" Se dicen unas cosas, pero se evidencian otras bien diferentes..."
Por Santiago
Cárdenas MD.
Los estadounidenses nacidos cubanos debemos estar muy agradecidos a nuestro
presidente. Luego del octienio de la obaminación, Trump le ha devuelto a los EEUU., dos cosas muy importantes: la dignidad imperial y su capacidad de negociación. Hay que felicitarlo. Eso, en
estas inciertas décadas del capitalismo
del siglo XXI, es sorprendente.
Pero, aprovechar esas nuevas
capacidades en contra de una
dictadura marxista sexagenaria y a favor
del pueblo cubano en el in xilio… Bueno;
bueno, eso es harina de otro costal; “horse of
another color”, como dirían
los spanglish- parlantes. Habría que
comenzar con estadistas, que carecemos; nunca con políticos que tanto abundan en los corrillos del Versalles
y mas allá. Se dice que el presidente ha delegado estos “detalles” en el senador Marco Rubio, y por ósmosis en el
representante Díaz Balart. De ser cierto, ellos se han convertido de la noche a
la mañana en personas muy poderosas en
el exilio. Algo así como unos
modernos summer welles con computadoras, celulares y algunos billetes a su disposición.
Se dicen unas cosas; pero se
evidencian otras bien diferentes. ”Las cosas en el palacio, van despacio”,
según el viejo dicho. La lentitud de los
cambios, la nadiedad en lograr
algo concreto y la permanencia de la abominación en sus líneas generales:
remesas, intercambios, infiltración, mulas, viajeteo etc. ponen en entredicho la política hacia la isla de nuestros siempre “duros” congresistas.
Hasta ahora: mansas palomas más que halcones. Es un decir.
Más allá de los fuegos de artificios
en la calle 8 y de la contracandela a los saladrigadores en la reunión con los
capitalistas de Hialeah, tan aplaudidos,
se constatan dos hechos incontrovertibles: la floja respuesta, –que
raya en el papelazo, – ante las agresiones
grillo-sónicas in Havana, Cuba y la continua postergación de la
firma del Título 3 de la ley de Jesse
Helms y Dan Burton: como han hecho cada
semestre cuatro presidentes en 21 años. Esto
último, la piedra angular, el meollo del
asunto, apunta claramente a que Marco y Mario siguen jugando a la bamba. Y
tirándole a la de trapo; en el tíbiri, tábara.
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