a) Ya está confirmado por exámenes médicos de varios especialistas en
ambos países que 24 diplomáticos de Estados Unidos y cinco de Canadá
vieron afectada su salud por estos hechos.
b) Que lo sucedido no tiene causas naturales (ruido de grillos
campestres, histerias colectivas, y otras pseudo teorías de La Habana),
c) Que sean quienes sean las personas que ejecutaron directamente estos
hechos, no pudieron hacerlo en tantos lugares a la vez y por un periodo tan
prolongado de tiempo (unos diez meses) si no formasen parte del gobierno
cubano o actuasen en colaboración y complicidad con él. Los diplomáticos
son seguidos las 24 horas del día y viven en casas del gobierno ubicadas
en barrios bajo control total del gobierno. Nadie pudo instalar
tantos puntos diferentes de escucha o agresión por diez meses en esas
circunstancias,
d) Que sea del modo que fuese, el gobierno cubano era responsable de
la protección de esos diplomáticos y por ello culpable del deterioro
de las relaciones bilaterales y de las actuales limitaciones operativas
de la embajada de EEUU en La Habana, y,
e) Que Washington no enviará de regreso a sus diplomáticos ni podrá
normalizar el funcionamiento de su embajada –incluyendo las gestiones
consulares– hasta no tener completa seguridad de que aquellos no correrán
peligro.
Los puntos c y d son
complementarios y hace irrelevante conocer los detalles sobre la
identidad personal de los ejecutores de estas acciones. O eran
funcionarios cubanos o actuaban en concertación con ellos y era su
responsabilidad proteger –no dañar– a los diplomáticos en su territorio.
Queda aún por definir:
¿cuál fue el dispositivo empleado? y ¿con qué fin fue usado:
escuchar a los diplomáticos –y algo salió mal–, o afectar deliberadamente
su salud?
La responsabilidad por lo
sucedido está ya clara e inevitablemente situada en la cancha del
gobierno cubano y su negativa a reconocerlo solo empeora las cosas.
Si bien Washington
todavía no ha determinado cuál fue el mecanismo usado para agredir su personal
(ondas sónicas o de micro onda), sí ha precisado que Cuba –siendo
un estado policial– sabe que dichos ataques ocurrieron, quién
los realizó y, por tanto, sigue demandando del gobierno cubano una
respuesta adecuada.
"Creemos que el
Gobierno de Cuba tiene la respuesta a esto y deberían estar haciendo más
para ayudarnos a resolverlo. El Gobierno de Cuba sabe lo que pasó,
así que nos gustaría que nos lo contara y que no volviera a ocurrir",
afirmó el subsecretario de Estado para Diplomacia Pública y Asuntos
Públicos, Steve Goldstein. También subrayó que el hecho de que no haya
certeza sobre que se trate de ataques acústicos "no significa que no
haya otra causa". "Lo que tenemos claro es que hay 24 heridos,
que ocurrió y que fue deliberado", insistió. Tanto el director
asistente de Seguridad Diplomática, Todd Brown, y Charles Rosenfarb, a
cargo del Buró de Servicios Médicos del Departamento de Estado de Estados
Unidos, clarificaron que las lesiones sufridas por los diplomáticos no
provenían de ninguna causa natural .
Pero la dictadura militar
sigue aferrada a la más torpe y dañina posición posible: niega lo
sucedido e insiste en que todo es una patraña de la Administración
Trump para torpedear las relaciones Cuba-EE.UU.
Cabe preguntarse si tanto
les interesaban las relaciones por qué bajo la Administración de Obama y
en especial durante el diálogo para el restablecimiento de relaciones La
Habana fortaleció la represión no solo en la Isla sino también en su
narco colonia terrorista en Venezuela, contrabandeó armas con su aliado
de Corea del Norte y se apoderó de un misil Hellfire.
Así las cosas, como se
dice en la isla, “se trancó el dominó”. No se vislumbra
la solución de un problema que afecta a miles de cubanos que desean
emigrar, o viajar a EE.UU, y también a los que desde EE.UU desean ir a la
isla.
La respuesta de la
dictadura es la única que tiene a su alcance: un tsunami de
propaganda contra el Presidente Trump al que culpan de haber inventado
toda esta trama para perjudicar al pueblo cubano. Para ello han
movilizado a todo su aparato de medidas activas y desinformación dentro y
fuera de Cuba. Hay que vencerla también en ese terreno.
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