"Simplemente el socialismo no es reformable. Si hay dudas al respecto que le pregunten a Gorbachov.."
Habrá más pobreza mientras más se ataque al sector privado.
(FHRC)
El zar del maquillaje económico en
Cuba, Marino Murillo, dio muestras nuevamente de cómo la élite de poder
cívico-militar castrista, cual avestruz, mete la cabeza en la
arena para evadir y negar la realidad, una y otra vez.
El vicepresidente
cubano dijo que las “reformas” económicas raulistas no
marchan bien por la falta de preparación de la burocracia que la debe
aplicar. Precisó que ha habido “más errores que virtudes” y
un “distanciamiento” entre los objetivos iníciales y la práctica.
Añadió el funcionario que hubo
"fallas" en los contenidos y en la selección de los burócratas
actualizadores, y anunció que para que todo funcione de
maravillas habrá “nuevos seminarios para dar a conocer las nuevas
normas jurídicas para el sistema empresarial". Esa superficialidad para
esconder las verdaderas causas de las realidades adversas es ya
secular en las altas esferas del poder castrista.
Para empezar, las reformas no
pueden remendar el aún vigente centralismo estalinista implantado por el Che Guevara hace medio
siglo. Ni siquiera en una economía socialista menos
centralizada, basada en el cálculo económico y cierta autonomía de las
empresas estatales, las reformas funcionan. Simplemente el socialismo
no es reformable. Si hay dudas al respecto que le pregunten a
Gorbachov.
Está claro que no se trata de una mala
aplicación de la denominada actualización del estalinismo, sino de
que los tímidos cambios positivos que se habían realizado están
siendo frenados o revertidos, desde que Obama le dijo al pueblo
cubano por la TV que no hay futuro para Cuba si no se crea un
próspero y amplio sector privado. Obama les estaba dando un buen
consejo, pero lo tomaron como mensaje enemigo y pusieron marcha atrás a lo
poquísimo que habían avanzado.
Cada día se anuncian nuevas
trabas. Ahora los cuentapropistas que contraten empleados
tendrán que aumentar sus salarios a medida que contraten más
trabajadores; nadie podrá rentar más de cuatro habitaciones a turistas;
será más difícil solicitar una licencia para trabajar por cuenta
propia; cada cuentapropista tendrá que operar con cuentas
bancarias, confiscables en cualquier momento.
Para colmo, el gobierno en
vez de facilitar la inversión extranjera, que la nación
necesita urgentemente, la dificulta. Así lo expresa un
informe de IE Business School presentado en Madrid. Los empresarios
españoles que se tragaron el cuento de Raúl
Castro como reformista se quejan ahora de que la
inversión en Cuba “se estanca por falta de reformas”. En buen criollo
se podría decir: “ellos se lo buscaron”. Tampoco les falto un buen consejo de
la oposición cubana sobre con quienes estaban tratando.
Crece el descontento y la frustración entre
los emprendedores cubanos, que son los que pueden desarrollar la economía
y combatir la pobreza y desesperanza de los cubanos. Roberto, un
jubilado, dijo al periodista independiente Iván García: “la
cogieron con los carretilleros y los agros particulares, y ahora
tú caminas por los agromercados y están pelaos”.
Carlos Márquez, cuentapropista en la playa
de Varadero, contó a un periodista independiente que el restaurante
SuperMachi fue por varios años el más visitado por turistas
nacionales y extranjeros. El negocio iba tan bien que sus dueños abrieron
un segundo restaurante. Enseguida el régimen les quitó la licencia y cerró
ambos restaurantes. Sus propietarios se fueron para Cancún,
México, abrieron allí otro SuperMachi y se llevaron varios
de sus empleados en la isla y están logrando un gran éxito.
Moraleja, con libertad hay prosperidad, sin
ella hay miseria.
La elite castrista insiste en combatir la
riqueza en vez de la pobreza. Ni Kafka pudo imaginarse algo tan
absurdo.
Fundación para los Derechos Humanos en Cuba
(FHRC
No hay comentarios:
Publicar un comentario