"Sin un crecimiento real es dificil eliminar o devaluar el CUC..."
Desde 1994, en Cuba padecemos la existencia de dos monedas de cuño
nacional: el histórico peso cubano y el llamado peso convertible o CUC. En 2013
se anunció la reunificación monetaria; cuatro años después permanece la
incertidumbre al respecto.
También padecemos la multiplicidad cambiaria. Para una empresa
estatal, 1.00 CUC puede equivaler a 1.00 peso; para una granja estatal, 7.00,
o, para quien trabaja en el Puerto del Mariel, 10.00. Si usted es un
cubano “normal”, como la mayor parte de la población, 1.00 CUC puede valer
23.00 pesos si paga en un establecimiento que únicamente debería operar en
“moneda nacional”, 24.00 si va a la CADECA y 25.00 si compra en la chopin. Para
complicarnos más, 1.00 CUC fraccionado equivale a 20.00 pesos; así, una moneda
de 0.25ctvs. tiene un valor nominal de 5.00 pesos.
Es cierto que desde el 2014 podemos comprar un litro de aceite
con 2.10 CUC o con 52.50 pesos, pero existen otros inconvenientes. Además del
240% de impuesto sobre algunos productos, cuando los precios se convierten en
pesos, sale a relucir que lo que realmente afecta no es el tipo de moneda, sino
la cantidad que nos pagan.
La dualidad monetaria y la multiplicidad cambiaria, junto a un
sobrevaluado peso cubano con respecto al CUC en el sector empresarial, crean
distorsiones en la contabilidad del país. Empresas que producen ganancias aparecen
como deficitarias. Así se obstaculiza la creación de un mercado financiero. Se
distorsiona, además, los costos de producción y se impide que las empresas
estatales puedan conocer con certeza su verdadera productividad. Esto también
lleva a pensar que el mercado interno, en el que participamos la mayoría de los
cubanos, se considere más reducido de lo que realmente puede que sea. Entre
otras cosas porque los salarios del sector estatal tienen poco impacto en la
fase de comercialización del proceso económico y la mayoría de las familias
cubanas tienen que seguir dependiendo de ingresos alternativos como remesas,
autoempleo, misiones o negocios ilegales. Existen mecanismos burocráticos que
procuran que los salarios y las pensiones no crezcan más que la productividad.
Sin un crecimiento real, es difícil eliminar o devaluar el CUC.
Por ejemplo, si mañana amanecemos con un decreto que reduce la tasa de cambio a
10.00 pesos por CUC, sin un aumento real de la producción, todos aumentaremos
nuestra capacidad de compra; pero los bienes se agotarán de tal manera que el
Estado tendría que realizar importaciones, para las cuales parece no tener
suficiente liquidez.
La reunificación monetaria por sí sola no resuelve los actuales
problemas económicos. Su implementación continúa subordinada a un aumento de la
productividad, pero para conseguir lo anterior el voluntarismo idealista
resulta insuficiente. El problema de la doble moneda se inserta en la lógica de
transformaciones urgentes y más estructurales que permitan que los trabajadores
cubanos participen del valor agregado que genera su trabajo y así, mediante el
salario, obtener lo necesario para satisfacer las necesidades básicas y, por
qué no, algún que otro “antojito suntuoso”.
Publicación católica dominical (La Habana, Cuba
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