que mal gobierna, ha finiquitado la metamorfosis que se inició en 1998
con Hugo Chávez, contaminado de castrismo, y que concluye con la imposición de
la espuria Asamblea Nacional Constituyente.
Una nueva constitución le permitiría al
chavismo institucionalizar la represión y la violación de los derechos humanos,
tal y como ocurre en la isla convertida en finca de la dinastía Castro.
Derechos como el de la propiedad, expresión, asociación y hasta viajar, estaría
a la discreción de funcionarios políticos y las organizaciones de la sociedad
civil, quedarían en teoría y práctica anuladas.
La libertad de profesar una religión será
afectada, al igual que la educación formal. La tolerancia a la diversidad
desaparecerá y la crispación social conducirá al individuo a la masificación y
al sectarismo, generándose una sociedad de víctimas y victimarios.
El virus del castrismo se mimetizó en la
tierra de El Libertador. La ambición de perpetuarse en el poder y la miopía, en
el mejor de los casos de otros, han hecho posible que un sistema fracasado en
todos los países en los que ha accedido al poder y que se caracteriza por ser
solo eficiente en la represión, haya logrado concretarse en Venezuela.
Un análisis de la situación nacional permite
apreciar que las condiciones están dadas para instrumentar un control social y
político sin precedentes en el país y fortalecer la clase dirigente que en los
últimos años ha conducido la nación.
Desde hace tiempo se aprecia que las fuerzas
represivas han madurado en su maligna gestión. No tienen el más mínimo reparo
en matar, herir y golpear brutalmente a los que reclaman sus derechos. El
número de prisioneros políticos se ha incrementado sustancialmente. Las fuerzas
armadas juran estar comprometidas con el castrismo, compromiso que sellan con
la expresión "socialismo o muerte". La economía está en niveles de
subsistencia, lo que permite el fortalecimiento de una política de premiar o
castigar según los casos. La cantidad de personas que abandonan el país crece
incesantemente, patentizando que una cuantiosa cosecha de desesperanza y falta
de confianza de que se logre revertir la situación, está a la vista.
La infección puede ser aún más devastadora
que en Cuba porque el castrismo original ejerció en las primeras décadas de su
incubación un férreo control sobre las partes contaminadas. La corrupción,
específicamente el narcotráfico, siempre estuvieron limitadas a un grupo de
personas. Solo los elegidos podían disfrutar de ciertos conocimientos y
beneficios.
Sin embargo, en Venezuela no es así. Chávez y Maduro
dejaron apreciar a sus allegados que cualquier forma de corrupción era
permitida siempre y cuando fueran incondicionales a sus jefaturas, por
eso Mitzy Capriles, esposa de Antonio Ledezma, califica a Maduro como
narcodictador y el gobierno de Estados Unidos sancionó entre otros al
vicepresidente Tareck el Aissami como narcotraficante y el segundo al mando del
partido de gobierno, una especie de Raúl Castro, Diosdado Cabello, fue
investigado por tráfico de drogas y varios generales de los institutos armados
han sido señalados como miembros del Cartel de los Soles.
No obstante en el caos y el contagio incontrolado de los vicios
del régimen puede radicar su vulnerabilidad. La evidente falta de disciplina de
la jerarquía puede conducir a la anarquía y al fraccionamiento formándose
caudillos que solo defiendan sus intereses más inmediatos.
Es un hecho que el
gobierno venezolano es dirigido por un grupo de delincuentes que incursionan en
la política y no de políticos que delinquen, por otra parte, la
oposición, que cuenta con amplio apoyo popular, ha demostrado tener los
valores y coherencia que le faltan al gobierno, y aunque quebrantada por
el poder del estado, tiene una estrecha conexión con el pueblo lo que le
permite seguir fortaleciéndose para nunca dejar de ser una alternativa de
cambio siempre y cuando tenga la habilidad y entereza, de seguir interpretando
las demandas populares.
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