"Comentario sobre el futuro de Cuba, política exterior de los EE. UU. Y libertades individuales."
Repensando el Estado de Bienestar
Por José Azel.
El término
"estado de bienestar" se ha convertido en forraje político; alimento
retórico grosero utilizado para alimentar a un electorado dócil con pro o
contra tópicos. El tema es críticamente importante para la democracia y merece
una discusión más reflexiva.
La etimología
del término también se suma a su mistificación conceptual. En algunos países, el
término usado se traduce como: "estado social", en otros como
"estado de bienestar" o "estado de bienestar social" o
"estado proveedor" o "providencia social", y más.
El estado de
bienestar abarca una variedad de formas significativamente diferentes de organización
económica y social. Pero esencialmente, un estado de bienestar es una teoría
del gobierno en la cual el estado transfiere fondos de algunos individuos a
otros, buscando mejorar el bienestar social y económico de estos últimos a
expensas de los primeros. Si el gobierno va a proporcionar algo, necesita el
dinero para hacerlo, y en un estado de bienestar el gobierno se posiciona a sí
mismo como un mecanismo de transferencia de riqueza.
El científico social danés Gøsta Esping-Andersen, uno de los escritores
más influyentes sobre los estados del bienestar, describe tres tipos
principales de estados de bienestar típicos de las naciones capitalistas
desarrolladas: el modelo liberal, el modelo corporativista-estatista y el
modelo socialdemócrata. La tipología de Esping-Andersen es más o menos paralela
a los movimientos políticos modernos predominantes del liberalismo, la
democracia cristiana y la socialdemocracia.
El modelo liberal se basa en los principios del mercado y la provisión
privada. Su característica principal es la asistencia "comprobada".
En el modelo liberal, el estado solo avanza para mejorar la pobreza y
satisfacer las necesidades básicas. Los Estados Unidos, Australia, Canadá,
Japón, Nueva Zelanda y Suiza son ejemplos.
El modelo Corporatista-Estadístico se basa en un principio de
subsidiariedad y presenta esquemas de seguro social más que asistencia social.
Confían en una provisión de beneficios autónoma y mutualista basada en
contribuciones de seguro previamente hechas. Estos modelos a menudo son
moldeados por la doctrina cristiana y tienden a enfatizar los beneficios
familiares y familiares. Se puede decir que Austria, Bélgica, Francia,
Alemania, Italia y España tienen un modelo de bienestar
corporativista-estatista.
El modelo socialdemócrata otorga acceso universal, generalmente basado
en la ciudadanía, a los beneficios y servicios provistos por el estado. Estos
modelos limitan la dependencia tanto de la familia como del mercado, requieren
altos niveles de impuestos y, a menudo, se los percibe como contrarios al
mercado. Algunos ejemplos son Dinamarca, Finlandia, los Países Bajos, Noruega y
Suecia.
La historia de los Estados de bienestar modernos se puede remontar a
los esfuerzos para socavar el atractivo de los movimientos socialistas. En el
siglo XX, los fascistas utilizaron el paternalismo de los estados de bienestar
para alejar a los trabajadores de los sindicatos y el socialismo. Por lo tanto,
la crítica del estado de bienestar fluye tanto de la izquierda como de la
derecha
Los socialistas critican los estados de bienestar como los esfuerzos
por fortalecer los sistemas de libre mercado, que son contraproducentes para el
objetivo socialista de reemplazar una economía capitalista con un sistema
económico socialista. Karl Marx advirtió que las medidas para aumentar los
salarios, mejorar las condiciones de trabajo y proporcionar un seguro social
eran sobornos que debilitarían la conciencia revolucionaria.
Por otro lado, los conservadores creen que los efectos de los programas
de asistencia social debilitan los vínculos sociales tradicionales de
familiares, amigos, religiosos y otras organizaciones de ayuda no
gubernamentales. Y ese bienestar del gobierno fomenta actitudes inmaduras e
irresponsables en muchos receptores. Este comportamiento irresponsable fomenta
la hostilidad entre los grupos gravados para proporcionar beneficios y los
beneficiarios de los beneficios.
Los liberales clásicos sostienen que los estados de bienestar
pervierten los incentivos económicos y el estado de derecho. Un estado de
bienestar debe involucrar a una burocracia gubernamental extensiva e intrusa
con poderes discrecionales sobre el bienestar de los receptores. Es decir, a
los burócratas se les proporciona dinero y recursos para distribuirlos
discrecionalmente entre la ciudadanía. Desde la perspectiva del liberalismo
clásico, esto socava el estado de derecho, el vigor y la soberanía de la
ciudadanía.
Milton Friedman argumentó bien este caso. Brindar apoyo público a los
pobres considerados dignos por los burócratas, y luego, eliminar este apoyo
cuando comienzan a levantarse sobre sus propios pies, envenena sus incentivos.
El sistema le dice a los pobres: si se atreven a ganar más dinero, les
quitaremos su subsidio de vivienda, cupones de alimentos y apoyo a los ingresos.
Podemos, y debemos hacerlo mejor, pero nos exige superar los tópicos
políticos y reconsiderar la mejor manera de ayudar a los menos afortunados
entre nosotros.
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