"El mantuvo esa postura patriotica radical durante todo el tiempo que paso en el plan de esclavitud.."
Ramiro
Gómez
Barrueco
Ex
Preso Político. Escritor. Empresario
Nicolás Pérez Diez Arguelles, columnista del
Nuevo Herald durante más de una década, falleció el día 16 de Octubre en la
ciudad de Miami. Los lectores lo recuerdan por su calidad literaria y su
innegable carácter controversial, pero ignoran que esta característica lo
acompañaba en su relación con todos los seres humanos, y muy marcadamente con
sus mejores amigos, nosotros, sus hermanos de lucha y cautiverio.
También ignoran que Nicolás era un héroe que
regresó del exilio en el año 1960 para continuar la lucha dentro de Cuba.
Fue jefe nacional de propaganda del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE)
y director de la publicación clandestina “Trinchera”. Colaboraba con Roberto
Guerrero, jefe de las infiltraciones y con Tony Sowers que era el jefe nacional
de seguridad. En casa de sus padres estuvo escondido el inmortal patriota
Manuel Guillot; su padre y su tía cayeron presos junto a Nicolás, la casa fue
intervenida por el gobierno castrista. Colaboraba en todo y con todos;
comentaban que varios masones decidieron eliminar físicamente al tirano y que
fue Nicolás, que no era masón, el que trabajó la inteligencia del atentado
abortado.
Nicolás estuvo sometido durante semanas a
torturas en “Las Cabañitas”, lo condenaron a 20 años de prisión, cumplió unos
15 años. Llegando al Presidio de Isla de Pinos se incorporó a los grupos de
máxima resistencia lo que implicaba pagar un precio muy caro física, social,
familiar y espiritualmente. Carecíamos de casi todo, pero nos negamos a
rendirnos a cambio de disminuir sustancialmente las torturas y las privaciones
vitales a las que estábamos sometidos. El mantuvo esa postura patriótica
radical durante todo el tiempo que pasó en el plan de esclavitud conocido como
Plan Camilo Cienfuegos.
Fue en prisión donde desarrolló sus brillantes
dotes literarias; fue un líder en el selecto grupo de escritores Calibán. Una
de sus poesías: “Hombres Irrevocables” era considerada un clásico entre poetas
de la categoría de Jorge Valls, Manuel Villanueva, Ángel Cuadra y muchos consagrados
escritores. Ganó el primer premio en décimas en un concurso realizado por las
Logias Masónicas en la prisión; en mi opinión es la más bella de las décimas
que jamás leí.
Fue director y editor de dos revistas,
“José Antonio” y “Rescoldos”, publicadas y reproducidas dentro del
presidio con un esfuerzo incalculable. Su participación en la fundación y
dirección del Club Nuestra América fue trascendental, este club era un conjunto
de presos de cierto nivel cultural que alfabetizaron y cultivaron el intelecto
de aquellos que no poseían un adecuado nivel académico. Gracias a su esfuerzo y
al de Pedro Corzo; así como al de Julio Hernández Rojo, Sergio Wong, Peraza,
Roberto Cáceres y Eraise Martínez entre muchos otros, El Club Nuestra América
llegó a ser la más nutrida institución del Presidio.
Llegando al exilio trabajó poniendo
losas, transportando muebles, vendiendo ropa, pulguero, productos
decorativos…finalmente triunfo totalmente fabricando vitaminas. Era un
trabajador incansable. Fundó El Ex Club de Presos Políticos junto con el
inolvidable Rolando Borges, Ángel Cuadra, Raúl Pintado y muchos otros
patriotas. Escribió la novela de realismo mágico titulada “Pajarito Castaño” y
la Biografía del Padre Loredo. Participó en varios programas radiales destacándose
en “Prohibido Callarse” con su gran amigo Roberto Rodríguez Tejera. Junto con
Pedro Corzo, Enrique Ruano, Fermín Chamizo, Saturnino Polón, Amado
Rodríguez, Román Aceituno, Raúl Cay y otros fundó El Instituto de la Memoria
Histórica Cubana contra el Totalitarismo; la institución que más documentación
histórica seria y relevante ha producido en la diáspora cubana.
Nos reuníamos en casa de Alfredo y Nena Elías
con Ramón Mestre (padre), con su compadre Pedro Fraginals y muchos ex presos
más. Paco Talavera, su vecino y hermano de lucha y de presidio nos mantenía
informados detalladamente sobre la salud de Nicolás. Su vida privada la
resumiré acentuando que fue un padre ejemplar cuyos hijos Nicolás, David
y Ernesto son una prueba irrefutable de ello; su viuda María Barroso, La
China, lo acompañó hasta el último suspiro en su doloroso final. Ella siempre
estuvo a su lado y al lado de sus hermanos de lucha.
No hay sol sin manchas, pero en la balanza de
la historia, los adarmes de imperfección de Nicolás se desvanecen ante el
imperioso fulgor de luz y el calor que indiscutiblemente se perciben en
estas escuetas líneas.
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